Jorge Telerman: «En una sala pública hay que pensar en el total de la comunidad
Según el ex jefe de gobierno de la ciudad (entre noviembre de 2005 y diciembre de 2007, luego de la destitución de Aníbal Ibarra) y ex jefe de campaña de Daniel Scioli, los teatros tendrán perfiles bien definidos
En los próximos días, el flamante director del Complejo Teatral Buenos Aires (CTBA), Jorge Telerman, anunciará oficialmente la fecha de reapertura del Teatro San Martín, luego de la decisión de cambiar definitivamente la estrategia de «operación a corazón abierto» llevada a cabo en los dos últimos años de la gestión de su predecesor, Alberto Ligaluppi, cuando el actual titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, estaba al frente del Ministerio de Cultura de la ciudad, hoy a cargo de Darío Lopérfido. Hay algunos datos que ya pueden adelantarse. Habrá un encargado para cada una de las salas del complejo, aunque por ahora sólo están confirmadas Eva Halac en el Regio; Vivi Tellas y Diana Theocharidis en el Sarmiento, y Luciano Monteagudo en la Sala Lugones. Falta decidir los responsables del Teatro de la Ribera y del Alvear. Se destinarán 15 millones de pesos a la producción de este año, una cifra que, admite Telerman, es exigua para las exigencias que se plantean, pero también la posible después del gasto de 180 millones que, según pudo averiguar LA NACION, insumirá la indispensable restauración edilicia. Y se pondrá en marcha la novedosa decisión de «sacar el San Martín a la calle», mientras se trabaja en su refacción.
Según el ex jefe de gobierno de la ciudad (entre noviembre de 2005 y diciembre de 2007, luego de la destitución de Aníbal Ibarra) y ex jefe de campaña de Daniel Scioli, los teatros tendrán perfiles bien definidos: el de la Ribera, cuyas obras estarán terminadas en mayo, contará con una programación de teatro popular y obras para las escuelas («el objetivo es empezar a formar audiencia», aclara), y el Alvear, que recién reabrirá sus puertas en 2017, estará orientado a la música. También se proyecta gestionar aportes privados para mejorar el funcionamiento de las salas: «En una sociedad moderna, dinámica y que progresa, los que más tienen hacen un aporte al desarrollo de las artes, la ciencia y la educación de su país -sostiene Telerman-. En los países que más nos gustan, esas iniciativas son normales».
Respecto de los criterios de programación, dice que hay que pensarlo «como un lugar de cruces». Para Telerman, «sería un error no aprovechar las salas que tenemos para que se exprese la diversidad de propuestas artísticas que existen. Habrá clásicos y vanguardia. Convocamos a Vivi Tellas, pero también voy a llamar a Augusto Fernandes. Tendremos horarios a destajo, mucha actividad. Y habrá espacio para la poesía y la performance». Telerman adelanta también que habrá renovación en la programación nacional e internacional (probablemente anclada en el Regio) y «seguramente, alguna puesta destinada a conmemorar los 400 años de la muerte de Shakespeare» (lo más probable es que sea una versión de Otelo dirigida por un artista argentino).
La fecha exacta de reapertura del edificio de la calle Corrientes será anunciada formalmente en unos días, cuando el ministro de Desarrollo Urbano porteño, Franco Moccia, confirme los tiempos que insumirá la ambiciosa obra.
-¿Por qué se llegó a esta situación con el Teatro San Martín?
-No me corresponde a mí contestar eso. Yo hablo del presente y del futuro. Cuando tuve el honor de que me convocaran para trabajar en este lugar que tanto quiero, encontré una situación difícil: apenas estaba terminado un 30% de la obra proyectada. La idea es completarla para poder generar contenidos, que será la parte esencial de mi gestión. Hay que tener las condiciones necesarias para que se puedan generar esos contenidos. Una vez evaluado el estado de la obra, propuse que de una vez por todas se tomara la decisión que había que tomar: cerrar para hacer el trabajo como corresponde. Un buen ejemplo de cómo hacer las cosas es el Teatro Colón, del cual todos los argentinos hoy estamos orgullosos. Yo comencé con el plan maestro del Colón y la obra la concluyó el gobierno de Mauricio Macri en la ciudad. El San Martín es la nave insignia del CTBA y necesita una intervención profunda. Cuando lo reabramos, dentro de seis meses, seguramente habrá una reacción parecida a la de la reapertura del Colón. Me encontré con un problema grave, pero también con la inmediata predisposición de las autoridades para resolverlo, para meter el bisturí a fondo.
-Lo de la «intervención a corazón abierto» no fue una buena idea.
-Definitivamente no. Había que cerrarlo para encarar las obras como corresponde. Las salas están casi terminadas, resta poco para ponerlas un poco más confortables: hay que hacer algunas renovaciones técnicas y en los camarines y los talleres.
-¿Habrá obras en el 25 de Mayo, que no pertenece al CTBA?
-Sí, una parte de lo que estaba programado en el San Martin irá allí. Ese teatro lo compramos e inauguramos durante mi gestión como jefe de gobierno de la ciudad. Queríamos que fuera parte del CTBA, pero después tuvo otra mecánica. Para mí lo ideal es integrarlo, pero es una decisión política que me excede.
-¿Cuáles serán los nuevos criterios de programación?
-Cada sala debe tener una identidad, pero la totalidad tiene que funcionar como un dispositivo, tiene que haber una conversación en esa producción de sentido. En junio vamos a anunciar la producción para 2017. Mi idea es abordar grandes temas -la violencia, la justicia, el porvenir, el mundo nuevo-, encargando obras sobre cada una de esas temáticas sobre la base de la identidad de cada sala. Queremos que esos temas movilicen, entusiasmen e incomoden a la sociedad porteña a través del teatro, la danza, las charlas, los seminarios. Voy a trabajar con un consejo asesor.
-¿Quiénes lo integrarán?
-Un grupo de gente con la que me reuniré a intercambiar criterios semanalmente. Los curadores de cada una de las salas obviamente serán parte, y todos discutiremos todo. Por ahora estoy trabajando con Rubén Szuchmacher, Mauricio Wainrot, Marcelo Grosman, Florencia Polimeni y Martín Bauer.
-Mucha de la gente dedicada a la danza en la ciudad viene reclamando una renovación en los criterios de programación. ¿Eso se llevará a cabo?
-Completamente. No sólo habrá espacio para el ballet neoclásico, como hasta ahora, sino también para la danza contemporánea. Me encantaría poder concursar el cargo de la dirección del ballet.
-¿No deberían concursarse todos los cargos de ese tipo?
-La mitad de la biblioteca dice eso y la otra mitad dice lo contrario. Lo que puedo asegurar es que si en el área de ballet se programan seis obras, una podrá ser del director designado, pero las otras cinco serán dirigidas por otros artistas (uno de los reclamos más escuchados en los últimos años tuvo que ver con la política de Wainrot: programar básicamente obras dirigidas por él mismo). Y aseguro que habrá una gran diversidad de estilos.
-¿Hay algún plan para incentivar la llegada al CTBA de gente que habitualmente no se acerca, para correrlo del lugar de consumo cultural de elite?
-Insisto en la idea de buscar diversidad, de trabajar con gente que tenga trayectoria, pero que no piensa necesariamente igual. Pretendemos llevar adelante una política inclusiva, que haya mezcla de géneros artísticos, de tipos de producción, de estratos sociales. Y también generar nuevas audiencias. Las políticas públicas tienen que ser una creativa y rica tensión entre la tradición y la innovación. Mi objetivo es que en las grandes obras que programemos convivan en la sala un espectador habitual del CTBA, un estudiante de un conservatorio, un obrero y un joven con rastas. Ésa es mi concepción de la cultura en términos de políticas públicas. En una sala privada se puede pensar en un nicho, pero en una pública hay que pensar en el total de la comunidad.
-¿Habrá recortes o achicamientos del personal, como en otros organismos del Estado?
-No hay necesidad de achicar nada. Vamos a seguir con todo el personal que tenemos hoy.
Sobre la ley del actor
Consultado sobre las declaraciones cruzadas alrededor de la ley del actor, cuya reglamentación a cargo del Poder Ejecutivo se encuentra pendiente, Telerman eligió ser moderado: «Espero que las conversaciones entre todos los involucrados continúen para poder garantizar el imprescindible resguardo de los intereses genuinos de los actores y, al mismo tiempo, el mantenimiento de la actividad».
-¿Pero eso se lograría derogando la ley, como sugirió Hernán Lombardi?
-Hay un bien a tutelar: la protección del actor. Cuando se reglamente la ley, hay que tener en cuenta eso, naturalmente. La ley exige que hagan aportes previsionales tanto los productores privados como el Estado, que tampoco lo venía haciendo. Si la ley se implementa, habrá que hacerlos. Insisto: la reglamentación será clave para que efectivamente se logre tutelar los derechos de los actores.Fte. textual La Nación.com