martes 23 de abril de 2024 22:14:07

JUSTICIA: Estafar es cometer un delito además de una falta de ética profesional

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truchoArtículo producido por el Abogado Penalista Dr. Hugo López Carribero. Todos los avaros viven empobrecidos, la avaricia es un requisito de la
miseria. Curiosamente el avaro busca de manera incesante hacerse de lo
perecedero, y con la misma avaricia descuida lo que no perece. Vive
siempre pensando en el futuro. Pero, para el avaro, cuando el futuro llega
ya es tarde, sus familiares lo están llevando al cementerio. La felicidad
no está en el placer, no en el que tiene más. La felicidad está anidada en
el corazón de aquel que encuentra la verdad.

Quiero decir que es correcto cobrar honorarios caros. Lo que está mal es
estafar al cliente, que no es lo mismo.

Por ejemplo, se estafa al cliente cuando se perciben honorarios y no se
presenta ningún escrito en la causa, ni se acude a las audiencias en
tribunales.

Pero insisto, cobrar caso no es estafar. Cobrar caro, es cobrar caso, y
nada más que eso. En cambio estafar es cometer un delito, además de una
falta de ética profesional.

Hay veces que, conversando con colegas sobre clientes y juicios, advierto
que claramente han defraudado a sus clientes.

Es por entonces que adquiere relevancia eso de no le hagas al otro lo que
no te gustaría que te hagan a ti. Pero un amigo me enseñó que a esa frase
hay que darle una vuelta de rosca para que quede así: No le hagas al otro,
lo que al otro no le gusta que le hagan (sin perjuicio de que te guste a
no a ti).

El abogado tiene también la posibilidad de rechazar un juicio. Hay
clientes intratables, por más buen voluntad que el abogado ponga en
mantener una buena relación. Aunque muchas veces es pero la relación que
de entabla en los familiares del cliente. Los familiares del cliente no
pagan los honorarios del abogado, pero son críticos por naturaleza, de
forma dura y descarnada. Total nada tienen para perder. El juicio no es de
ellos, y el dinero tampoco. Después de todo podrán decir que el juicio de
ganó gracias al control que ellos ejercieron sobre el abogado. Y si se
pierden, pues le dirán al familiar: “Viste, yo quería sacar a ese abogado,
y vos no me hiciste caso”. Como en todos los movimientos sociales, es muy
fácil empujar a la gente, pero es muy difícil guiarla correctamente.

Una vez, un abogado tramposo por excelencia,  me dijo: “Los abogados
canadienses arreglan los hechos según la ley, en cambio los abogados
argentinos, arreglan la ley según los hechos. Por eso los argentinos
tenemos los mejores abogados”.

Desde ese día decidí no volver a conversar más con ese abogado, sólo lo
saludo con decoro, y nada más. Los abogados no debemos obstaculizar la
administración de justicia, sino más bien promoverla. Ningún abogado debe
dejar al descubierto a su cliente, frente al delito que éste pudo haber
cometido. Pero todas las defensas deben ser distinguidas por la buena fe,
por ser dignas y honradas. La buena fe comprende, entre otras cosas, no
pretender tomarles el pelo a los jueces y a los otros abogados, bajo el
pretexto de defender lo derechos del cliente. La buena fe es la calidad
jurídica de la conducta legalmente exigida de actuar en el proceso con
probidad, con el sincero convencimiento de hallarse asistido de razón, con
argumentos válidos. Con acierto, cordura, prudencia y rectitud.

Todo abogado que actúa de mala fe, lejos de beneficiar a su cliente, lo
complica, y lo compromete cada vez más en su engorrosa situación procesal.

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