viernes 22 de noviembre de 2024 19:37:21

NAUFRAGIO: Historias de quienes viajaban en el barco Costa Concordia hundido frente a la costa del Giglio Italia

Mucha gente quedaba en el barco. Salimos del infierno, pero vimos que muchos quedaron adentro, seguro que hay más muertos. El bote de salvataje no salía del lugar donde estaba fijado y estuvimos una hora más mientras el barco seguía inclinándose. Creímos que era el fin. Estábamos colgados. Después pudimos ir bajando, moviéndonos con el culo por una escalera, hasta llegar abajo. Unos policías nos pusieron en un gomón inflable y nos salvamos. Pero me acuerdo de los desesperados que quedaron adentro. ¿Cuántos serán los que no se salvaron? Lo vivimos como una película de terror, un Titanic italiano”.

Este testimonio terrible fue el racconto que hizo a Clarín anoche Maxi, de 34 años, que es de Adrogué, pero vive en Palma de Mallorca con su mujer, Valentina, también argentina, y la pequeña Sol, de 3 años.

El barco más grande de la flota mercante italiana, el crucero de lujo “Costa Concordia”, había partido del puerto romano de Civitavecchia con 3216 pasajeros y más de mil tripulantes a las 19.30 del viernes. Dos horas después, frente a la isla del Giglio –tal como informó Clarín ayer en parte de su edición–, chocó con un enorme escollo submarino, justo cuando los 18 argentinos que viajaban en la nave participaban de la cena de bienvenida. Minutos antes, el comandante Francesco Schettino, ahora detenido (Ver El comandante…) según contaron los sobrevivientes, fue a saludarlos. Se trata de un punto polémico porque la compañía Costa asegura que el navegante estaba timoneando el barco en el momento del accidente, lo que está en duda.

La isla está a ocho millas del continente, rodeada por un océano esmeralda. “El comedor estaba lleno, sentimos un temblor y oímos un ‘crac’ muy fuerte. Se apagaron las luces, cayeron copas y vajilla. Es algo eléctrico, nos dijeron, y así empezó la odisea”, contó Maxi.

Leonardo, 41 años, de Caballito, también comía con su mujer y su hija. “Me di cuenta que algo frenaba al barco”, dijo. “La tripulación decía ‘no pasa nada’. Pero el barco se inclinaba. La organización era mala. Perdimos tiempo. Al final entramos en un bote y usamos los remos para no golpear contra el barco. Eramos más de 40, dos discapacitados. En 15 minutos llegamos a la isla del Giglio”.

Las familias de Max y Leonardo estaban anoche en el hotel Hilton del aeropuerto de Fiumicino, a donde habían sido trasladados junto a otros 600 náufragos. Todos estaban con lo puesto. Enviados del Consulado argentino en Roma los ayudaban a arreglar los problemas de documentos y otras urgencias. “Nos dicen que la compañía de navegación está preparando un charter para los latinoamericanos”, dijo Leonardo a Clarín. “Todo lo nuestro quedó en la cabina, no se si lo recuperaremos”. La compañía deberá indemnizar a los náufragos.

Jonathan Balaban, otro de los argentinos, contó: “El barco rozó algo y empezó a temblar e inclinarse como el Titanic. Se apagó la luz y comenzó a caer de todo. Corrimos a cubierta, pero nos enviaban al camarote. La evacuación fue dramática. La gente en pánico trataba de entrar a los botes”.

El saldo del naufragio es de cinco muertos (un tripulante peruano, dos franceses y una pareja de ancianos), que resultaron ahogados. Hay 40 heridos, dos graves, con fracturas de cráneo y espina dorsal. Al cierre de esta edición , los rescatistas hallaron a dos personas vivas, todavía atrapadas a bordo. Los desaparecidos pesan sobre la conciencia de todos. La incógnita se revelará cuando los buzos logren entrar a la parte del crucero que está bajo el agua, sobre el banco de arena donde el “Costa Concordia”, a cien años del hundimiento del Titanic, cayó como un gigante vencido.