EL APARTAMIENTO DE CRISTINA ¿RELATO O PRESERVACIÓN?
Primera certeza: Cristina se ha despegado del gobierno, no de la coalición que ha creado para triunfar hace un año
Todos los ministros apuntados por Cristina han sido convocados por Alberto o aportados por Massa. Primera certeza: Cristina se ha despegado del gobierno, no de la coalición que ha creado para triunfar hace un año. Esta contradicción aparente la resuelve con desparpajo, dejando a Fernández a su suerte de las decisiones y tomando prudente distancia de las consecuencias de esas decisiones. Dijo, con otras palabras, que será socia en los aciertos porque ha sido la arquitecta de este artefacto político, pero no víctima -ella y por extensión su vasto sector- de los errores. Fernández leyó las nueve carillas de la carta de la vicepresidenta y encontró respaldo. Quizás en la sinología del peronismo haya signos que sólo los iniciados puedan leer. La pregunta es si Cristina puede desentenderse de los asuntos de gobierno, si son creíbles sus intenciones de no meterse con el Poder Ejecutivo y si una crisis, como la que cabalga Alberto con dificultad, no engullirá a todos los protagonistas de este drama. Hay quienes ven en ese intento de apartamiento un síntoma de debilidad.
Segunda certeza: el amplio frente electoral fue armado, dice, para permitir que el peronismo volviese al poder, y es presentado como un gran gesto de generosidad de ella, líder de la mayoría, al convocar a todos, inclusive a aquellos que han sido críticos con ella (Fernández) o le habían prometido cárcel (Massa). Dijo que les dio el gobierno, pero está evitando la animosidad y resistencia de los mismos que la habían enfrentado durante su gobierno. Su conclusión es que el problema de esos opositores es el peronismo, no Cristina. La respuesta podría ser a la inversa. Armó la coalición porque el kirchnerismo no podía ganar solo. Además, los problemas del Gobierno derivan de su propia composición y del poder vicario, real o imaginado. El Presidente dedica la mayor parte de su tiempo en tratar de conformar a todos y cada uno de los sectores que componen el oficialismo, y no lo logra. Está claro que el sistema no sirve para gobernar.
Tercera certeza: mientras sostiene que nadie puede influir sobre el Presidente, ha encendido la mecha de una crisis de Gabinete. Todos los apuntados por Cristina -Kulfas, Bielsa, Losardo, Solá, Beliz, Arroyo, Ibarra, Moroni, Meoni- han sido convocados por Alberto o aportados por Massa. Fernández está barruntando desde hace tiempo cambios de ministros, aunque postergue la decisión. En esa decisión se verá si mostrará autonomía y marcará un rumbo, o si continuará haciendo equilibrio sin red con rumbo incierto.
Cuarta certeza: Cristina habló de un acuerdo para resolver el bimonetarismo. Antes de esa propuesta, fustigó a los empresarios y responsabilizó a Macri y a la oposición. Se sabe cuál es la mala opinión que tiene la ex presidenta sobre el campo y sobre el sindicalismo tradicional. ¿Con quién pretende hacer el acuerdo, lo que en teoría es razonable? Lavagna salió a reivindicar los consensos, una respuesta positiva a la negativa de Macri. El ex ministro había dicho que el oficialismo debía definir bien las investiduras, esto es quién manda, si Alberto o Cristina, para que ese consenso esté a salvo de las disputas internas, y de los crujidos de la oposición. Y eso nadie puede garantizarle a Lavagna, de quien se dice, estaría más dispuesto a revisar su negativa a volver.Por Ricardo Kirschbaum para Clarín. Fte Identidad Correntina