FRENTE A LOS MOVIMIENTOS DE JUNTOS POR EL CAMBIO EL GOBIERNO SE PONE EN ALERTA
En los espacios enfrentados del FDT sopesan el efecto que puede provocar en el oficialismo el recalentamiento de las diferencias en la oposición
En pleno enardecimiento de las internas en el Frente de Todos (FDT), el Gobierno se puso en alerta ayer ante la belicosa reconfiguración de Juntos por el Cambio (JxC). Los distintos actores del oficialismo, enfrentados entre sí, siguieron con atención el encendido acto que realizó la UCR en Costa Salguero, y que representó un punto de inflexión en el frente opositor. En los distintos búnkers oficialistas analizan cómo posicionarse ante la virtual fragmentación del rival, un fenómeno que podría representar una oportunidad para unirse, pero también provocar un “efecto espejo” en la propia fuerza, que también enfrenta graves divisiones.
La fuerte discusión que se arrastra desde hace largos meses en Juntos por el Cambio quedó al desnudo como nunca, ayer, cuando dos de los dirigentes más fuertes de la UCR, Gerardo Morales y Martín Lousteau, desafiaron a Mauricio Macri en un homenaje a Raúl Alfonsín. Los datos más llamativos del encuentro fueron la presencia de Horacio Rodríguez Larreta, el jefe de gobierno porteño y presidenciable del sector moderado de PRO, que emitió, de esa manera, una clara señal de apoyo a las intenciones de Lousteau para sucederlo en la Ciudad. Y, al mismo tiempo, la ausencia de la titular de PRO, Patricia Bullrich, presidenciable del sector más duro del partido.
La fuerte sacudida en la oposición llamó la atención de los actores del oficialismo, que en la tarde del sábado, poco después del acto de los radicales, intercambiaban miradas sobre cómo podría afectar al Frente de Todos. Según se pudo reconstruir, Alberto Fernández conversó del tema con su círculo íntimo, durante el acto que protagonizó ayer en Zárate, donde orientó su discurso a un nuevo pedido de unidad, a pesar de que la semana estuvo atravesada por los dardos cruzados entre el kirchnerismo y la Casa Rosada por los enfoques económicos y electorales disímiles.
En el círculo de Olivos analizaban si el -cada vez más- agresivo forcejeo en JxC podría representar una oportunidad para el oficialismo, y en particular, para Alberto Fernández, o bien una quimera. “Lo que pasa en la oposición indica que todo está abierto. Significa que si el Frente de Todos mantiene la unidad y mejora la gestión, tiene serias chances”, dijo anoche un alto funcionario muy cercano al primer mandatario, quien cree que si logra bajar un punto de inflación por mes, llegaría competitivo a las PASO.
Fue con esa mirada política que el Presidente emitió, ayer por la tarde, un discurso orientado a la unidad en el Gobierno ante las próximas elecciones. “Todos estamos en un mismo barco, y nadie se salva solo”, dijo ante un micrófono y un grupo reducido de militantes, desde el escenario que habían montado las autoridades locales en el estadio Diego Armando Maradona. Apaciguó, así, el tono envalentonado que había adoptado el miércoles, en una entrevista con El Destape, cuando se había mostrado firme en sus intenciones de competir en las Primarias y en sostener las PASO, a pesar de que sabía que tocaría un nervio en el kirchnerismo.
En un acto casi simultáneo, La Cámpora, en cambio, no mostró ninguna intención de calmar los ánimos. También durante la tarde del sábado desde la ex ESMA, Máximo Kirchner volvió a la carga contra la Casa Rosada con un largo discurso donde le reprochó al Presidente, aunque sin nombrarlo, su “hipersensibilidad” ante las críticas; criticó el acuerdo con el FMI que cerró Martín Guzmán -señaló que “hay que renegociarlo en 2023 o 2024?-; y acometió contra la administración nacional por mostrar sus aspiraciones electorales a pesar de la crisis inflacionaria.
“Aunque haya dificultades, no podemos dejar de cumplir el contrato electoral, hay que transpirar la camiseta, no pensar en si me van a elegir o no en las elecciones. Es hoy. ¿Cómo vamos a esperar que la gente nos escuche con un 6, 7 por ciento de inflación mensual?”, disparó el líder camporista.
A diferencia de la Casa Rosada, en el sector que lideran Máximo y Cristina Kirchner no creen que el tambaleo de Juntos por el Cambio ayude a dirimir las diferencias propias. “No incide en nada. A lo sumo, puede servir en la provincia de Buenos Aires, donde no hay ballotage. Pero a nivel nacional, no hay mucho registro”, dijo un importante funcionario de La Cámpora.
El kirchnerismo se muestra decidido a continuar la disputa con Alberto Fernández, sea cual sea el estado de la relación entre el PRO y el radicalismo. Esta semana, el hijo de CFK mostró reprobación ante las aspiraciones de reelección del Presidente; y el ministro del Interior y alfil cristinista, Eduardo “Wado” de Pedro, sumó presión para que se suspendan las PASO, al remarcar, también en diálogo con el Destape, que “la mayoría” en el oficialismo “le pide” que no se realicen. Como si fuera poco, apenas después de la aprobación del Presupuesto en Diputados, el legislador Luis Di Giacomo, del bloque Juntos Somos Río Negro -cercano al kirchnerismo- directamente presentó un proyecto de ley para derogar las primarias.
Los retos de los duros del FDT no se traslucen únicamente en el orden de la configuración político-electoral, sino también en el plano económico. Días atrás, Cristina Kirchner arremetió contra el Gobierno por los aumentos dispuestos para las prepagas; y De Pedro, en la misma entrevista, ventiló los supuestos diálogos, hasta ese momento desconocidos, entre el ministro de Economía, Sergio Massa y la vicepresidenta por la implementación de una suma fija para trabajadores registrados. Una medida que, saben bien, es resistida por Alberto Fernández y sus aliados de la CGT, que prefieren que cualquier refuerzo salarial se decida por sector, en paritarias. El viernes, el jefe de Estado le pidió a los titulares de Hacienda y de Trabajo que, en cambio, trabajen en la implementación de un “bono”, que tendría un alcance inferior al que piden desde la presidencia del Senado.
Massa, en tanto, busca mantenerse, lo más posible, al margen de la disputa entre el Presidente y la vicepresidenta. Por ahora, cuenta con el apoyo del kirchnerismo para llevar a cabo su plan económico. Pero ese respaldo no es incondicional, e intenta hacer equilibrio entre los empresarios, la CGT y los pedidos del espacio K, con la mirada en las próximas elecciones presidenciales. Cree que si logra mostrar resultados cumplir con las metas del FMI y, al mismo tiempo, bajar la inflación, puede llegar competitivo a la próxima gran pelea en las urnas.
En el Gobierno todos miran a la reconfiguración de la oposición con atención, pero aún delinean las respectivas estrategias y sopesan cómo podría afectarlos. Mientras los moderados desean que los fortalezca como bloque y piensan el modo de aprovechar las falencias en la estructura del adversario, otros temen que la fragmentación del otro lado tenga un “efecto espejo” en el oficialismo, como deslizó, en reserva, un importante dirigente que dialoga con ambos sectores del FDT y que miró con preocupación el acto radical que puso al borde de la ruptura al frente opositor. Fte. I