NOTABLE REPORTAJE AL EXPERIMENTADO CONSULTOR POLÌTICO CARLOS FARA SOBRE LOS PRIMEROS MESES DEL GOBIERNO DE ALBERTO FERNÀNDEZ
El principal desafío, en concreto, es que Argentina pueda zafar del default, un hecho que sería grave, más allá de las buenas intenciones que el Presidente tenga
Con más de 33 años de experiencia y unas 140 campañas electorales en Latinoamérica en su haber, también reflexiona sobre las tensiones internas que surgieron entre los distintos integrantes del Frente de Todos, en medio del acotado margen de maniobra que existe para gobernar en una coyuntura nacional llena de problemas.
En base a estos condicionamientos, Fara analiza el posicionamiento que tomó el primer mandatario para gestionar y tener a toda su «tropa» alineada.
-¿Qué reflexión general realiza del discurso de Alberto Fernández en la apertura de sesiones del Congreso?
-Me parece que el Presidente trata de poner sobre la mesa temas fuertes de agenda, como el judicial y el de la legalización del aborto, de manera de poder equilibrar el hecho de que no va a tener muchas buenas noticias para contar en los próximos tiempos sobre el tema económico, que va a ser la gran preocupación de la gente. De esa forma, lo muestran con iniciativas en cosas que pueden generar polémica, pero que, por lo menos, no se ve a un gobierno solo o atrapado en la resolución de lo que tiene que ver con el frente externo.
Desde el punto de vista del estilo, me parece que Alberto Fernàndez apuesta todo el tiempo a ser el gran equilibrista, el gran moderado, para diferenciarse del estilo de Cristina, de manera que las críticas que le pasa la oposición vayan sobre desacuerdos en materia de orientación política naturalmente, pero que no tengan tanto que ver con críticas personales a su estilo de liderazgo y al respecto de ciertas formas.
-¿Cómo evalúa el momento político actual?
-Creo que estamos en un escenario donde se empezó a manifestar la conflictividad previsible, esto se refiere a que el Gobierno comienza a andar y a enfrentarse con los problemas concretos y con las dificultades simbólicas que le planteaba la génesis del propio Frente de Todos. Está claro que Alberto no sólo está transitando la tensión económica, sino la tensión política derivada de que es un frente de distinta índole y que iban a empezar a surgir matices, como el tema de los presos políticos, algunas cuestiones de política exterior o dar vuelta o no de página respecto al vínculo con los militares, entre varios aspectos similares. Amén de algunas improvisaciones que ocurren en todo gobierno, como los temas de las tarifas y costos del transporte.
-¿Cuál es el margen político que tiene Alberto Fernández frente a una economía que se muestra fría?
-El margen de maniobra que tiene todavía es amplio, primero porque recién empieza su mandato, lo cual genera un efecto de paciencia en parte de la sociedad. También es cierto que la gran mayoría de la gente cree que le dejaron una situación muy complicada y que, por lo tanto, le va a costar ordenar la cuestión. Me parece que, además, el Frente de Todos sigue encolumnado, más allá de los matices y diferencias que hay que son más del plano de lo simbólico que de lo concreto. El punto acá es que tarde o temprano Alberto va a necesitar mostrar algún tipo de éxito en el plano de la economía local, como para demostrar que tiene habilidad suficiente para llevar el barco a buen puerto.
-¿Y cómo podría verse afectada la relación entre las diversas fuerzas internas si no se recupera la economía en el corto plazo?
-Va a haber más paciencia, sobre todo desde el ala del peronismo más tradicional, es decir, por parte de los gobernadores, los intendentes, el massismo. Por el lado de La Cámpora, también le va a tener paciencia, porque es parte del acuerdo original entre Alberto y Cristina. Pero algunos sectores van a salir a «disparar» por ciertas cosas, pero me parece que es un problema de lapsos.
Nadie cree que habrá algún tipo de resultado antes de mitad de año, o previo a que termine (o se ordene) la negociación de deuda con el frente externo, en términos generales.
-Antes mencionaba algunas de las discordias que se ven dentro del Gobierno. ¿Qué puede ocurrir con estás fricciones entre kirchneristas y no kirchneristas?
-Las fricciones son fruto de la diversidad de los sectores dentro del Frente de Todos, y por el otro lado dicha diversidad obligó un poco a hacer un reparto de cargos para satisfacer a todos ellos. Obviamente, eso tiene una tensión interna sobre cuánta lealtad de manera directa hay hacia el Presidente y cuántos consideran que su propio referente es el que lo conduce.
Fricciones va a haber todo el tiempo por la propia naturaleza de la coalición. No creo que desestabilicen la capacidad de Alberto de conducir. Lo que sí es concreto es que el aspecto principal del Presidente es que no se muestre como una especie de saco deshilachado, en el que cada uno lo va tirando de una parte y lo terminan desarmando. Me parece que al no tener todavía ningún éxito concreto por mostrar, esa amenaza siempre aparece.
-En base a este diagnóstico, ¿qué problemas está viendo en el Gobierno?
-A diferencia de Menem y los Kirchner, que eran líderes absolutos del peronismo y de la coalición que armaron, Alberto es un presidente de una coalición variopinta que se armó muy sobre la hora frente a la necesidad electoral y cuyo personaje con mayor poder político es, obviamente, Cristina.
Entonces, como es una experiencia inédita, es lógico que enfrente una serie de problemáticas nuevas para la historia del peronismo. Y al no ser Alberto todavía un líder, las tensiones se van a sentir. Eso sumado a las dificultades que se verán por la improvisación del Frente de Todos en la conformación y los repartos de cargos entre los distintos sectores.
-¿Y qué aspectos positivos considera que hay en los casi tres meses de gestión?
-El hecho positivo es que Alberto está llevando el acompañamiento de Cristina, que pasó a un segundo plano, y para bien o para mal se habla del Presidente. Alberto es el que tiene la botonera y quien, con dificultades, le pone orden al equipo, más allá de las opiniones en temas sensibles.
Creo que le está poniendo mucho foco al proceso de desindexación de la economía, que por supuesto eso puede ser pan para hoy y hambre para mañana pero, por lo menos, está conduciéndolo. Y es hábil en política exterior, algo que es muy complejo porque ahí se juega la suerte de la renegociación de la deuda externa. Me parece positivo que haya implementado muy rápidamente la tarjeta alimentaria, por la emergencia social. Esos aspectos me parecen interesantes, y además cuando intentó aprobar algo en el Congreso se notó que tiene los bloques muy disciplinados.
-En cuanto a lo que viene, ¿cuáles son los desafíos políticos que tendrá el Gobierno en los próximos meses para consolidarse?
-El principal desafío, en concreto, es que Argentina pueda zafar del default, un hecho que sería grave, más allá de las buenas intenciones que el Presidente tenga. Me parece que Alberto tiene el desafío del frente externo y de generar expectativas disponiendo de herramientas muy elementales, porque no tiene mucho margen de maniobra en lo económico y social.
El otro desafío es la consolidación política, en el que queda claro que va a tener dificultades políticas pero Cristina lo banca. Algo que, en términos generales, va a suceder, salvo que entremos en un descalabro y la situación, de alguna manera, obligue a la vicepresidenta a salir del bajo perfil. Fte. iProfesional entrevistó al analista político Carlos Fara para evaluar los primeros tres meses de gestión de Alberto Fernàndez