SOCIEDAD: Con la primera estrella comienza el año nuevo judío o Rosh Hashaná
Por ley, el primero y segundo días completos de Rosh Hashaná (jueves 29 y viernes 30 de septiembre) y el sábado 8 de octubre, por Yom Kipur, son feriados en la Argentina para los observantes de la religión judía.
En el Año Nuevo es de estilo desear «leshaná tová ticatevu vetejatem», saludo que significa «que seas inscripto y sellado en el Libro de la Vida para un buen año».
A la vez, íntimamente, es de rigor preguntarse: «jeshbon hanefesh», es decir: «qué he hecho de mi vida».
El judío deberá responder ante Dios, ante sí y ante los otros, por lo malo que hizo o lo bueno que omitió hacer.
Las ofensas hechas a Dios son perdonadas por Dios y las hechas contra sí mismo o el resto de los mortales, por la propia conciencia; pero recibir el perdón de los semejantes, dependerá de la voluntad de cada ofendido.
De tal forma, el balance no se hace en la vejez, al finalizar la vida, sino cada año nuevo, y esto tiene el sentido de querer avanzar, un poco cada vez, en el camino de la rectitud.
Rosh Hashaná plantea así, mediante el juicio anual, un camino hacia la virtud, cuyo recorrido implica arrepentirse de las malas acciones (teshuvá), ejercer la caridad (tzedaká) y recitar la oración (tefilá).
Entre el Rosh Hashaná (literalmente, cabeza de año) y el Yom Kipur (Día del Perdón) transcurren diez días de penitencia, de los cuales siete son de ayuno, en los que se evoca la vuelta de Moisés desde el Monte Sinaí («Estuvo allí con Yahveh 40 días y 40 noches sin comer ni beber», Exodo 34).
Tras convencer a Dios del arrepentimiento de su pueblo por haber roto las Tablas de la Ley al adorar al becerro de oro, Moisés regresó con el perdón divino y la prohibición de hacer imágenes a su semejanza, lo que es de una importancia conceptual enorme, no sólo porque supone evolucionar hacia el monoteísmo, sino porque implica elevarse hacia la idea abstracta de Dios, por sobre la percepción sensorial de una imagen o tótem, que puede ser visto y tocado.
La penitencia, que comienza en Rosh Hashaná, culmina en Yom Kipur, momento en que se revisa lo vivido y se obtiene la purificación espiritual.
Sin embargo, la fecha para comenzar a reflexionar data desde el último novilunio de agosto, al empezar el mes de elul del calendario hebreo, que literalmente significa «el último» mes del año.
Este año elul terminará en la tarde del jueves 29, momento en que tras la aparición de Venus -primera estrella vespertina- en el firmamento, comienza el primer mes del año, tishri, cuyo equivalente gregoriano sería enero.
Entre el 1 y el 2 de tishri (incluida la noche previa del 29 de elul, con la salida de la primera estrella) se celebra siempre el Año Nuevo; y el 10 de tishri, el Día del Perdón, desde el viernes 7 de octubre o 9 de tishri.
Los 30 días de elul y los primeros 10 de tishri, completan con exactitud los 40 que Moisés pasó en el Monte Sinaí, procurando la misericordia de Dios.
El judío que pasó todo elul sin arrepentirse, tiene la oportunidad de hacerlo entre Rosh Hashaná y el Yom Kipur, momento este último en que el deseo expresado en Año Nuevo («que seas inscripto para un buen año») es efectivamente sellado en el Libro de la Vida.
Los judíos celebran su Rosh Hashaná con la casa limpia de toda miga y una mesa muy bien servida, sobre mantel nuevo, en la que se destacan los dulces, para que así sea también el sabor del año que se inicia.
También es infaltable el pescado, cuya cabeza se ofrece al dueño de casa -cabeza del hogar- recordándole que es Rosh Hashaná -cabeza del año- día en que según la tradición fue creado el primer hombre, Adán, cabeza de la especie humana.