miércoles 4 de diciembre de 2024 07:15:30

MIGUEL ETCHECOLATZ SUFRIÓ UN ACV Y ESTÁ INTERNADO

Según pudo saber este medio, en la madrugada de hoy el represor ya se encontraba consciente y sin correr peligro

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El 18 de septiembre de 2006, el albañil Jorge Julio López había salido de su casa en Los Hornos para dirigirse a la municipalidad de La Plata a oír los alegatos del juicio donde se juzgaba al represor Miguel Etchecolatz, contra el que él mismo había declarado en causas por crímenes de lesa humanidad. López, que había sido secuestrado por largo tiempo durante la última dictadura militar, nunca llegó a la sede comunal y desapareció sin dejar rastros; por segunda vez. Desde ese entonces, vive en la memoria de cada argentino que lo busca. Ayer, las redes sociales supusieron por algunos minutos que «por fin» se había hecho verdadera justicia en el caso. Divina, al menos. Etchecolatz, preso en el penal de Ezeiza por haber sido encontrado culpable en numerosos delitos de lesa humanidad, sufrió un ACV y fue derivado a un hospital. En Ezeiza, alrededor de las dos de la madrugada, la puerta del Complejo Penitenciario Federal I murmuraba en las penumbras que uno de sus presidiarios «más famosos» ya no estaba entre esos muros. Aunque los agentes que circulaban por allí se mostraban herméticos y reticentes a dar información sobre el estado de salud y el paradero del represor, lo cierto es que Etchecolatz ya no estaba ahí, sino en un primer piso del Hospital Interzonal General de Agudos Doctor Alberto A. Eurnekian, en el corazón de Ezeiza, adonde -según confirmaron tres fuentes ingresó ayer al mediodía luego de sufrir un ACV en el penal. Según pudo saber este medio, en la madrugada de hoy el represor ya se encontraba consciente y sin correr peligro. No lo acompañaban conocidos ni familiares -«no está permitido», dijeron-, pero sí oficiales del Servicio Penitenciario Federal. En el lugar, desconocían cuándo el represor será dado de alta. Mientras un patrullero vigilaba la entrada, sobrevolaba el temor a posibles escraches contra Etchecolatz. En la puerta del hospital, una mujer de unos 25 años le comentaba a sus amigos cómo había sido el momento en el que vio pasar por la guardia del Eurnekian al ex comisario de la Policía Bonaerense «en silla de ruedas y acompañado por una enfermera». Según decía, fue pasadas las once de la noche y, al represor, se lo veía bien. Días atrás, el juez federal Ernesto Kreplak, a cargo del juzgado Criminal y Correcional N°3 de La Plata, rechazó la solicitud de prisión domiciliaria que había hecho el presidiario mediante un pedido de su defensa. Etchecolatz fue condenado en seis oportunidades por crímenes de lesa humanidad: en 1986, a 23 años de prisión en la causa llamada 44 o «Camps»; en 2004, a siete años de prisión (reducida luego a cuatro) por la apropiación de una hija de desaparecidos; en 2006, a reclusión perpetua en la conocida como «causa Etchecolatz»; en 2012, a prisión perpetua por el «Circuito Camps»; en 2014, a prisión perpetua por un doble homicidio de la causa «La Cacha» y, en 2016, a 25 años de prisión por el secuestro y las torturas a una pareja desaparecida.Fte.LaNación