LA INSTALACIÒN DE MUCHOS INTEGRANTES DE LA AGRUPACIÒN «LA CAMPORA» PRODUJO ROCES CON LOS INTENDENTES DEL CONURBANO
La agrupación que comanda Máximo Kirchner copó lugares clave en las listas de varios distritos del conurbano para sacarle poder a los intendentes
El viernes, mientras todavía se negociaban candidaturas entre las diferentes facciones de la coalición, Alberto Fernández le adelantó a Eduardo «Bali» Bucca que piensa en una «oxigenación» del gabinete, una idea que ronda desde hace tiempo en su cabeza, que es reclamada por sus socios y que espera el momento oportuno para instrumentarla.
El Presidente recibió al diputado en Olivos después de que cerrara directamente con Máximo Kirchner su incorporación al Frente de Todos, cristalizada en la precandidatura a senador provincial por la séptima sección, una postulación que le sirve al kirchnerismo porque necesita descontar en el Senado provincial los seis legisladores que le sobran a la oposición. Bucca llegó a la quinta presidencial con el acuerdo sellado con La Cámpora, que volvió a exhibir en este cierre de listas una demostración de poder descomunal. «Son implacables», definió este domingo un dirigente bonaerense que se anota, mal que le pese, en la nómina de heridos.
El adelanto de Fernández al legislador oriundo de Bolívar incluyó, según fuentes del entorno presidencial, una oferta concreta: el jefe de Estado le dijo que, en paralelo a lo acordado con el jefe de La Cámpora, lo tenía en cuenta para renovar el gabinete.
En Casa Rosada aseguran que la confección de las listas legislativas de este fin de semana respetó la unidad: «Fue el mejor armado posible». Explican que, por ejemplo, el Presidente se anotó como propias las postulaciones de Leandro Santoro en Ciudad y de Victoria Tolosa Paz en Provincia, ambos como cabeza de lista. Y la de Martín Gill, secretario de Obras Públicas, en la siempre esquiva Córdoba.
Fernández puede mostrar, además, que aguantó las intensas presiones para desprenderse de su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, uno de sus funcionarios más leales y de mayor confianza. Lo cierto es que mientras desde el Gobierno se esforzaban en las últimas semanas en ahuyentar ese trascendido y en confirmar a Tolosa Paz como primera precandidata en el distrito de mayor peso electoral -y medular para el proyecto K-, la vicepresidenta y el camporismo estaban abocados en ocupar lugares.
Lo mismo que Sergio Massa, que se aseguró a Marcela Passo, Mónica Litza y Micaela Morán como representantes del Frente Renovador en la lista de precandidatos nacionales de la Provincia, sin contar a Daniel Arroyo, cuyo padrinazgo ahora es difuso. «Respetaron mucho el espacio del FR, nos fue muy bien», decían este domingo cerca del presidente de la Cámara baja, visiblemente entusiasmados.
Incorporaron, además, precandidatos provinciales en todas las secciones: «En algunos casos, dos por sección». Enrique Cresto, administrador del ENOHSA, cabeza en Entre Ríos y del riñón del gobernador Gustavo Bordet, se referencia en el ex intendente de Tigre a nivel nacional. Aunque el jefe de Estado también lo considera «propio».
Por el contrario, hay una lista de heridos que tiene a buena parte de los intendentes del Gran Buenos Aires con el primer lugar del podio garantizado, a pesar de la incorporación de Julio Pereyra en la boleta. Los ejemplos abundan.
Mariano Cascallares, de Almirante Brown, firmó por ejemplo como primer postulante en la tercera sección, pero cedió ante el avance del camporismo: José Lepere, viceministro del Interior, íntimo de Eduardo «Wado» de Pedro, quedó al frente de la lista de concejales del distrito. «Entregó el distrito», resalta uno de sus colegas comunales.
Gabriel Katopodis, que también sonó como candidato, logró que su mujer, Nancy Cappelloni, encabece la boleta de concejales de San Martín. Pero el ministro de Obras Públicas no pudo colar postulantes en la primera sección electoral. Sí lo hicieron Leonardi Nardini y Gustavo Menéndez.
Los casos más emblemáticos, de todos modos, son los de Fernando Gray y Juan Zabaleta, que no solo no lograron lista de unidad en sus distritos, si no que irán a una interna contra La Cámpora.
El de Hurlingham es, quizá, el más ruidoso: el intendente sonó con fuerza para reemplazar a Arroyo en el Ministerio de Desarrollo Social, y terminó como precandidato a concejal para plebiscitar su gestión frente a Martín Rodríguez, subdirector Ejecutivo del PAMI y ex cuñado de Andrés «Cuervo» Larroque.
Larroque, en tanto, volvió a nombrarse como sucesor de Arroyo en un ministerio loteado por los movimientos sociales. De concretarse, sería el segundo ministro que podría perder Axel Kicillof tras la postulación de Daniel Gollán. El gobernador tampoco pudo imponer demasiados candidatos de su riñón.
El avance voraz de Máximo Kirchner y su agrupación en territorio bonaerense se da después de su primera incursión, en el PJ bonaerense. Según trasciende, la pelea de fondo es por la habilitación de las re-reelecciones, prohibidas en el 2016: los intendentes tienen sobrados motivos para creer que, al final, todo seguiría como hasta ahora.
Hay, dentro del elenco estable de funcionarios del Presidente, otros casos puntuales de derrotas. Uno es Julián Leunda, asesor del jefe de Estado, que quería postularse en Chubut: Cristina Kirchner se impuso en favor de Carlos Linares, jefe del PJ local. Fernández le avisó a su colaborador que se quedará a su lado, y que debían ir con lista de unidad. Parecido es lo del ministro Matías Lammens, que no pudo incluir a ningún dirigente en la Ciudad.
Distinta es la situación de Agustín Rossi, que irá a una primaria para el Senado en Santa Fe frente a Marcelo Lewandowski y María de los Ángeles Sacnunc, la preferida de la vicepresidenta. Rossi no quería ser candidato, pero Fernández le pidió que sea. Aún cuando tenga enfrente al gobernador Omar Perotti -va de senador suplente- y a la propia ex Presidenta.
Si pierde la interna, la figura de Rossi quedará debilitada. Justo en momentos en que el jefe de Estado medita habilitar cambios en el gabinete, con el fin de la pandemia en el horizonte y en busca de un relanzamiento de la gestión que le de algo de frescura a su liderazgo.