viernes 22 de noviembre de 2024 11:03:22

EL GOBIERNO QUIERE EVITAR UNA MEGA DEVALUACIÒN Y EL OBJETIVO SERIA AGUANTAR HASTA LA PRÒXIMA COSECHA

Guzmán quiere evitar un fuerte salto del tipo de cambio para que no se produzca un fogonazo inflacionario. Pero tiene escasas herramientas para recuperar la confianza y calmar a los inversores

Las últimas cifras de comercio exterior divulgadas por el INDEC fueron escandalosas. Merecieron poco espacio en los medios por tratarse de un tema poco “sexy” y porque coincidieron con la suba imparable del dólar financiero. Las importaciones subieron a USD 4.100 millones, un aumento de 3,1% interanual y la cifra más alta en más de un año. En el mismo período las exportaciones cayeron más de 18%. El superávit comercial, que venía de USD 1.500 millones bajó abruptamente a USD 584 millones.

Este boom importador no tiene nada que ver con la actividad económica, que sigue mostrando fuertes desplomes en términos interanuales. Se trata, en realidad, de una reacción de las empresas que se apuran a comprar todo lo que pueden al dólar de USD 80, porque saben que después será mucho más complicado.

Pero además existe otro gran incentivo para acceder al mercado cambiario, que es la enorme brecha entre el oficial y el paralelo, ya cercana al 140%. En el mercado tienen bien identificados de quién se trata: “Los que están en la joda”.

Con una brecha cambiaria del 140%, surgen negociados de todo tipo. Las empresas se apuran para sobrefacturar importaciones y otras pagan servicios al exterior inexistentes. Por más controles que se implementen, el incentivo para este tipo de maniobras es gigantesco

El ministro de Economía, Martín Guzmán, maneja en medio de la crisis sólo dos variantes posibles: una es sincerar el tipo de cambio, lo que encarecerá la compra de bienes importados y provocará un inmediato salto en la inflación. La otra opción es no tocar el dólar pero restringir el acceso a las divisas para importar. Es exactamente eso lo que está empezando a ocurrir ahora, pero las trabas irían creciendo con el paso de las semanas.

Con esta decisión se busca demorar todo lo posible el traslado a precios. En la medida que se pueda mantener medianamente abierta la canilla a los importadores, más lento se dará el salto inflacionario. Claro que al mismo tiempo habrá escasez de insumos importados y menos acceso a bienes para la producción. Esto implica que la economía se encamina a un freno todavía mayor. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, lo reconoció ayer con un término poco ortodoxo: “La economía se va a pegar un porrazo”. Para él, claro, toda la culpa es de la pandemia.

Con la soja rozando los USD 400, la campaña agrícola del año próximo podría dejar entre USD 33.000 y USD 40.000 millones. Esas divisas serían fundamentales para que el Banco Central acumule reservas y recupere el control de la política cambiaria. Pero aún faltan varios meses para llegar a ese momento

Claro que si algo ha perdido Guzmán es credibilidad. Nunca la tuvo, en realidad, pero había ganado algunos puntos tras el canje de deuda. Hoy los bonos argentinos rinden el 17% y los precios muestran que son pocos los que creen que se pagará la deuda luego de la reestructuración. Todo un récord mundial, habiendo pasado apenas dos meses y medio del cierre de las negociaciones. Ante esta falta de resultados, cuesta justificar la decisión del Presidente de darle mayor poder para la toma de decisiones.

Un informe del Ieral, de la Fundación Mediterránea, calculó que el valor de mercado de la próxima campaña agrícola podría ubicarse entre USD 33.000 y los U$S 40.000 millones, aún considerando menores rendimientos del suelo por la sequía en algunas zonas del país. Se trata de un extraordinario volumen, que le permitiría al Central recuperar parte del stock de reservas y volver a tener cierto manejo de la política cambiaria. Al menos en la teoría.

Con tasas cero en el mundo y un fuerte aumento en los productos que más exporta la Argentina, las condiciones objetivas deberían jugar a favor de la recuperación económica. Pero se trata de una lectura demasiado inocente, que no tiene en cuenta el momento crítico que atraviesa la economía.

Guzmán quiere evitar un fuerte salto del tipo de cambio para que no se produzca un fogonazo inflacionario. Pero tiene escasas herramientas para recuperar la confianza y calmar a los inversores. No lo ayuda la economía y tampoco la política, con un Gobierno que luce desorientado y sin reacción</b>

La expectativa está puesta en el acuerdo que se pueda alcanzar con el FMI, que debería dar algunas certezas para contener el tipo de cambio y empezar a recuperar la confianza.