ECONOMIA: Artículo producido por el Dr. Rodolfo Rossi ex presidente del BCRA
EN LA EMBOSCADA. La Recaudación Tributaria nacional determinó en el año 2011, una presión impositiva del 29 % del PIB, record en la historia argentina. Muy distinta era la carga tributaria promedio de los años 1993/2001, que alcanzaba al 17,2 % del PIB. El Gasto Primario del Sector Público nacional del año 2011, superó el 30 % del PIB, en tanto que el Gasto Primario del Sector Público promedio de los años 1993/2001, era del 18 % del PIB. En el año 2011 el gasto primario fiscal alcanzó la espectacular cifra de $ 565.000 millones, en tanto que la Recaudación Tributaria nacional fue de $ 540.000 millones, con un déficit de $ 25.000 millones. Sin embargo, el financiamiento del Banco Central al Tesoro nacional a través de la emisión de Títulos Públicos alcanzó a $ 43.100 millones y los Adelantos Transitorios al Gobierno nacional a $ 20.950 millones, por lo que el financiamiento del BCRA fue en el año 2011, de $ 64.050 millones o sea el 3,40 % del PIB, acumulando una deuda del Tesoro nacional al Banco Central de $ 211.370 millones, equivalente a US$ 49.300 millones. En virtud de ello, la expansión monetaria del año 2011 (31/12/2010 al 31/12/2011), aumentó en el 38,97 %, determinando un impuesto inflacionario de los mayores del mundo. Al financiamiento aludido hay que adicionarle, como motivo de seria preocupación, el aumento de la tenencia de moneda extranjera por el Sector Privado de US$ 22.653 millones, por la carencia de confianza en la moneda nacional y la carencia de crédito internacional.
La inflación es un impuesto. El gasto, que no puede financiarse con ingresos genuinos como son los impuestos y contribuciones, se financia con un impuesto aparentemente indoloro, como es la moneda emitida, usándose en numerosos casos todos los artilugios y creatividad contable para su posible disimulo. La utilización de este recurso de financiamiento fiscal, es peligroso. La emisión monetaria y el aumento de los precios tiene inicialmente el “espejismo” de beneficios para la economía. Crece el consumo, la inversión, la ocupación y el salario real pero, simultáneamente se inicia una carrera por carencia de liquidez y adicionales emisiones de moneda son necesarias. Es lo que se conoce como “espiral de inflación”. De no ser provista una mayor expansión monetaria, caerá indudablemente el empleo, se reducirá el consumo y la inversión y con ello, la productividad de la economía. Y entonces se produce irremediablemente el “ajuste”, aunque nadie lo quiera.
Sin embargo, el problema argentino todavía es mayor. No solamente se tiene una fortísima carga tributaria, sino que adicionalmente, la economía está soportando una importante distorsión de precios relativos al crecer los precios domésticos – en virtud de la emisión monetaria – muy por encima de los precios internacionales, atento la existencia de un relación cambiaria inadecuada(el PPP señala un valor $/US$ de 5,9000), que nos hace cada vez menos competitivos.
En esta instancia, la “modificación de la CO del Banco Central se percibe como sumamente peligrosa. Dar rienda suelta a la emisión monetaria para el financiamiento fiscal, duplicando la posibilidad de conceder “Adelantos Transitorios al Gobierno nacional”(estimación de mínima $ 53.300 millones). es sentenciar a nuestro país a una mayor inflación de la que actualmente padecemos. Si a ello se le suma una presión impositiva adicional del 1,1 % del PIB (como está establecido en el Presupuesto del SPNF del año 2012), es de adelantar severas dificultades económicas para la actividad productiva, afectada por un menor nivel de ingreso real y por una serie de medidas regulatorias, intervencionistas, que perturbarán la inversión y el empleo.
En nuestro país está fallando el destino del “gasto público social”, ya que en general se premia el subsidio poco productivo, que representa el 5,4 % del PIB ($ 101.800 millones) y el empleo público ($ 143.300 millones), que continuadamente aumenta en cantidad, disminuyendo simultáneamente la calidad de prestación. Todo ello, con fines políticos de continuidad de “poder”, descuidando seriamente el gasto-inversión en educación, capacitación, tecnología y la inversión real productiva para pre visionar un futuro mejor.
Por lo que se ve, prima en la actual administración pública un concepto errado y discrecional de la economía, cuyo fundamento es el estímulo del ahorro y la inversión, y con ello lograr una mayor productividad, lo que determina una mejora del ingreso y la posibilidad de un mayor consumo y bienestar general. Gastar y consumir antes de ahorrar e invertir es destruir la riqueza e hipotecar el futuro. Es de temer, que la “captación de la Caja de los Jubilados”, en Noviembre de 2008, la utilización hasta su extinción de las Reservas internacionales disponibles en los años 2010 y 2011, la actual modificación de la CO del BCRA con un abultado aumento de los Adelantos Transitorios al Gobierno nacional y el uso discrecional de las Reservas Internacionales, ignorando su importantísima función de Respaldo de la Moneda, conjuntamente con la mayor presión tributaria presupuestada, aseguran un pobre porvenir para nuestro país de inflación y estancamiento.
Lo adicional y lamentable, es que al “despotismo económico” le continuará el político y que la mejor manera de “destruir el capital de un país, es destruyendo su moneda”. En eso estamos.