SOCIEDAD: Melisa la primera maestra trans de primaria en la ciudad de Buenos Aires
Terminaban las vacaciones de invierno y José había madurado la decisión: derribaría el último reducto de un «closet» que ya había tirado abajo en todos los otros frentes. Así, el 30 de julio se presentó en la escuela en la que trabaja como Melisa y se convirtió en la primera maestra trans de primaria de la Ciudad de Buenos Aires.
Semanas antes, se dirigió a la comunidad educativa para transmitir su decisión: «Mi obligación de ser coherente con mis sentires más profundos me llevan a dar este paso trascendente en mi vida, una vida que nunca será plena si no manifiesta la esencia de mi propio ser. Y mi ser, es profundamente femenino», dijo Melisa.
¿Por qué ahora? Porque siente que es tiempo de ser ella misma en su espacio laboral y porque el pasado 9 de mayo el Senado sancionó la ley de identidad de género, que le permite adecuar su DNI y su partida de nacimiento a su elección.
Melisa es docente desde hace 22 años y se especializa en el dictado de talleres optativos de ajedrez. Hoy tiene a cargo 12 cursos en distintas escuelas públicas de la Ciudad, donde enseña a chicos de segundo a quinto grado. Sus alumnos la conocían como José; ahora es Melisa. Delgada, altísima y con uñas deslumbrantes, festeja la aceptación de sus hijas (21 y 16 años) y de su familia, quienes confirmaron sus sospechas al verla vestida de mujer en fotos que ella misma decidió mostrarles. Pero ese fue apenas el comienzo de un proceso conmovedor. ¿Qué dirían los padres de sus alumnos?
Enrique Samar, Director de la Escuela Nº 23 DE. 11 ubicada en el barrio de Flores, cuenta que la mayoría aceptó la decisión. Solo una mamá sacó a su hijo del taller, en desacuerdo con que la reunión de padres se realizara el mismo día en que Melisa se presentaría como tal. Al respecto, la licenciada Haydeé Torinchik, psicóloga de familia, opina que la escuela falló al dejar en manos de los padres la comunicación a los niños. «Hay que trabajar desde sus cabezas, averiguar qué saben, qué imaginan y, a partir de eso, contestar desde un lugar adulto. Melisa no daña a nadie, está diciendo la verdad; y la verdad es respeto», concluyó.
Según Melisa, el cambio no significó una ruptura radical, porque ella fue preparando el terreno: empezó a usar uñas largas y bijouterie, se depiló las cejas y fue educando su voz. «Profe, los hombres no usan las uñas largas»; le decían durante su transición. Hoy parecen haber naturalizado algunos cambios, aunque verla con pollera y tacos todavía genera asombro. «¡Cómo le creció el pelo en las vacas, seño!», «¡Está linda profe!», «¿Por qué no cambió antes y ahora si?», son algunos de los comentarios. Sergio Provenzano, director del posgrado en Sexología Educativa y Género de la UBA, asegura que los chicos lo entienden mejor que los adultos, porque tienen una mirada libre de prejuicios.
Sin pudor, la maestra confiesa que tiene más de 200 polleras en su casa y que no hay trans de su edad en la calle. En lo que parece haber sido una charla muy cercana, la Subsecretaria de Inclusión Escolar Soledad Acuña la alentó: «Sos la primera en 50.000 maestros. Alguien tenía que abrir esta puerta y te tocó a vos».
Melisa creció en un contexto represivo y nunca se sintió del todo feliz. «Hace 8 años asumí lo que soy: una persona con genitales masculinos que se siente mujer. Por fin puedo dormir tranquila», comentó. En los próximos días comenzará a tramitar su nuevo DNI. Para algunos José, para otros Melisa, este ser debió construir una imagen andrógina que no le pertenecía. Sobre esto, el Povenzano opina: «Debería ser respetada. Acorde con las leyes vigentes un individuo puede asumir su sexualidad y género. En la medida en que algo es legítimo, es indiscutible».Fte.clarin.com