jueves 25 de abril de 2024 08:48:51

EL CRECIMIENTO DE LA IZQUIERDA Y EL RETROCESO DEL PERONISMO NO ES UN FENÓMENO SOLO ELECTORAL

Un dato insoslayable de esa derrota fue la fuga por izquierda que tuvo el Frente de Todos. Esa fuga se dio en el conurbano bonaerense

La votación lograda por el Frente de Izquierda-Unidad bien vista llega con rezago y aún no refleja la verdadera influencia que el movimiento ha logrado. Estamos ante un proceso político profundo

Hace unos meses, en una entrevista realizada en Infobae, Jorge Asís llamaba la atención al peronismo sobre la cantidad de manifestantes que reunía el Partido Obrero (“El gobierno está loteado, en la Argentina el poder está vacante”). El autor de “Flores Robadas en los Jardines de Quilmes” completaba su razonamiento con una idea tranquilizadora y a la vez con una advertencia. Por un lado, afirmaba que al menos el 85% de los participantes de esa manifestación votaban a Cristina Kirchner. Pero por el otro, advertía que si eso no sucediera y “toda esa gente estuviera con el Partido Obrero” entonces la Argentina estaría en “una situación pre revolucionaria”.

Con la ventaja que ofrece el paso del tiempo, podemos decir que las cosas no se dieron como previó Asís. Ya no solo el kirchnerismo, sino todo el peronismo unificado, perdió las PASO por una diferencia que nadie anticipó. A menos de dos años de su llegada al gobierno, el peronismo perdía casi 6 millones de votos; medido en distritos era derrotado en 17 sobre 24, entre ellos la estratégica provincia de Buenos Aires, el pago chico Santa Cruz y la hasta ahora inexpugnable La Pampa.

El volumen de la derrota abrió una crisis política y detonó un cambio en el gabinete nacional y en el bonaerense, que quedaron semi intervenidos. El dólar se disparó por encima de los 200 pesos, la inflación volvió a superar el 3% mensual, se redobló la amenaza de una devaluación posterior a las elecciones y el acuerdo con el FMI quedó como el último recurso al que, sin embargo, todos temen apelar.

Un dato insoslayable de esa derrota fue la fuga por izquierda que tuvo el Frente de Todos. Esa fuga se dio en el lugar que Asís descartaba: en el conurbano bonaerense, especialmente en las barriadas más empobrecidas donde viven “esas personas que se movilizan con el Partido Obrero”. Un fenómeno similar se replicó en las villas y barriadas populares de la Ciudad de Buenos Aires y más en general en todo el país. El voto que debía ir a la “doctora” no llegó a destino, sino que se fue hacia los trotskistas del PO y el Frente de Izquierda.

Las votaciones cercanas al 10% en Moreno, Merlo, Presidente Perón, las barriadas más profundas de La Matanza, o la Villa 31 de Retiro y la Villa 20 de Lugano en la Ciudad se constituyeron en un dato insoslayable del análisis de elección.

El kirchnerismo, especialmente su ala izquierda cuyo servicio al peronismo radica en evitar que ocurra lo que ocurrió, empezó una campaña para recuperar esos votos. Sus voceros, sin mucha originalidad, recurrieron a los argumentos de siempre. Que la izquierda no apoya al gobierno contra la derecha, o más aún, que por esa misma razón sería funcional a la derecha, y, hasta los más osados, que sería financiada por la derecha.

Los mensajeros del relato gastado no se tomaron el trabajo de refutar nuestra denuncia de que es el Gobierno el que pacta con la derecha cuando paga 4.000 millones al FMI mientas crece la pobreza y la indigencia; cuando ajusta a los jubilados mientras paga a la banca en concepto de intereses por las Leliq y pases del BCRA más de un billón de pesos; al permitir una fuga de capitales fenomenal que hace que el superávit comercial termine en las cuentas offshore de los empresarios; cuando el plan “platita” no derivó ni en una nueva IFE ni en un aumento de las jubilaciones ajustadas por el Ejecutivo antes de que la peste azotara al país; o cuando reprime en Guernica a las familias pobres (dato: Guernica queda en Presidente Perón, uno de los municipios donde el FIT-U hizo su mejor elección).

Carente de originalidad, la izquierda K y el camporismo recurrieron a parodiar enfrentamientos con el Fondo Monetario y con los llamados “grupos concentrados de poder”, como una forma de evitar que la fuga por izquierda continúe. Así pudimos ver a Máximo Kirchner bailar al ritmo de la canción de La Cámpora contra el FMI, amenazando con que no iban a pagar la deuda con el hambre popular, como si su gobierno no hubiese pagado ya más de 4.000 millones de dólares al Fondo con sobretasa incluida, haciendo crecer tanto la pobreza como indigencia. La amenaza contra los grupos concentrados no pasó de un control de precios sin futuro, que en el mejor de los casos solo alcanza al 5% de los productos que están en las góndolas.

El voto a la izquierda creciente a expensas del peronismo, en las barriadas más pobres del Conurbano y de la Ciudad de Buenos Aires, demostraron que Asís partía de una valoración equivocada de la realidad social y política que vive la Argentina. La existencia de un movimiento de desocupados y de la población más pobre de masas, que se moviliza de modo sistemático por sus reclamos junto con la izquierda, es la constatación más fuerte de que el peronismo ya no es lo que era.

El movimiento piquetero independiente fue la punta de lanza contra el hambre. Las organizaciones vinculadas al oficialismo, en cambio, se guardaron en cuarteles de invierno. De nuevo, ¿quién organiza y defiende los reclamos populares contra la agenda del ajuste? Sucede otro tanto en los sindicatos. La burocracia sindical que se reivindica peronista no dirige las organizaciones obreras sobre la base del prestigio o la adhesión que generan sus dirigentes o agrupaciones, sino por el peso de un aparato que se impone por la fuerza, apoyado tanto por las patronales como por el Ministerio de Trabajo.

Allí donde el puntero y el burócrata sindical fue reemplazado por la militante o el militante piquetero, el luchador/a sindical de izquierda la base de contención histórica que ofrece el peronismo ha sido dañada. No será, claro, la situación pre revolucionaria de la que hablaba Asís pero sin duda es un requisito para que ésta cobre visos de realidad.

La amenaza que implica este movimiento condiciona al conjunto del cuadro político. Lo sabe la derecha que resultó vencedora de las elecciones primarias. Después de todo ella lo vivió en carne propia cuando en diciembre del 2017 quiso aprobar una reforma previsional y laboral y provocó una revuelta de tal magnitud que golpeó al gobierno de Macri hasta sus cimientos y del cual nunca se logró levantar. La división de esa derecha entre “palomas” y “halcones” se reduce a cómo enfrentar justamente a ese movimiento de lucha latente.

Las “palomas” dicen que necesitan de un pacto con el peronismo y los “halcones” quieren un gobierno de fuerza como Bolsonaro. Pero Bolsonaro no logra levantar cabeza y ha debido largar su propio plan “platita” para ver si logra mejorar sus chances en las elecciones presidenciales que se avecinan en Brasil. Las “palomas” quieren un acuerdo con el peronismo, pero omiten que ya lo tuvieron cuando gobernó Macri y no les sirvió de mucho, a pesar de que el PJ apoyó las principales políticas del macrismo.

De fondo está Ecuador y Perú, que deben alarmar a todos los partidos de ambos lados de la grieta. Sucede que en los dos países hermanos ganaron partidos de distinto signo y en ambos casos ya enfrentan sus respectivas crisis políticas. Inexorablemente, los ajustes que aplican contra las masas los llevan a crisis para las cuales no están preparados, ya que no han reunido las condiciones políticas para derrotar a los trabajadores.

La votación lograda por el Frente de Izquierda-Unidad bien vista llega con rezago y aún no refleja la verdadera influencia que el movimiento ha logrado entre una parte importante de la población. Una postal que se repite en las actividades de campaña son las fotos de centenares de compañeras y compañeros con el puño izquierdo en alto, en lugar de la V. El interés de miles de personas por aprender la simbología de la organización a la que comienzan a adherir muestra que para ellos se trata de un cambio que vino para quedarse, y no de un voto bronca coyuntural.

Plantea un nuevo movimiento popular, bajo las banderas del socialismo. Con independencia de lo que suceda en las elecciones del 14 de noviembre estamos ante un proceso político profundo, cuyos capítulos más importantes se escribirán en las calles.Por Gabriel Solano. Fte. Identidad Correntina