sábado 27 de abril de 2024 00:26:45

LA AUTENTICIDAD ECONÒMICA ARGENTINA: ¿SEGUIREMOS NUESTRO “REBELDE” PATRÓN AÙN MIENTRAS NOS AZOTA EL CORONAVIRUS?

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Si bien es una tautología afirmar que todos los países soberanos son únicos, no hay dudas de que en esa particularidad que hace a cada país la Argentina va un poco más allá

Por Santiago Tulian. La Argentina se ha creado cierta fama en el mundo y ha sido catalogada de diversas maneras por un gran conglomerado de personas y organismos multilaterales, ya sean mandatarios de los distintos países del mundo así como organismos financieros o, incluso, turistas de los más extravagantes lugares del globo. Mucho se ha hablado y abundan los calificativos hacia nuestro país. Sin embargo, la gran mayoría coincide en uno muy específico: único. Es que, si bien es una tautología afirmar que todos los países soberanos son únicos, no hay dudas de que en esa particularidad que hace a cada país la Argentina va un poco más allá.

Primeramente, se puede afirmar que una gran mayoría de naciones comparten ciertas características que hacen que, por ejemplo, ciertas recetas económicas den los mismos beneficiosos resultados en cada lugar en el que se apliquen. En esta línea de ideas, se sostiene mundialmente que si una economía se encuentra en recesión se deben aplicar medidas que impliquen una aceleración de la economía (como lo puede ser un aumento de la base monetaria o la implementación de políticas fiscales expansivas); y por el contrario, ante una economía que muestra signos que indican el acercamiento de un proceso inflacionario o cuyas cuentas publicas comienzan a dar un saldo fiscal muy negativo, se dice que se deben aplicar medidas de corte contractiva (reducción del déficit fiscal a través de una baja del gasto público o limitar la emisión montería).

Asumiendo que cualquier profesional de la economía podría hacerle de las más variadas objeciones a mi sintético resumen sobre cómo encarar diversos escenarios de crisis económica, lo cierto es que de esa forma nos hemos “educado” acerca de cómo se deben resolver ambos escenarios críticos. Sin embargo, como se ha sostenido al inicio del presente texto, se nos ha dicho que la Argentina es un caso totalmente diferente al del resto de los países “normales”, dado que aquí no podríamos replicar dichos modelos económicos. Para valernos de semejante afirmación, qué palabra más que autorizada para confirmar esta teoría que el ganador del Premio Nobel de Economía en 1971, Simon Kuznets, quien fue tajante al afirmar la particularidad de nuestro país al decir que “hay cuatro tipos de países en el mundo – desarrollados, sin desarrollar, Japón y Argentina”. No hay dudas: la Argentina es un caso único. No solamente Simon Kuznets entiende que la Argentina es distinta al resto sino que numerosos académicos han estudiado y estudian al caso argentino por otra particularidad: cómo de ser un país desarrollado pasó a ser un país “en vías de desarrollo”, una tendencia que pareciera ser muy difícil de revertir. A  esta altura creo que ya se trata de un caso cerrado, la Argentina es diferente.

Dicho esto, me veo en la obligación de generar una relación automática entre la particularidad argentina en tiempos económicos normales y de crisis, y su reacción frente al coronavirus:

¿Las medidas que apliquen los demás países del mundo, esta vez, nos servirán? Reaccionaremos, como siempre, de forma singular e imprevista en un aspecto positivo o será aún mayor la crisis en nuestro país? Podremos seguir el buen ejemplo que den los países que muestren mejores respuestas o seremos nosotros, vaya a saber por qué, el ejemplo sobre el que los demás países deban reflejarse?

Evidentemente es obvio que resulta imposible saber cómo será la respuesta pero entiendo que podemos tener un cierto panorama si nos guiamos por las medidas económicas que se han tomado, las que se piensan tomar y, como siempre, si nos apoyamos en la opinión de los especialistas en el tema.

Según la información que pudo obtener el Multimedios Prisma, el paquete de medidas económicas principalmente abarca lo siguiente:

  • Se eximirá el pago de contribuciones patronales a los sectores afectados de forma crítica por la emergencia.
  • Se ampliará el Programa de Recuperación Productiva (REPRO) para garantizar el empleo de aquellos que trabajan en empresas afectadas por la emergencia sanitaria.
  • Los jubilados y pensionados que perciben el haber mínimo recibirán por única vez un bono de $3.000. Aquellos que estén por debajo de $18.892 cobrarán la diferencia entre su haber y este monto.
  • Se otorgará un pago extra de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y Asignación Universal por Embarazo (AUE) por $3. 100. Y se postergará el pago de las deudas de abril y mayo con ANSES de AUH y jubilados.
  • Se establecerán precios máximos por 30 días (prorrogables) para un conjunto de productos alimenticios, de higiene personal, medicamentos e implementos médicos.
  • Se lanzará una serie de líneas de créditos blandos por unos $350.000 millones para garantizar la producción y el abastecimiento de alimentos e insumos básicos, impulsar la actividad y financiar el funcionamiento de la economía en esta coyuntura.

Como puede observarse, más allá de estar o no de acuerdo con las medidas, es evidente que todas apuntan a suavizar las consecuencias que puedan tener tanto las personas como, y fundamentalmente, las empresas. Es que de una forma u otra la actividad económica va a seguir cayendo, ya sea porque las empresas se vean obligadas a tener que darle licencias a todos sus trabajadores o porque, en caso de no hacerlo, nadie en el mercado va a demandar sus productos (excepto los denominados “esenciales”) de modo que la productividad va a caer y, por lo tanto, los costos van a superar las ganancias dejando a las empresas, en su mayoría pymes, en una situación económica incluso más delicada de la que ya se encontraban.

Sin embargo esta batería de medidas, que puede tener la mejor de las intenciones, podría llegar a poner a la Argentina “entre la espada y la pared”. Y esto se debe a que si bien, por un lado, a la caída de los ingresos de las empresas la suplantaría la emisión de dinero (en su diversas formas), como bien sabemos- guiándonos por lo ocurrido en la historia de nuestro país-, emitir dinero supone un incremento en el proceso inflacionario que, por cierto, ya es bastante alto. No solamente se agudizaría el proceso inflacionario sino que a raíz de la crisis del COVID-19 se espera, por lo señalado anteriormente, que la recaudación caiga y con ello se vuelva más critica la situación fiscal en nuestro país; al ocurrir esto, la expectativa de que nuestro país vaya a pagar la deuda o, mejor dicho, que demuestre que se encuentra con la capacidad como para afrontar sus obligaciones cae, lo que genera automáticamente, como venimos viendo, que el riesgo país suba; ello genera que le sea aún más difícil renegociar la deuda y, eventualmente, endeudarse si optara por ello en lugar de emitir. Asimismo, como viene sucediendo, todo ello hace que los pequeños ahorristas huyan al dólar y los grandes piensen en retirar sus activos del país. En suma, un panorama que, dejándome llevar por las opiniones consultadas, pareciera ser muy desalentador.

Como es sabido, la economía sostiene su teoría en la observación y a través de ella genera leyes que luego son plasmadas en modelos/esquemas económicos que se utilizan para predecir acontecimientos y para dar respuestas ante determinados escenarios. Es una ciencia social que busca acercarse a la exactitud pero que su objeto de estudio sigue siendo el ser humano (estudia la correcta distribución de los recursos escasos para satisfacer las necesidades ilimitadas del ser humano). Es por ello que esta vez, quizá, ser un país que reacciona de forma impredecible, que tiene características particulares y excepcionales nos ayude y medidas que, a priori y guiándonos  por los resultados obtenidos a lo largo de nuestra historia, suponen resultados negativos nos terminen sorprendiendo. Esperemos que el deseo le gane a la realidad. Multimedios Prisma

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