AHORA LA INTERNA DEL GOBIERNO SE JUEGA ENTRE EL SILENCIO DE CRISTINA Y EL ALINEAMIENTO FRENTE AL FMI
Los funcionarios en cuestión -Roberto Feletti, Matías Kulfas, Miguel Pesce, Martín Guzmán- escriben sus líneas en este primer capítulo poselectoral
Todos los movimientos se explican como consecuencia de la derrota electoral. Y en esa línea se anotan los roces con Feletti y las forzadas aclaraciones del titular del Banco Central. También, los gestos de Guzmán para asegurar aval de la ex presidente en las tratativas con el Fondo
Un secretario de Estado puede ignorar con una declaración la jerarquía orgánica de tres ministros y merecer la respuesta de uno de ellos para atenuar el impacto de tales dichos. Y una exposición del presidente del Banco Central que no dice nada nuevo respecto de la discusión más amplia con el FMI debe ser morigerada con un comunicado del mismo protagonista para una lectura incómoda para el jefe de Economía. Los funcionarios en cuestión -Roberto Feletti, Matías Kulfas, Miguel Pesce, Martín Guzmán- escriben sus líneas en este primer capítulo poselectoral y los temas dominantes siguen siendo dos, con perspectivas hasta ahora inciertas: la interna y la negociación con el FMI.
Cada gesto de un funcionario es analizado bajo uno de esos focos y en algunos casos, de los dos. Cerca de Alberto Fernández traducen cada paso propio como una acción tendiente a afirmar poder propio en la tensión con el kirchnerismo duro. El silencio de Cristina Fernández de Kirchner es un síntoma del impacto de la derrota electoral. Pero es un silencio corrosivo, porque supone que su palabra puede agravar el cuadro de manera dramática, en la interna y en el frente externo, además de la relación con la oposición. Un interrogante que desgasta.
Ese es algo que lamentan en reserva funcionarios del Gobierno, que dejan trascender -con cuidado, otra vez, frente a una eventual réplica de CFK- que el objetivo vital es allanar el camino a las tratativas con el FMI y serenar la economía. Destacan, por ejemplo, algunos pasos ya dados: un déficit por debajo del Presupuesto, ajustes en el sistema previsional o, más reciente, la señal de que medidas de “emergencia” como la doble indemnización serían archivadas a fin de año.
Por ahora, destacan, no hay movimientos críticos de CFK. Un respiro, porque otros datos y proyecciones sacuden los planes de Economía: en primer lugar, la inflación actual y el posible efecto de una suba de tarifas, diferenciada, para bajar subsidios.
Hay quienes suponen, además, que la necesidad de un compromiso con sustento político reclamado por el Fondo no puede agotarse con mirada reducida a minimizar costos propios y compartirlos. En la mirada más fría, se destaca que sería un requisito básico para lograr, aun sin hay acuerdo con el FMI, un lento proceso de inversión extranjera directa que motorice a la economía local.
Ese sustento político debería comenzar por el propio frente interno del oficialismo. Martín Guzmán se ha encargado de decir que sus tratativas tienen el aval de la vicepresidente, un síntoma del estado de cosas en el poder. Y el Presidente se encargó de destacar que el ministro -siempre en observación del kirchnerismo duro- es el único interlocutor con el Fondo. Eso mismo generó ayer una rápida aclaración de Pesce sobre el reclamo de mejores condiciones al organismo internacional. Pareció una respuesta a un pedido reservado desde el Ejecutivo al titular del BCRA.
Pesce había expuesto en una jornada organizada por el propio Banco Central un reclamo repetido por el oficialismo. No constituyó en sí mismo una novedad. Dijo que el FMI debería modificar plazos y tasas de interés, para favorecer la economía de naciones en problemas. El dato saliente, a juicio de otros funcionarios muy sensibles en ese terreno, es que lo hizo en este contexto doméstico. La aclaración posterior fue por medio de un comunicado formal. Dijo que no se había referido a la negociación encarada por el Gobierno.
Es llamativo que en medios oficiales ese tipo de gestos -como el que debió formalizar Pesce- sean considerados un mensaje al FMI. Al revés, tanto cuidado hablaría antes que nada de irresueltas pulseadas en el oficialismo, lo cual sí sigue siendo una cuestión de peso en el frente externo. Se descuenta que cada movida de este tipo es empujada por la necesidad de afirmar posiciones internas en un tablero complicado.
Del mismo modo fue destacada en las últimas horas un primer gesto de reconvención a Feletti, funcionario alineado con el cristinismo duro. El cortinado de fondo sigue siendo la inflación, que no registraría ni siquiera el impacto inicial que se le atribuye al congelamiento o control de precios. Septiembre y octubre, con anotaciones del 3,5%, rompieron la expectativa de cierto descenso alimentada en los cuatro meses previos. Y noviembre también sería difícil, según cálculos de consultoras privadas.
El último episodio protagonizado por el encargado de Comercio Interior fue su advertencia sobre un posible aumento de retenciones a las exportaciones de carne. Con pocas palabras, un secretario de Estado sorprendió e incomodó así a tres integrantes del Gabinete nacional: Kulfas, su superior en la jerarquía de Desarrollo Productivo; Guzmán, jefe de Economía, y Julián Domínguez, ministro de Agricultura.
La respuesta de Kulfas resultaría destacada en el círculo de Olivos por varias razones. El tono: dijo que lo de Feletti fue la expresión cuestionable de un pensamiento “en voz alta”. El destinatario, en traducción interna: un hombre de CFK. Y por supuesto, el emisor: un ministro, en este caso Kulfas, muy descalificado por la ex presidente. Para completar, sería considerado un gesto para distender la relación con el sector de mayor gravitación económica.
La disputa en el oficalismo es jugada sobre las huellas de la derrota electoral. Nada queda al margen: desde los intentos del Presidente para afirmar su lugar y el silencio de CFK hasta la negociación con el FMI. De eso se trata la “nueva interna”. Por Edardo Aulicino. Identidad Correntina