Conjetura uno, la mega devaluación no desincentivó la demanda de divisas. Conjetura dos, la intensidad de esta demanda crece a medida que nos acercamos a la fecha de las primarias presidenciales. Tres; a este ritmo los dólares del FMI alcanzan, pero dejarán a fin de año una situación dramática en las reservas del BCRA. Cuatro; la cuenta capital (por donde salen los dólares) hace rato que levantó la barrera del peaje y no hay control alguno. Cinco; en poco más de un mes, nos “comimos” los u$s 10.800 millones del último desembolso del Fondo por el pago de deuda y las subastas a cuenta del Tesoro. Seis; cada vez que se paga un bono, esos dólares no vuelven. Siete; las “reservas” hoy tienen u$s 67.096 millones pero, atención, solamente un tercio son de “libre disponibilidad” porque el resto son préstamos varios. Pese a las cifras, en el entorno del presidente de la autoridad monetaria, Guido Sandleris, mantienen la calma porque según analizan “la caída de reservas está dentro de lo calculado por la propia entidad”. En ese sentido explican que las reservas se fueron moviendo de forma consistente con los pagos que fue realizando el Tesoro y con las ventas diarias de los 60 millones de dólares. Tal es así, que cuando ingresan los desembolsos del FMI, las reservas crecen y cuando los fondos se van utilizando, lógicamente disminuyen.Una cuenta sencilla aporta. Por ejemplo, hasta el comienzo de esta semana, los últimos 25 días hábiles habían dejado un retroceso de u$s 10.478 millones en el número de reservas. Son algo así como u$s 291.000 por hora. Claro está que esa cifra contiene los u$s 1927 millones que bajaron las reservas, por ejemplo, por el pago de u$s 2250 millones del Bonar 2024. Si bien los depósitos en dólares en los bancos crecieron casi u$s 700 millones desde entonces (llegaron a u$s 30.948 millones, récord histórico), esto dejó un saldo negativo en el BCRA. El próximo 21 de junio el bono “Dual” paga su último vencimiento, unos $ 98.000 millones. El desafío será importante: hacer que, una parte importante de eso no vaya al dólar.
La paradoja es que si bien el nivel de reservas que tenía el Gobierno no se condecía con la inestabilidad cambiaria, ahora que el BCRA parece haber alcanzado cierta “comodidad” en el manejo del mercado (el dólar se mantiene en la brecha de los $46 / $46,80), la secuencia de caída de las reservas podría generarle un daño colateral: el nerviosismo por el rápido descenso. Otro peligro es que el nuevo esquema cambiario retroalimente los temores de los inversores especulativos sobre la capacidad de pago de los títulos de deuda que vencen el próximo año producto de la pérdida de reservas e impulse de nuevo al alza los indicadores de riesgo. Lo dicho entonces: no sólo se trata de la “fuga”, también del “misterio” sobre lo que traerá.Fte. Ambito