POLITICA: El gobierno busca que Macri no apoye a Duhalde
A partir de ahora, el discurso central de la propaganda kirchnerista pasaría por afirmar que la mayoría que le está dando la espalda en la Capital, Santa Fe y Córdoba en las elecciones locales, sin embargo, el 14 de agosto primero, y luego el 23 de octubre, votará a CFK. Según este razonamiento, no le harán mella, en definitiva, al gobierno ni el triunfo de Mauricio Macri ni el casi seguro de Antonio Bonfatti, como así tampoco que el futuro gobernador de Córdoba sea Oscar Aguad, Luis Juez o José Manuel de La Sota, un peronista rebelde. Esta estrategia se encuentra en experimentación en la Capital. En una secuencia que no puede atribuirse a la casualidad, tres figuras claves del PRO tendieron puentes con la Casa Rosada entre el domingo y el miércoles de esta semana: Gabriela Michetti no excluyó que parte del macrismo termine votando a CFK; María Eugenia Vidal fue más concreta y anticipó que ella misma no excluía votar la reelección de la presidente; y el gurú de Mauricio Macri, Jaime Durán Barba, se explayó largamente sosteniendo que el kirchnerismo, con Amado Boudou y La Cámpora a la cabeza, expresan una positiva renovación de la política argentina, similar a la que lleva adelante el PRO. Tanta amabilidad fue en parte retribuida por Florencio Randazzo, que tomó distancia de las declaraciones de Fito Páez y otros ultras. Fuentes de la Casa Rosada ya empiezan a deslizar que el gobierno da por perdida la segunda vuelta porteña por un abultado margen. La operación en marcha apunta a otro objetivo: negociar un nuevo status quo con el PRO, que incluya la neutralidad de Macri para octubre. O sea, su no pronunciamiento a favor de la candidatura presidencial de Eduardo Duhalde. El optimismo oficial se basa en un cálculo lógico: si Ricardo Alfonsín y Duhalde fracasan en octubre, Macri tendría el camino allanado para ser el candidato natural de la oposición para el 2015. O por lo menos el único con poder territorial propio, con excepción de Alberto Rodríguez Saá. Además, kirchneristas y macristas estarían renegociando ahora los términos de la gobernabilidad de la ciudad.
Si el jefe del PRO no vuelca entonces su peso político a favor de Duhalde, siempre según las estimaciones del gobierno, éste vería seriamente reducidas sus chances de crecimiento.
El Plan B
Aunque la dirigencia K tiene prohibido mencionar el término “segunda vuelta”, lo cierto es que las crecientes dificultades oficiales para acercarse al 40 por ciento de los votos obligan a que se analice cada vez más el Plan B, o sea, la elección prevista para el 20 de noviembre.
En este contexto, separar al máximo a Macri de Duhalde pasa a ser fundamental para Cristina. Pero también es importante que Alfonsín se amesete en las próximas semanas. En este punto, la expectativa kirchnerista descansa en el tembladeral que afecta a la UDESO bonaerense, donde la decisión de imponer manu militari listas únicas para la primaria, en todos los distritos y para todos los cargos, desató una ola de desobediencia y de conflictos. Desafiando a De Narváez y Alfonsín, muchos dirigentes presentaron listas para competir con las listas oficiales, en rechazo a la orden de unificar todo. A esto se le suma el frente interno de tormenta que sacude a la UCR. El sector de Federico Storani acaba de presentarse ante la justicia reclamando que se le permita presentar listas propias en la primaria, al tiempo que critica a Alfonsín por decir que apoyaría a Macri en el ballotage porteño.
A todo esto, en el bunker de Las Cañitas, los publicistas Ramiro Agulla y Juan Jose Rendón todavía no habrían encontrado la fórmula para que De Narváez consiga un alto impacto mediático. Agulla fue el que consiguió crear un Fernando De la Rúa enérgico y dinámico en la campaña del ‘99 y Rendón -un venezolano que vive en Miami- es uno de los arquitectos del triunfo de Juan Manuel Santos en Colombia. Los desvelos de De Narváez se explican fácilmente: si Duhalde terminara haciendo un mejor papel que Alfonsín en las primarias, su candidatura para gobernador podría debilitarse rápidamente. Sobre todo teniendo en cuenta que la candidatura de Daniel Scioli, por lo menos hasta ahora, fue traccionada hacia arriba por los buenos números de CFK.
Los más críticos del entorno del empresario, luego del opaco resultado obtenido por la UCR en la elección porteña, le estarían reprochando que, con el pacto con los radicales, se habría “comprado un cementerio”. La realidad es que la UDESO y el duhaldismo están disputando uno por uno los votos de la oposición bonaerense. Y todo indica que el armado de listas tejido por Duhalde está funcionando mejor. El ex presidente fomentó la competencia interna y dejó que sus grupos de seguidores rivalizaran a través de distintas listas en todos los distritos. De este modo va sumando esfuerzos y no deja a nadie afuera. Con su intención de unificar cada lista, De Narváez se habria comprado, en cambio, una crisis interna donde los excluidos hasta pueden convertirse en potenciales enemigos.
Volviendo a la óptica del kirchnerismo, en caso de segunda vuelta, hoy las preferencias oficiales se inclinarían hacia disputarla con Duhalde. ¿El motivo? La presunción de que su alta imagen negativa jugaría a favor de CFK. El segundo motivo es que, desde el enfoque de Olivos, la centroizquierda, hoy distanciada del gobierno, le daría todo su apoyo en la segunda vuelta con tal de no verlo a Duhalde recibiendo la banda y el bastón.Por Carlos Tórtora para el informador público, textual