martes 23 de abril de 2024 13:10:16

CAUSA URBANI: Piden perpetua para ls acusados

Dos fiscales de San Isidro solicitarán mañana la pena de prisión perpetua para el supuesto jefe de la banda y un joven de 21 años que están acusados de haber participado del asesinato de Santiago Urbani, cometido en octubre de 2009 durante un asalto en su casa de Tigre.

El segundo juicio por el caso, que se inició el 11 de marzo pasado ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 6 de San Isidro, entrará mañana a las 10 en su etapa final de alegatos en los tribunales de la calle Ituzaingó 340.

Los imputados son el presunto jefe de la banda, Oscar Pérez Graham, quien según testigos del juicio, reclutaba menores a los que les daba cerveza con psicofármacos para salir a robar, y un joven llamado Emiliano Herrera.

Los jueces María Angélica Etcheverry, Luis Rizzi y Federico Tuya escucharán primero el alegato de Cosme Iribarren y Rodrigo Caro, integrantes del equipo especial de fiscales que formó el fiscal general de San Isidro, Julio Novo, para esclarecer el caso.

Luego será el turno del abogado Alberto Spagnuolo, que representa a la particular damnificada, Julia Rapazzini, madre de Urbani, y por último, el defensor oficial de Pérez Graham, Gonzalo Paredes Abba, y el abogado de Herrera, Juan Martín Cerolini.

Fuentes judiciales anticiparon que de acuerdo a los lineamientos que desde el principio plantearon los fiscales y a la calificación que legal que le imputan, tanto los fiscales Iribarren y Caro, como el abogado de la familia Urbani, Spagnuolo, solicitarán la pena de prisión perpetua.

Es que aparte del robo calificado, la tenencia de armas y otros delitos, los fiscales los acusan de haber cometido con Urbani un homicidio calificado “criminis causae”, es decir, matar para ocultar otro delito y lograr la impunidad, lo que prevé una pena de prisión perpetua.

Los fiscales alegarán que, en primer término, el disparo al joven músico no fue accidental como en su momento confesaron algunos miembros de la banda, sino deliberado, ya que se demostró que para accionar el arma había un triple mecanismo: cargar el cartucho, martillar el arma y accionar el gatillo.

Además, en el juicio, tanto Rapazzini, como la hermana de la víctima, Florencia Urbani, declararon que luego de escuchar el disparo, los delincuentes taparon el cuerpo de Santiago con un acolchado y permanecieron en la casa al menos seis o siete minutos recorriendo los ambientes y cargando cosas robadas.

Pero un detalle macabro que no se conocía y lo develó en este juicio una joven que pertenece al entorno de los acusados, es que éstos fotografiaron a la víctima mientras agonizaba con un escopetazo en la cabeza, con la cámara digital que le acababan de robar.

Para los fiscales Iribarren y Caro, los cuatro integrantes de la banda -los dos mayores juzgados ahora y los dos que tenían 16 años al momento del hecho y ya fueron declarados responsables en el primer juicio-, fueron con la intención de robar y matar y, por más que sólo uno de los adolescentes haya sido el que ejecutó a Urbani, todos comparten la misma responsabilidad.

El 29 de marzo pasado, la Sala I de la Cámara de Apelaciones y Garantías de San Isidro agravó la calificación penal y condenó por homicidio calificado “criminis causae” a los dos menores que en el primer juicio habían sido declarados responsables del crimen pero con una carátula menor, homicidio en ocasión de robo.

La diferencia radica en que el homicidio en ocasión de robo tiene una pena de 10 a 25 años de prisión y el homicidio calificado se castiga con prisión perpetua.

Los dos menores están alojados en un instituto pero aún no se les ha fijado la pena.

El hecho ocurrió la madrugada del 10 de octubre de 2009, cuando cuatro delincuentes interceptaron a Urbani mientras estacionaba su auto y lo obligaron a ingresar a su casa de la avenida Liniers 1988, de Tigre, donde dormían su madre y su hermana.

Mientras los delincuentes juntaban los objetos de valor y los cargaban en el auto de Santiago, el joven músico fue asesinado en el cuarto de su hermana de un escopetazo en la cabeza.Por Luis Sangiorgio