viernes 22 de noviembre de 2024 13:52:45

NO QUEDA OTRA

Alberto Fernández no puede fortalecerse por la incierta lealtad de sus apoyos. Las segundas líneas no firman ningún contrato hasta no ver cómo se resuelve la competencia interna

Por Beatriz Sarlo. El PRO dio principio visible y audible a la competencia por las candidaturas. Entró así en una pelea que el peronismo deja atrás, porque está más habituado al unicato. Macri tiene bajas posibilidades de encabezar la boleta en el 2023. El balance de su presidencia no es favorable ni siquiera entre quienes lo siguieron hasta el final. La candidatura presidencial será objeto de las disputas que hemos conocido en otros espacios políticos y no se salvará del estilo duro, sobre todo si Patricia Bullrich amenaza con trompear a sus compañeros.

La vocera presidencial,Gabriela Cerruti, hace aportes que mezclan provocación, falta de sensibilidad y ausencia de criterio. No entendió que su tarea la obliga a esquivar entuertos, para no verse, poco después, obligada a corregirlos, explicarlos o tratar de disolverlos. Le falta la prudencia necesaria al oficio, pero no es su culpa sino la de Alberto Fernàndez, quien la eligió para que estuviera allí empeorando sus dichos.

Da resultados pintorescos el llamado empoderamiento de las mujeres, ya que algunas, como Patricia Bulrrich, se atreven a usar frases que los hombres evitan en los medios, para que no se los acuse de machos arcaicos. Las mujeres parecen tocadas, en este punto, por una sombra de arcaísmo que conduce a sobreactuar la decisión y la potencia. El tema seguro que lo explicarán los analistas del discurso dentro de algún tiempito, cuando deje de ser políticamente incorrecto, ya que lo correcto es encontrar mujeres amenazadas, no amenazadoras. Macri no dejó los mejores recuerdos ni siquiera en quienes hoy siguen apoyándolo

Debilidad de los mandos. A diferencia de Néstor Kirchner, Macri no dejó los mejores recuerdos ni siquiera en quienes hoy siguen apoyándolo y tal escasa herencia no aumenta su capital político. Los buenos modales del ex presidente necesitan bases más sólidas que las ofrecidas por algunas encuestas. Kirchner, en cambio, es un mito que muchos pueden juzgar desmesurado, pero que le da continuidad simbólica al apellido.

Por otra parte, es un momento de lealtades débiles y fugaces, basadas no solo en los malos resultados de gestiones anteriores, sino en un largo proceso de disolución de los liderazgos que, hasta hace poco tiempo, parecían establecidos en los dos grandes espacios políticos y permitían inscribirse anticipadamente en una lista vencedora.

Alberto Fernández no puede fortalecerse por la incierta lealtad de sus apoyos. Las segundas líneas no firman ningún contrato hasta no ver cómo se resuelve la competencia interna. Nadie es macrista ni fernandista para siempre, porque, aunque se gane, hay que ver cuánto capital se gastó y cuáles son los compromisos tomados para llegar a la victoria. Los contratos y las lealtades duran tanto como los fugaces realineamientos y los cálculos cotidianos de los dirigentes de la segunda línea que, según los números, se quedan o se van con la música a otra parte.

Corto plazo. Los que marchan, incluso los miles que llegan en los ómnibus contratados por los jefes y jefecitos del Conurbano, se mueven por necesidad y están allí porque no les queda otra. Los movilizan los dirigentes barriales que les aseguran la llegada de los auxilios alimentarios o de una ambulancia a medianoche para atender a alguien en el corazón de una villa miseria. Nadie, de los muchos que he interrogado, tiene una respuesta más precisa que la de la frase arriba mencionada, que tiene la dureza de lo empírico: de verdad no les queda otra. El largo plazo de proyectos e ilusiones no existe frente a las necesidades básicas insatisfechas, que las capas medias todavía desconocen. Los pobres no tienen el privilegio del mediano plazo. Están preocupados por la comida del día siguiente.

Quién habla. Mientras tanto, en el PRO, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich se pelean y, al mismo tiempo, practican el doble discurso sobre los conflictos internos, que no es simplemente hipócrita. Saben que las peleas deben bajar su volumen y no convertirse en la única noticia política del día. Saben que los ciudadanos del común no entienden esos enredos personales, que juzgan despectivamente. Saben que nadie está pensando en el mediano plazo, como cuando la UCR tuvo al mediano plazo como escenario temporal de la lucha de Alfonsín por ganar su liderazgo. Hoy, los radicales no ofrecen un mensaje que pueda entusiasmar y aquella historia parece haber transcurrido en un pasado borroso.

La corrupción nos partió la columna

Y no lo ofrecen porque, un mensaje político se compone de dos dimensiones: lo que se dice y quién lo dice. Esas dimensiones deben unirse para despertar el entusiasmo. Si alguien logra unirlas, demostrará las cualidades del liderazgo, que implica ordenar el conflicto interno en primer lugar. Un líder resuelve el conflicto e indica un camino para salir del enfrentamiento. El líder organiza, no colabora en la desorganización. Liderar es, entre otros actos y, en primer lugar, ordenar en ambos sentidos. Quien ordena debe obtener que se acaten sus órdenes, caso contrario quedará de manifiesto que la porción de poder que dice tener no es suficiente para ordenar. O sea, que no está autorizado a impartir directivas y alinear a quienes deben seguirlas.

Esto es necesario, sobre todo, porque los “partidos de masas” (adjudiquemos el “término al justicialismo y al radicalismo) frente a sus fracasos han reducido sus ilusiones, convencidos de que ya no es tiempo. Si no es tiempo de los grandes proyectos que pudieron traducirse en grandes movilizaciones, tampoco es tiempo de grandes líderes, excepto los que propone la derecha, como lo prueba espectacularmente Trump en Estados Unidos y el eco que obtiene Milei  en la Argentina.

Traducido al criollo que todos comprendemos: no es tiempo de grandes transformaciones sino de inteligentes cambios de lo que la economía propone dentro de sus límites. Se acabó con la lucha de clases. Lo que se muestra es la opaca resistencia de los fallidos del sistema.

Se hace lo que se puede. Pero las movilizaciones persisten. El jueves, con predominio de carteles del Polo Obrero, se marchó por la Avenida de Mayo.

Los políticos encuadrados en las dos grandes plataformas parecen no verlos. Kicillof estaba ocupado en unir el distrito electoral de La Plata con los de Berisso y Ensenada. No hay que ser un experto en resultados electorales para percibir que este proyecto neutralizaría los votos en contra, que pueden llegar de La Plata, con los votos a favor, que pueden gestionarse en Berisso y Ensenada. Para ganar vale correr de aquí para allá los distritos electorales, así como se especula con cambiar la fecha de las PASO. No hay ley que no pueda modificarse.

Téngase en cuenta que salvar a Cristina es una de las responsabilidades de este gobierno

Cristina, con una lógica formalmente idéntica, insiste en la designación de un consejero en la Magistratura. La Corte cuestionó esa maniobra que podría salvar a la vicepresidenta de un juicio donde, de una vez por todas, se conozca el monto y origen de su fortuna.

Los intentos de Cristina Kirchner tienen como único objetivo evitar el juicio, no solo por las posibles consecuencias, sino porque seguirían exponiéndose las irregularidades de su gobierno. Cristina no quiere acusaciones, porque quien las realice hablará sobre temas que ella prefiere que permanezcan reservados o solamente atribuidos a los desvaríos de lo que considera la derecha.

Los mencionados intentos parecen manotazos de ahogado, como la torpe falsa división del bloque del Frente de Todos en el Senado, para lograr una mayoría trucha en el Consejo de la Magistratura. Luis Juez, senador por Córdoba, denunció la maniobra y esa denuncia obligó a que la Corte interviniera. Disculpen los lectores aburridos con estas maniobras del kirchnerismo. Téngase en cuenta que salvar a Cristina es una de las responsabilidades de este gobierno.

Alberto, mientras tanto, se fue a una Cumbre del G20, porque, en verdad, poco puede hacer para ordenar las cosas en la Casa de Gobierno, donde Massa es más astuto, más experimentado y ejecutivo. Los viajes al exterior del Presidente son también su derecho al gran mundo internacional. Putin no estará en esta reunión del G20. Por lo tanto, todos tranquilos, porque nuestro Presidente no volverá a ofrecer la Argentina como puerta de entrada de Rusia en América Latina. Ya lo hizo una vez y, al parecer, Putin estaba demasiado preocupado con Ucrania y tampoco tomó muy en serio la oferta. Fte. textual Perfil