EL PRESIDENTE DISCUTE EN ESTAS HORAS LAS CARACTERÍSTICAS DE LA NUEVA ETAPA DE LA CUARENTENA
“La gente se relajó y se relajó equivocadamente”, dijo el Presidente, y advirtió: “El botón rojo siempre está a mano”
Está claro que habrá extensión y, aunque no se diga, hay temor sobre el cumplimiento social aún frente a cifras que alarman, especialmente en Buenos Aires. El discurso presidencial no está exento de la cadena de temores o de cálculo que impidió administrar las restricciones. Eso explicaría las dos caras de un único mensaje. La primera: la idea de resguardar la vida, pero entendida como concepto casi exclusivamente biológico y capaz de subordinar cualquier otro tema, incluidas las libertades. Y la segunda: la advertencia sobre el poder propio para endurecer el aislamiento como respuesta a la flexibilidad colectiva y de hecho.
El discurso expuesto en las últimas declaraciones del Presidente incluyó también advertencias sobre la responsabilidad social. Es una demanda razonable, aunque condicionada entre otras razones porque no podría eludir datos de la realidad objetiva, en muchos aspectos previos a su gestión e incluso con décadas de arrastre. Un punto nada menor en la Capital, el Gran Buenos Aires y el resto de los grandes centros urbanos del país: la imposibilidad de cumplir un estricto aislamiento en zonas y barrios con graves problemas habitacionales y sanitarios. Eso, y la actitud un tanto hipócrita de los gobiernos –nacional y locales- que insisten formalmente con la dureza de algunas medidas frente a un resquebrajamiento de hecho por agotamiento social con meses de cuarentena.
No se registra asomo de autocrítica o de admisión de mal cálculo frente a un virus que descoloca a todo el mundo. Resultó contraproducente –y a contramano de la tradición de la ciencia- sostener el consejo de científicos como escudo casi dogmático frente a cualquier otro aporte. Y seguramente generaron desgaste las continuas alusiones a curvas y picos como si fueran pronósticos.
“La gente se relajó y se relajó equivocadamente”, dijo el Presidente, y advirtió: “El botón rojo siempre está a mano”. Es decir, culpas y remedio. Los riesgos y las irresponsabilidades existen, no sólo en el común de la gente. Sobran las imágenes del poder a contramano de las normas. Pero ese tramo de las afirmaciones presidenciales remite otra vez al paternalismo y a la autoridad, como lo fue aquella idea porteña de prohibir las salidas de adultos mayores infantilizados de hecho. La supuesta protección, en lugar del llamado a la responsabilidad, y las advertencias sobre el poder del “botón rojo” son caras de una misma concepción. Es inquietante, más allá de los necesarios cuidados frente al coronavirus.