Muertes por encargo: asesinos a sueldo
Hace pocas horas se conoció la noticia, sumamente inquietante.
El delincuente estacionó la moto arriba de la vereda y cruzó caminado la calle con tranquilidad. Así se acercó a un hombre bien vestido que salía de un garage y le disparó fríamente a quemarropa por la espalda cinco tiros mortales. Tres le pegaron en la espalda y dos en la cabeza. Luego, el asesino escapó.
El escenario tuvo lugar en Capital Federal. La víctima era de nacionalidad colombiana y el asesino, un sicario profesional.
Un sicario o asesino a sueldo es una persona que mata por encargo a cambio de un precio o de una promesa remuneratoria.
Es una figura conocida por el derecho romano que reguló especialmente su condena penal, por la particular crueldad con que se conducían estos asesinos.
Su nombre proviene de la sica, puñal o daga pequeña, fácilmente ocultable en los pliegues de la toga o bajo la capa de los antiguos romanos.
Su actividad estuvo vinculada en principio a la política, actuando en las asambleas populares, particularmente durante el peregrinaje al templo, cuando apuñalaban a sus enemigos (contrarios políticos de sus amos o simpatizantes -cliente- de ellos) lamentándose ostensiblemente después del hecho para escapar de la detención. Literalmente sicarius significa “hombre-daga”.
Los tiempos han cambiado, y se inventó la pólvora, y con ella las armas de fuego. Así la actividad de los sicarios pasó a ser más efectiva.
Hay varias hipótesis de trabajo para los investigadores, la más firme es la que apunta a una venganza en el marco del narcotráfico.
Pero aquí es importante destacar una circunstancia, los narcos no matan, los que maten son los sicarios, es decir los asesinos a sueldo, y eso es lo preocupante.
Los sicarios no forman parte de la banda que comercializa droga, los narcotraficantes, jamás permitirían que un sicario ingrese a su organización.
El código penal establece la pena de prisión perpetua para el que mata (sicario), así como también para quien encarga el crimen.
Pues cuando el móvil del delito es el lucro, es mayor también la degradación moral del autor y la ley ha tenido presente esas circunstancias para hacer más severo el castigo. Tan responsable es el ejecutor de la muerte como el que paga el precio u ofrece la promesa remuneratoria.
La peligrosidad del sujeto llega al extremo de la delincuencia; su brazo de arma para producir un daño, movido por el lucro, por el pago en el acto, o la promesa de cumplir ese compromiso con posterioridad.
HUGO LOPEZ CARRIBERO
Abogado penalista