LA CGT COMIENZA A DESPEREZASE EN MEDIO DE LA PRESIÒN POR LOS SALARIOS Y EL ALZA DE LA INFLACIÒN
La mesa chica cegetista decidió convocar a una reunión ampliada para la semana próxima, rompiendo la pasividad que mantiene desde el año pasado. Temor por la crisis del Gobierno y división sindical, entre las razones de un fenómeno inédito
La CGT no se reunió nunca desde que comenzó 2023, hace 87 días, pese a que la inflación no dejó de crecer. La central obrera emitió apenas 5 comunicados de prensa desde el 1° de enero. En ninguno se refirió al alza del costo de vida y a los salarios. Muchos menos hubo reclamos al Gobierno. En todo 2022, el Consejo Directivo de la CGT sólo se reunió 5 veces. La llamativa pasividad cegetista casi no registra antecedentes desde el regreso de la democracia. ¿Qué les pasa a los sindicalistas?
“Nos estamos protegiendo. La situación económica es mala y llegue quien llegue al gobierno, nos va a necesitar”, explicó un líder cegetista para justificar la nula actividad de la central obrera.
La “protección” a la que aludió significa que los dirigentes gremiales esperan que se estabilice la economía y que de una vez por todas se defina la interna del Frente de Todos. Por eso la mayoría no quiere asomar la cabeza. Aun así, hay sindicalistas que quieren ponerse activos porque no hay indicios de mejora de la inflación y las bases comienzan a presionar: el secretario adjunto de la CGT, Andrés Rodríguez, uno de los principales estrategas cegetistas, admitió a Infobae que “hay que volver a analizar” la pauta salarial del 30% para el primer semestre que impulsaba Sergio Massa.
“Lógicamente hay que volver a analizarla. No se pueden establecer estos números cuando individualmente no se está dando una claridad de bajas (en la inflación). Veremos cómo siguen los próximos meses, que van a ser clave”, dijo el titular de UPCN y de esta forma prendió una luz de alerta (¿sin querer o en forma adrede?) en el tablero del Gobierno. Ante la inflación en alza, varios sindicatos negocian aumentos por períodos más cortos y con reclamos de compensación de Ganancias.
Uno de los primeros en recomponer los salarios fue la Asociación Bancaria, que firmó un 32,5% para el período enero-mayo y un pago extraordinario de hasta $450.000 para compensar el Impuesto a las Ganancias, aunque los bancos aclararon que sólo se trata de “un bono por trabajo en pandemia”.
La alianza que domina la CGT (“Gordos”, independientes y barrionuevistas) está recalculando su posición en el oficialismo. Le soltó la mano a Alberto Fernández y busca encumbrar a Massa como su candidato presidencial, pero el problema es que la inflación de febrero marcó 6,6% y el acumulado interanual llegó al 102,5%, el máximo en los últimos 32 años. Para este mes se estima que rondaría el 7%. ¿Qué candidato del Frente de Todos podría salir indemne en las urnas con este panorama?
Por lo pronto, quedó suspendida sin fecha la visita que iba a hacer Massa a la sede de la CGT de la calle Azopardo al 800. Fue imaginada a mediados de febrero, cuando iba a realizarse como una forma de que los sindicalistas le dieran una señal explícita de respaldo. El encuentro se fue postergando por la intensa agenda del ministro, pero también por los indicios de que el costo de vida seguía sin bajar. Ahora, todo volvió a cero y en la CGT le pusieron paños fríos al encuentro con el ministro.
Pese a el duro panorama económico, en el grupo de WhatsApp de la CGT nadie dice nada sobre la inflación o los salarios ni reclama ninguna reunión. Es cierto que algunos dirigentes se tomaron unas extensas vacaciones. Mientras, el malestar de algunos por la falta de actividad sigue escalando. Por eso este martes, por fin, la mesa chica de la CGT se despertó de su larga siesta y decidió convocar a una reunión ampliada para la semana próxima y, aún sin fecha, a un encuentro del Consejo Directivo.
En estos meses de inacción, hubo muchos dirigentes temerosos de tomar decisiones o efectuar declaraciones que sumaran tensión a un escenario socioeconómico altamente inflamable. Otros quedaron atrapados en la dinámica rupturista de la CGT, con un ala dialoguista, la misma que controla la central obrera, y otra fracción intransigente, en la que militan Pablo Moyano (Camioneros) y dirigentes kirchneristas como Sergio Palazzo (bancarios). El clima entre los dos sectores se agitó al máximo la semana pasada durante la reunión del Consejo del Salario, que se realizó por Zoom: el sector dominante en la CGT terminó votando con el empresariado un aumento no acumulativo del 26,6% en tres tramos, con lo cual el sueldo mínimo se elevará a 87.987 pesos a partir de junio.
El hijo de Hugo Moyano se desconectó en señal de repudio: “Me dio vergüenza, estuve 10 minutos y me fui. Pasamos cuatro horas discutiendo por 18 mil pesos”, se quejó. Y calificó de “penoso” el encuentro. “No me voy a ir de la CGT ni voy a romper -dijo-, pero hay que decir lo que está pasando”.
Para colmo, se reeditó una polémica que se había instalado antes de fin de año: el moyanismo y gremios kirchneristas presionan al Gobierno para que otorgue una suma fija a los trabajadores de menores ingresos. “Si hay aspiración de ganar las elecciones, es el momento de poner guita en el bolsillo de la gente”, opinó Pablo Moyano. Volvió a discrepar la Casa Rosada a través de la ministra de Trabajo, Kelly Olmos: “No es el mejor método”, dijo. También insistió en rechazarlo la CGT a través de Andrés Rodríguez: “La cifra fija no nos interesa, deforma la estructura del salario, achata las categorizaciones, quita el poder del negociación lógico que tienen las partes que intervienen en una convención colectiva de trabajo. Eso lo hemos rechazado permanentemente”, señaló a Infobae.
En medio de este cuadro complejo, un informe que circula entre sindicalistas de distintos sectores causa tanta preocupación como el alza inflacionaria. Se trata de un estudio del Instituto de Estudios y Formación (IEF) de la CTA Autónoma, la versión no kirchnerista de esa central obrera, que consiste en una radiografía de la situación del mercado de trabajo con datos del tercer trimestre de 2022.
¿Qué dice el informe? En sus tramos principales, afirma que, en materia de trabajo, la presión sobre el mercado laboral, que supera a la desocupación, alcanzó al 23,1% de la Población Económicamente Activa (PEA) mientras la disponibilidad de la fuerza de trabajo fue del 29,2%. La precarización trepó al 48,7% de la fuerza laboral. Entre los jóvenes, 8 de cada 10 trabajadores tienen inserciones laborales precarias. Casi 3 de cada 10 trabajadores son pobres y el 5% son indigentes. El 37,2% de los trabajadores gana menos que el salario mínimo en su ocupación principal (30% en el caso de los varones y 46% entre las mujeres). Sobre política de ingresos, el informe sostiene que una cuarta parte de la población vive en hogares que reciben transferencias del Estado dirigidas a sectores de bajos ingresos. Sin embargo, el 92% de la población pobre que recibe asistencia vive del trabajo ya que los subsidios sólo representan en promedio el 24,7% de su ingreso total familiar.
Por eso hay dirigentes de la CGT que admiten que prefieren “protegerse”. Es decir, no hacer nada que complique más al Gobierno o hacer la plancha a la espera de un milagro que levante la economía y permita que las elecciones las gane algún candidato del Frente de Todos. Esa pasividad, a la vez, los habilita a tender puentes hacia referentes de Juntos por el Cambio por si vuelve a la Casa Rosada.
El gremialismo quedó atrapado en una encerrona perfecta. Confía en que, esté quien esté en el poder, lo va a necesitar para garantizar la paz social. Pero esa paz social no se podrá garantizar, como sus dirigentes saben, si siguen atrincherados y con sus bases en el frente de batalla, casi en soledad, dándole pelea como pueden a una crisis social galopante y a una inflación que no da tregua.