LA UE Y EL REINO UNIDO SELLAN UN ACUERDO HISTÒRICO PARA LA ERA POST BREXIT
Los negociadores han dedicado toda la madrugada del jueves a revisar los detalles de 2.000 páginas de texto. Johnson pide a sus ministros que le ayuden “a vender el acuerdo”
Bruselas y Londres han esquivado el precipicio cuando ya casi tenían los dos pies fuera. A siete días de que finalizara el período de transición acordado a principios de año, y de que el Brexit pasara de ser una decisión política a una realidad jurídica con todas sus consecuencias, los equipos negociadores liderados por Michel Barnier (UE) y David Frost (Reino Unido) han logrado cerrar este jueves el acuerdo comercial que regulará en los próximos años las relaciones entre la isla y el continente. El futuro acceso y cuotas de los pescadores de la UE a las aguas británicas ha sido hasta el final el escollo más complicado. El texto deberá entrar en vigor de manera provisional el 1 de enero, porque ya está claro que el Parlamento Europeo no podrá ratificarlo antes de que concluya 2020.
El final de la transición complicará los contactos comerciales, al introducirse obligaciones aduaneras y fiscales. Pero el acuerdo alcanzado este jueves evita la aplicación de aranceles y cuotas de importación, lo que facilitará los intercambios comerciales y, sobre todo, permitirá mantener la integración de las cadenas de producción que en sectores como el automovilístico o el aeronáutico cruzan de un lado a otro del canal de la Mancha.
Ambas partes esperan turbulencias en los meses venideros, y por eso han negociado mecanismos de vigilancia mutua y de posibles represalias si se incumple el acuerdo. La posible competencia desleal del Reino Unido preocupaba a la UE. Johnson ganó las elecciones con la promesa de inundar de infraestructuras e inversiones tecnológicas el empobrecido norte de Inglaterra. Bruselas temía que Londres se lanzara a subsidiar públicamente empresas nacionales, rebajara impuestos o rebajara su normativa laboral, medioambiental o en materia de derechos de los consumidores para dar ventaja competitiva a sus propias empresas.
El trámite de los próximos días parece más sencillo en el lado de la UE, aunque no se pueden descartar las sorpresas. El tratado deberá ser revisado por el comité de representantes permanentes de los 27 socios en Bruselas, con rango de embajadores. La luz verde diplomática debería ser confirmada por los 27 Gobiernos en las capitales. Y el Parlamento Europeo podría convocar una reunión de los presidentes de los grupos parlamentarios para dar su primera opinión sobre el texto. Se da por descartada una ratificación de la Cámara antes de fin de año, por lo que Bruselas ha buscado alternativas legales que no dejen ningún hueco, para evitar un posible caos fronterizo o aduanero. La fórmula con más posibilidades será la aplicación provisional del tratado, que pueden decidir los 27 socios. O por lo menos, de los capítulos del texto que permitan preservar un tráfico comercial fluido a partir del 1 de enero.
El European Research Group (Grupo de Investigaciones Europeas), que concentra a decenas de diputados conservadores euroescépticos, ya ha anunciado que su comité directivo y sus expertos están listos para comenzar a revisar los detalles del texto acordado en cuanto llegue a sus manos. Fue este grupo de presión el que maniobró para frenar el acuerdo que la anterior primera ministra, Theresa May, cerró con Bruselas. Y acabaron provocando su dimisión y la llegada al poder de Boris Johnson. El primer ministro debe ahora embarcarse en la tarea de convencerles de que el nuevo acuerdo es una victoria para el Reino Unido y la posibilidad de concluir finalmente, cuatro años después del referéndum, el largo viaje del Brexit. Inmersos en una crisis sanitaria y económica descomunal, no parece haber apetito para nuevas refriegas dentro del partido. Y la oposición laborista, encabezada por su nuevo líder, Keir Starmer, quiere dejar también atrás el debate europeo, que fraccionó sus filas tanto como las de los conservadores. Aunque se produzcan algunas previsibles abstenciones o votos en contra, Starmer confía en que su grupo parlamentario respalde el texto. Algunas fuentes parlamentarias indican que el Gobierno podría convocar el 30 de diciembre a los diputados para una sesión extraordinaria de la Cámara de los Comunes que ratificaría, a punto casi de expirar el plazo del periodo de transición, el nuevo acuerdo. Y Johnson lograría cerrar un año que ha sido nefasto para él con una victoria que la prensa tabloide conservadora celebraba ya a bombo y platillo en sus primeras ediciones de este jueves. Fte. El Paìs