EL GOBIERNO LLAMARÍA A SESIONES EXTRAORDINARIAS PARA PLIEGOS DE JUECES Y DIPLOMÁTICOS
El cambio de rumbo de los nombramientos, que ahora pasarán por el Senado, dejó mucho más heridos de lo que sabe y la mayor parte de ellos son los que lograron mutar el humor presidencial
El Gobierno está analizando seriamente la convocatoria a sesiones extraordinarias del Congreso para lasegunda quincena de enero y la primera de febrero. La diferencia del almanaque tiene que ver con los temas: en el primer caso para buscar del Senado de la Nación el acuerdo a los embajadores políticos nombrados en países como España, los Estados Unidos, Uruguay, Brasil o Chile. En el segundo para resolver la primera –y hasta ahora la única- crisis política del macrismo desde que ocupa la Casa Rosada: los nombramientos de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkranz.
País raro Argentina. Y gobierno raro el de Macri. Recibe a los candidatos que compitieron con el Presidente en las elecciones y a todos los gobernadores –algunos de los cuales conocieron Olivos y son peronistas-, baja las retenciones, da de baja a los pliegos de los candidatos a jueces de Cristina Kirchner, madruga para visitar obras viales suspendidas, inaugura estaciones de subte, y en cuatro días, cumpliendo la más difícil promesa de la campaña, se lleva puesto el polémico cepo, hasta ahora, con éxito. Pero erra en lo más simple: enviar a un Congreso, y en particular a un Senado, ávido de hacerle favores a un nuevo Presidente los pliegos de dos candidatos a la Corte que, a priori, suenan como compañeros de Messi y Mascherano en un dream team de abogados argentinos.
La decisión unilateral de Macri fue una verdadera bomba de neutrones en el poder político local, que afectó y dejó mal parados más a los que ocupan la franja de la «ancha avenida del medio» que a los q supuestamente iba dirigida la medida. «Si era para (Ricardo) Lorenzetti, que ajusten la mira. Porque el proyectil explotó en el Congreso», explicaban el jueves en el bloque kirchnerista, alicaído desde que su jefa se convirtió en calabaza y rejuvenecido por el error de la Casa Rosada.
El cambio de rumbo de los nombramientos, que ahora pasarán por el Senado, dejó mucho más heridos de lo que sabe y la mayor parte de ellos son los que lograron mutar el humor presidencial. Dentro del propio oficialismo, nada menos que Gabriela Michetti, Federico Pinedo y Emilio Monzó (o sea Vicepresidente de la Nación, Presidente Provisional del Senado y Presidente de la Cámara de Diputados), sin olvidar de incluir en la lista a Germán Garavano –doble mérito, primero por no haberla gestado y después por tener que defenderla- y hasta el poderosísimoMarcos Peña, que se enteró cuando el decreto estaba en curso. En la oposición, desde Sergio Massa, hasta la familia Urtubey (José Manuel el gobernador y Rodolfo, nada menos que el responsable de la Comisión de Acuerdos), pasando por Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saa. Todos recibidos por Macri 72 y 48 horas antes de la medida y que se enteraron de la novedad por las radios y/o las redes sociales (uno de los mencionados, creyó que era un chiste que el lunes por la noche le estaba haciendo sus asesores, hasta que habló con la Casa Rosada). «Al final (Nicolás) Del Caño tuvo razón en no ir. Fue solo para la foto», se quejaba otro de los desafortunados invitados.
Si la vía del decreto se archivó, fue por obra, mérito y gracia de mucha gente, pero en concreto de Elena Highton de Nolasco, Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto. Highton de Nolasco por haberse negado a asistir a la supuesta jura de los dos nuevos «cortesanos» –término despectivo para referirse a Rosatti y Rosenkranz que todavía no se sabe si nació en la Corte o en el Senado- prevista para el miércoles, no sin antes reservarse el derecho a «hablar» (al respecto no pasó inadvertido para los asistentes a la cena de Asociación de Magistrados, en la que la ministra comenzó su alocución con un «Hola a todos y a todas»). A Massa, por transmitirle a Monzó que se olvidaran de él para formar quórum y aprobar alguna ley en la Cámara de Diputados. Y a Pichetto , en un curso acelerado de la misma función que hace 30 años cumplía el histórico Vicente Leónidas Saadi, por decirles a Pinedo y Monzó en la caliente tarde del martes, no sin antes obligarlos a visitarlo a su despacho, que: a) el 1 de marzo el Senado por una amplia mayoría que excedía a los 42 senadores del FpV rechazaría los nombramientos; b) que para evitar eso era necesario que se convocara al cuerpo para cumplir con el sistema de nombramiento del decreto 222 y c) que en caso de que no se entendiera lo que estaba diciendo, en menos de 24 horas comenzaba una operación política para terminar con el soporte legal de la emergencia económica.
Como las casualidades no existen, pero las brujas sí, al día siguiente se supo que la senadora neuquina Lucila Crexell había presentado un proyecto de ley derogando el artículo 1° de la Ley 27.200 que prorroga hasta el 31 de diciembre de 2017 la emergencia económica. La historia, como dijo Carlos Marx, se repite primero como tragedia y después como comedia. En 1984 fueron los votos de los senadores neuquinos los que terminaron el sueño de Raúl Alfonsín de acabar con la patria sindical, al votar en contra de la Ley Mucci. Crexell salió el viernes de la reunión de los senadores federales con el presidente Macri exultante de alegría. El Gobierno en el encuentro había recibido con beneplácito la su inquietud acerca de que en los nombramientos de los cortesanos no se había incluido a una mujer, teniendo en cuenta el fallecimiento de Carmen Argibay.
En verdad, el planteo iba a más allá: el Senado, y en esto hay que traducirlo como peronistas y radicales, quiere que la Corte Suprema suba su número a 7 miembros, lo que significaría que el kirchnerismo y el radicalismo o quien aporte el número de senadores suficientes, puedan nombrar a los dos flamantes jueces. El Gobierno a esto contestó con eufemismos y un «podemos verlo en el futuro». Nunca se sabe.
¿Y Lorenzetti? Se manejó como un maestro de ajedrez bailando al ritmo de David Guetta. Eludió públicamente el conflicto y le bajó los decibeles cuando dijo que los dos nuevos jueces eran «bienvenidos», pero muy hábilmente incluyó la palabra Senado en sus declaraciones no sin antes aclarar que no podía opinar sobre el mecanismo de designación (lo que significa abrir la puerta para un conflicto judicial en el que la propia Corte podría tener que decidir).
Con los puentes rotos entre la Casa Rosada y el Congreso, fue el encargado el miércoles al mediodía de informarle al Presidente que el Senado rechazaría todo nombramiento que no pasara por el procedimiento habitual de nombramiento de jueces de la Corte. Y con una habilidad política inusual para un magistrado, mostró que estaba ileso del ataque y que los heridos había que buscarlos en la Casa Rosada y en el Congreso.
Un párrafo aparte para Michetti y Garavano. Michetti fue la primera voz oficialista que el mismísimo martes dio por supuesto que el trámite tarde o temprano pasaría por el Congreso. La Casa Rosada tendrá que hacerse a la idea de que Michetti no es Boudou, por muchas razones, pero por una que no tenían en cuenta: la vicepresidente piensa ser eso, vicepresidente. Lo que significa que como mínimo, pretende conducir el Senado. Punto.
Garavano merece el premio a la lealtad. Estando en contra de la medida en privado y con una relación helada con el Presidente –la reunión en la que le ofreció el cargo duró dos minutos y de no haber mediado una intervención del todopoderoso Daniel Angelici pudo haberlo rechazado- , puso el pecho, la defendió hasta donde pudo. Para Garavano la situación no fue fácil: por casualidad o causalidad terminó integrando en los últimos días el Club de Pericles, cuyo miembros fundadores son los autores del decreto de la polémica: el promocionado Fabián Rodríguez Simón (a) «Pepín» –operador de la publicación en un diario de la primera encuesta que decía que Macri estaba primero en el mes de febrero- José Torello y Pablo Clusellas, el flamante Legal y Técnico de la Presidencia (para ir enterándonos: los lobbies jurídico-judiciales del macrismo son dos: por un lado el club Pericles y por otro Angelici).
Al respecto de las internas «legales», el misterio rodeó en la semana a Ernesto Sanz y Elisa Carrió. Uno por lo que habló y la otra por su desaparición. El martes, en la Casa Rosada decían que se la había consultado por los nombres propuestos y que estaba de acuerdo, sin embargo nada dijo del mecanismo. Se sabe que Carrió tiene una vieja disputa con Lorenzetti.
Sanz, quien había dejado la política y no aceptado ningún cargo por razones familiares, rompió el autoimpuesto ostracismo para apoyar la medida y desarrollar públicamente una teoría constitucional más cercana al absolutismo monárquico de Hobbes que a la división de poderes de Montesquieu. Una postura curiosa en alguien que trascendió a la arena nacional criticando a Néstor y Cristina Kirchner comparándolos con Louis XIV y su «L’État c’est moi!» («el estado soy yo»). Raro también, ¿no?. Fte. textual infobae