viernes 29 de marzo de 2024 12:25:16

EL DESAFIO DEL GOBIERNO: EVITAR CAER EN LA GRIETA

La crisis sanitaria desatada por el virus del COVID- 19 obligó a nuestro gobierno a tomar medidas drásticas para preservar la salud de la población

Por Santiago Tulliàn.La Argentina, al igual que el resto de los países del mundo, se encuentra en una situación de emergencia. La crisis sanitaria desatada por el virus del COVID- 19 obligó a nuestro gobierno a tomar medidas drásticas para preservar la salud de la población. Las decisiones arribadas resultaron ser oportunas, ya que fueron rápidas y duras como la situación lo ameritaba. Fue por ello que la oposición no dudó, dejó las diferencias políticas que los separan de lado y decidió brindarle todo su apoyo al gobierno. Es que el arco político entendió, al igual que gran parte de la población, que no era tiempo para mezquindades políticas ni para sacar rédito de la situación, era el momento de hacer un gesto patriótico y bregar por la unidad de todos los argentinos. Sin más, los días fueron transitando y todos nos fuimos acostumbrando a convivir con el encierro: la gran mayoría optó por hacer pública su rutina a través de las redes sociales, muchos youtubers e instagramers aportaron su creatividad para entretener a sus seguidores, se viralizaron centenares de videos graciosos y también hubo unidad para repudiar y denunciar a los irresponsables que violaban la cuarentena. El clima, a pesar de la triste situación, se mantenía estable y a medida que nos íbamos anoticiando de los trágicos sucesos ocurridos en Italia, España y luego Estados Unidos se agigantaba la figura del presidente ya que quedaba evidenciado que había actuado de forma acertada. Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar a fines de marzo. En muchos lugares del Conurbano la cuarentena no se cumplía y las autoridades locales estaban actuando tarde; además, empezaron a repercutir los efectos económicos de la cuarentena: varios comercios se veían imposibilitados de mantener los precios (no es la misma exigencia que tiene un comerciante que una gran empresa, cuyo respaldo económico le permite adecuarse con mayor facilidad a las exigencias de los controles de precios) y los rumores de reducciones salariales y despidos comenzaron a inquietar a la gente. El Presidente de la Nación apareció en cadena nacional para tratar de calmar los ánimos pero, a la luz de los hechos, parece que sus declaraciones tuvieron el efecto contrario. Muchos empresarios se vieron aludidos por el presidente, ya que este se refirió a algunos de ellos como “miserables” y, para empeorar la cosa, luego pronunció unos elogios para Hugo Moyano, a quien describió como un “dirigente gremial ejemplar”. Todo ese clima provocó un tumulto en la opinión popular que derivó en exigirle al arco político una baja de salarios, pues si uno se guía por el ingreso económico en “deciles” el correspondiente a gran parte de los funcionarios públicos se ubica dentro de los escalafones más elevados. Así como la política le exigió sacrificios a la ciudadanía esta le estaba exigiendo exactamente lo mismo a sus representantes. El caos no terminó allí, el punto máximo del conflicto se dio ayer cuando varios bancos de la localidad de San Justo amotinaron a centenares de personas, en su mayoría jubilados, lo que derivó en una situación bastante crítica, en donde unos cuantos jubilados se descompensaron y el distanciamiento social quedó en el olvido. La indignación de la gente se vio expresada en las redes y la unidad nacional se convirtió en una utopía.

Hace unos días una noticia inundó las redes afirmando que la imagen positiva del presidente en estos tiempos de crisis rondada el 93%. Es evidente que dicho número decreció sustancialmente, lo cual no debería alarmar al presidente pues la situación exige más la actuación de un estadista que de un experto en estadística. El presidente no debe imitar a su vicepresidente y polemizar con aquellos ciudadanos y sectores socio económicos que lo están criticando sino que se debe hacer responsable de sus errores y procurar encontrar soluciones para evitar el pánico. Gran parte de sus críticos hasta hace unos días eran simpatizantes y eso es algo que no debe perder de vista para no caer en la lógica amigo- enemigo. Si radicaliza sus discursos y comienza a agarrarle el gusto a la línea divisoria lo único que va a lograr es que sus nuevos críticos festejen sus errores y se olviden que los errores del presidente son los errores del gobierno y los errores del gobierno son el sufrimiento de un país, y el país somos todos los habitantes del suelo argentino, independientemente de nuestra bandera político partidaria.

El desafío es encontrar la estabilidad en tiempos de extremismo, de escuchar en tiempos de individualismo y de dialogar en tiempos de ego. Las soluciones las va a brindar la diversidad y por ello el objetivo de las críticas y las discusiones no debe ser la victoria del argumento sino el progreso y, con ello, la obtención de soluciones que nos faciliten la vida a los argentinos.