viernes 22 de noviembre de 2024 21:58:10

INTERNACIONAL: Historico acuerdo temporal entre entre Irán y las seis grandes potencias del mundo

600x0_541963 El acuerdo temporal alcanzado entre Irán y las seis grandes potencias del mundo, al que ya se califica de histórico, pone límites al controvertido programa nuclear de Teherán y abre la puerta a una nueva relación del régimen de los ayatollahs con Occidente.

Alentado por Estados Unidos, Irán se comprometió a reducir su enriquecimiento de uranio. A cambio, obtuvo el levantamiento parcial de las durísimas sanciones que hoy minan su economía, así como una mejor consideración diplomática por parte de las otras cinco potencias firmantes, que, hasta ahora, tenían a Teherán como poco menos que un paria en la esfera política y económica internacional.

Con la presencia, como garantes, de ocho ministros de Relaciones Exteriores de otros tantos gobiernos, el acuerdo se alcanzó anteanoche en Ginebra.

Ahora se sabe que fue el corolario de un año de negociaciones en el mayor sigilo entre Washington y Teherán, que han venido trabajando en superar el enorme recelo que mantenían desde que, hace 35 años, ocurrió la llamada revolución islámica.

Si bien para muchos tiene alcances modestos respecto de lo que se esperaba, el acuerdo de Ginebra significa -por sí mismo- un giro en el tratamiento internacional de lo que Occidente ha calificado como «una de las amenazas más graves que se enfrentan en materia atómica».

El acuerdo es provisorio, con un plazo de apenas seis meses en los que, sin embargo, la idea es avanzar en «conversaciones más ambiciosas».

Se trata de un «primer escalón» que incluye el compromiso iraní de congelar su enriquecimiento de uranio hasta 5%. Sin embargo, según se señaló, la promesa queda muy por debajo de lo que se necesita para elaborar una bomba atómica, punto en el que se centraron las principales críticas y desconfianzas.

«Esto es un error histórico» , descalificó el premier israelí, Benjamin Netanyahu, cuyo gobierno considera que se está siendo «demasiado blando» con el régimen de Teherán.

El recelo israelí era compartido ayer por Arabia Saudita, Qatar y Kuwait. Para ellos, lo acordado no anula los recientes avances de Irán, que lo ponen cerca de fabricar una bomba atómica si así lo ordenara el líder supremo, el ayatollah Ali Khamenei.

El silencio que mantenían esos países árabes contrastaba, hasta anoche, con la satisfacción que, con distintos grados de moderación, se recogía en otras capitales, incluidas, por supuesto, Washington y Londres.

Convencido de haberse anotado uno de los tantos más importantes en materia diplomática, el presidente Barack Obama quebró la paz del domingo para capitalizar el logro.

«Desde que asumí el cargo, dejé clara mi determinación para impedir que Irán obtenga un arma nuclear. Como he dicho muchas veces, mi gran preferencia es resolver este asunto pacíficamente, y hemos extendido la mano de la diplomacia», apuntó, desde la Casa Blanca.

Con inocultable satisfacción, fue mucho más categórico al dar su interpretación de lo ocurrido. «Para decirlo con palabras simples, el acuerdo corta los caminos más probables que Irán podría haber seguido para desarrollar una bomba», sostuvo el demócrata, en diálogo con periodistas.

La cuesta, para él, comienza ahora, ante el riesgo cierto de que el entendimiento sea petardeado desde sectores políticos internos, así como por quienes ayer ya señalaban que esto abrirá «una riesgosa brecha de desconfianza» con Israel, hasta ahora, el aliado más importante de Washington en la región.

Para evitar que se produzca esa brecha, Obama llamó ayer a Netanyahu y le trasladó su deseo de que Israel colabore con Estados Unidos en la negociación del programa nuclear iraní. «Los dos líderes reafirmaron su objetivo compartido de impedir que Irán obtenga el arma nuclear», dijo el vocero presidencial Josh Earnes.

Todo parecía exudar ayer un aire de cambio de juego y de nueva etapa. «Estamos frente a un avance muy significativo para el desarrollo de nuestras relaciones de una forma más constructiva», dice el comunicado conjunto que firmaron los garantes del acuerdo y que leyó la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton.

Ella fue quien coordinó las negociaciones con Teherán en nombre de las seis grandes potencias. A su lado, los ministros de Relaciones Exteriores de Irán, Estados Unidos, China, Rusia, el Reino Unido, Francia y Alemania avalaban sus expresiones. Era el cierre de cuatro días de intensos intercambios, por tercera vez en dos meses.

En el caso de Irán, fue imprescindible la bendición explícita del ayatollah Khamenei, cuya jerarquía supera la del presidente Hassan Rohani, a quien se atribuye la nueva etapa de apertura que se viene expresando en Teherán. «Esto puede ser el principio para nuevos pasos inteligentes», sostuvo un texto público del ayatollah, en el que agradeció el trabajo del equipo negociador.

«Esto es sólo un primer paso», admitió el jefe negociador iraní y ministro de Relaciones Exteriores, Mohammed Javad Zarif. «Necesitamos trabajar para restablecer la confianza y no en contra como hacíamos hasta ahora», añadió el diplomático.

Para el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, lo de ayer significa el primer logro en una gestión que hasta ahora había estado desprovista de avances de peso.

«Ahora empieza la parte más difícil. Tenemos que lograr un acuerdo completo en términos de verificación, de transparencia y de responsabilidad. Lo sabemos bien», atajó, consciente de las críticas que llegaban desde el Capitolio, donde deberá informar sobre lo ocurrido.

Los republicanos ya mostraban su disconformidad. «Lejos de traer tranquilidad, lo que hace este acuerdo es facilitar que un Irán nuclear sea más probable», dijo el presidente del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, el republicano Howard McKeon.

Fronteras afuera, las reacciones se sucedían. El británico David Cameron coincidió con Obama en que el acuerdo «hace que Irán esté más lejos de tener una bomba atómica», y ponderó el papel de los negociadores.

Desde Irak, el gobierno del primer ministro Nouri al-Maliki respaldó lo ocurrido y lo calificó como «gran paso hacia la seguridad y la estabilidad» de la región.

Además de reducir su enriquecimiento de uranio, el acuerdo contempla también que Irán «neutralizará» sus reservas de uranio enriquecido al 20% y que no avanzará en purificarlo por encima del 5%.

También, que no hará más avances en sus instalaciones atómicas de Natanz, Fordo y Arak. Junto con eso, otro de los puntos salientes es la apertura a «inspecciones más exhaustivas» por parte del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).Fte.lanacion