MASSA «ACORRALADO POR LA INFLACIÓN» YA EVALÚA UN PLAN DE SHOCK » MEDIDAS Y PRESIONES EN EL FRENTE DE TODOS
Septiembre se encamina a ser el tercer mes consecutivo con inflación de los alimentos en torno al 7%. El Gobierno, urgido a buscar una nueva solución
Sergio Massa entró al fin de semana con una noticia que no esperaba: el monitoreo de inflación que hacen desde el Gobierno, y también desde las consultoras privadas, da que los precios de los alimentos se acercan en septiembre -nuevamente- al 7%. Por tercer mes consecutivo. Un nivel imposible de sostener.
Para tener una idea cabal de lo que está sucediendo en la economía: una inflación de esta magnitud implica -ni más ni menos- que el costo de la canasta familiar para no caer en la pobreza se incrementa en alrededor de $8.000 a $10.000 mensuales.
No hay ningún bono ni acuerdo salarial que logre siquiera igualar esa pérdida del poder adquisitivo.
La conclusión, sin dudas, es que bajo esta dinámica la actividad económica se encamina hacia una profunda recesión. Ese sería el nuevo escenario base. El panorama podría agravarse si el Banco Central se viera forzado a una devaluación por culpa de la escasez de divisas.
El plan «shock» contra la inflación, sobre la mesa
En el equipo económico siguen con máxima alerta este proceso, y por primera vez aparece en el horizonte la posibilidad de un plan de estabilización. Pero la puesta en marcha de una medida extrema requeriría de un amplio apoyo político en el Frente de Todos, algo que por ahora no parece aplicarse.
«Podemos recuperar la moneda y cortar la nominalidad indexatoria desalentando importaciones no productivas y aplicando un plan de estabilización de shock. Tenemos el expertise para hacerlo. De esto hablamos en Banco Central con Lisandro Cleri y Pablo Carreras, del equipo de @SergioMassa», tuiteó hace unos días Aracre.
Plan de estabilización: ¿sí o no?
Quienes creen que lo mejor para este momento sería un «plan de shock» apuestan a que, bajo la incertidumbre actual -guiada en la falta de dólares en el Banco Central- no hay meta fiscal ni plan monetario que pueda doblegar esas pobres expectativas.
Que lo que se requiere es una salida más eficiente, más sólida, que se enfoque en un objetivo de desaceleración inflacionaria y en la entrada de divisas a las reservas del BCRA.
El «problema» de un posible plan de shock radica en que requeriría de una devaluación. O de, al menos, una indisimulable aceleración del «crawling peg», las minidevaluaciones diarias que lleva a cabo el Banco Central en el mercado oficial.
Algunas voces de afuera del gabinete económico promueven que en lugar de hacer una devaluación de golpe, disruptiva, ese deslizamiento podría efectuarse en dos o tres meses, por un total de, por lo menos, un 30%.
En un momento en donde la estimación inflacionaria para este año es del 95% -y podría ser peor aún-, una decisión de ese tipo conlleva un riesgo político y social de envergadura. ¿Podría hacerse sin un aval no sólo en el FdT sino también de la propia oposición de Juntos por el Cambio? Es una de las tantas preguntas que sobrevuelan la mente de los funcionarios con poder de decisión.
Freno a los precios: ¿el momento es oportuno?
En contraposición con quienes objetan una devaluación justo ahora, en una instancia tan delicada por la elevada inflación, existe la idea de otros funcionarios que piensan en que «algo hay que hacer» para evitar el peor escenario: una devaluación forzada por el mercado.
Esos funcionarios suponen que Massa está en el mejor momento para decidirlo: acaban de ingresar 3.ooo millones de dólares a las reservas del BCRA puede entrar algo adicional esta semana, la última del «dólar soja»- y que el Gobierno debería aprovechar esa circunstancia para avanzar con el plan de estabilización. No todo pasa por una devaluación. Está claro.
Aracre supone que el Gobierno debería ponerlo en marcha en las próximas semanas, sin grandes dilaciones, para evitar que la onda inflacionaria siga creciendo.
Cómo sería el «plan de shock» para inflación y dólar
El nuevo esquema consistiría, básicamente, en un congelamiento total de precios y salarios -inclusive el precio del dólar oficial- durante seis meses.
Antes de poner en marcha el programa, Aracre propone una «ecualización de todos los precios relativos de la economía». Los principales puntos previos al congelamiento abarcarían:
- Una actualización de los salarios para evitar que el congelamiento termine con una cristalización en la pérdida del poder de compra de los trabajadores.
- Un aumento adicional en las tarifas para los sectores de mejores ingresos.
- Una aceleración final del «crawling peg» (minidevaluaciones diarias), con el objetivo de que el tipo de cambio oficial aguante un congelamiento durante los siguientes 180 días.
Según Aracre, la idea sería que este andamiaje de medidas se tomen por un decreto presidencial que luego pase por el Congreso para su aprobación. «Los acuerdos voluntarios no sirvieron; no funcionaron. Acá tiene que ser una medida de cumplimiento obligatorio, con penalidades para quienes no lo hagan», plantea. Las próximas semanas serán clave para saber si el Gobierno avanza en este planteo. fTE. textual. Ip