ELECCIONES EN ARGENTINA:Punto Fermo
ARTICULO PRODUCIDO POR LA ANALISTA POLITICA DRA. GRETEL LEDO
En economía se denomina punto muerto –punto fermo- al punto donde las ventas no producen beneficios ni pérdidas. El umbral de rentabilidad (break even point) entendido como aquel número mínimo de unidades que una empresa necesita producir y vender en pos de un beneficio, resulta igual a cero. En esta instancia, los costes totales igualan a los ingresos totales por venta.
La década del 80 conocida como la “década perdida” en América Latina, representó un quiebre profundo para el ingreso de capitales extranjeros. En términos económicos impactó en la matriz productiva traduciéndose en un estancamiento profundo. Fue justamente la decisión de la FED (Reserva Federal de los Estados Unidos) tomada en 1979, la que llevó a una restricción de su política monetaria a través del aumento de la tasa de interés en pos de alcanzar una disminución en los altos niveles de inflación, la que se constituyó en antesala de la crisis mejicana de 1982. Los pagos de la deuda tomados en dólares resultaban imposibles de ser afrontados. El estado de cesación de pagos cayó por efecto dominó sobre todos los países de la región. Sumado a ello, el enfriamiento de la economía en los países desarrollados y los altos niveles de proteccionismo, llevaron a una retracción en el flujo de ingresos de las exportaciones para las naciones en desarrollo. Tirar por la borda el sistema financiero internacional fue el mayor temor reinante que resultó apaciguado por el Plan Brady a través de la reestructuración de la deuda.
Tanto en la Gran Depresión (1929) como en la Crisis de la Deuda se presentan ciertas analogías que dinamitaron en escenarios divergentes. Por un lado, los booms que les antecedieron, los shocks exógenos y, por el otro, las réplicas internas. En ambos casos se observa una gran cantidad de entradas de capitales desde los centros financieros internacionales hacia las economías menos desarrolladas que generaron un profuso aumento en los niveles de gasto público.
La característica central es la fuga de capitales. Divisas que primeramente entraron y posteriormente abandonaron a las naciones periféricas dejándolas en situación de desguace. La respuesta de los gobiernos nacionales atravesó dos ejes: devaluación del tipo de cambio y aumento de la tasa de interés en pos de promover las exportaciones y evitar salida masiva de capitales para afrontar la deuda.
Hoy, Argentina atraviesa circunstancias extraordinarias para su comercio internacional. La cotización de la soja va in crescendo. Los commodities dejaron de ser el futuro para posicionarse en el presente estratégico de un mundo que aumenta día a día su demanda. Paradójicamente ese superávit en la balanza comercial y la profusa tasa de crecimiento económico, no se traducen en una disminución de los índices de pobreza e indigencia. Por el contrario, los niveles de desigualdad alarman a una sociedad que no encuentra una explicación racional entre el ingreso de dólares por exportaciones, la fuga de capitales y la elevada inflación.
Según informe de la CEPAL difundido en Ciudad de México, América Latina y el Caribe fue la región donde más creció la inversión extranjera directa (IED) en 2010 y, se prevé para este año un aumento entre 15% y 25% respecto a 2010. Pese a ello, la advertencia es clara: la región aún debe aplicar políticas focalizadas en la innovación para absorber mejor los beneficios de estos flujos.
El punto álgido está claro, se atraviesa un boom de dólares por commodities pero se vive el HOY, la pobreza continúa siendo estructural y endémica a un sistema perverso de clientelismo electoral. La clase dirigente debe pensar seriamente en traducir la rentabilidad extraordinaria en beneficios palpables para la sociedad toda.
La economía se caracteriza por presentar ciclos de crecimiento y estancamiento periódicos. A una etapa de vacas gordas puede sucederle una de vacas flacas. La pregunta que debería rondar en el imaginario político es ¿lo estamos previendo?
El informe conjunto CEPAL-OIT denota la preocupación por la ausencia de institucionalización de políticas contracíclicas que sostengan los niveles de recuperación económica. Es preciso destacar que crecimiento no implica necesariamente desarrollo. No puede permitirse la política hablar de mejorías absolutas en un país donde el excedente de la balanza comercial no encuentra correlación directa con sectores excluidos que padecen de un menoscabo en sus ingresos gracias a la acuciante inflación.
Es en el sentido expuesto que, tanto oficialismo como oposición, resultan perdedores en un escenario de punto fermo que habilita una inclusión ciudadana ficticia que no condice con el panorama global favorable para nuestras exportaciones. Quienes tienen la capacidad de veto, no la utilizan ni tampoco buscan la unidad para modificar el statu quo.
Argentina, ¿seguirá pagando el alto costo de la incongruencia política? ¿Por qué se zafa con mentiras saqueadas de contenido? ¿De qué nos sirve que China siga comprándonos soja si no sabemos administrar los recursos?
Por más que se perfume al cerdo desde nacimiento, vuelve al chiquero. La diferencia para estas elecciones es desafiar al punto fermo socio-económico.