viernes 6 de diciembre de 2024 08:10:01

Qué estamos haciendo con nuestros hijos?

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Artículo del Dr. Rodolfo Brizuela (ex juez de menores en La Matanza) para Multimedios Prisma

Nuestro país se conmovió frente a la desaparición de una nena de 11 años que era reclamada por su madre a los cuatro vientos. Primeramente se denuncia su desaparición, y a posteriori trasciende mediáticamente sin saber por qué razón este tema llega a los medios de comunicación, pero saludablemente es una manera mas de hacer conocer a la comunidad lo que nos está sucediendo todos los días sin que nosotros tengamos conocimiento de cuantas cosas y por qué nos están sucediendo. CANDELA SOL RODRIGUEZ es el nombre de la nena desaparecida, pero detrás de este nombre podremos encontrar otros cientos de nombres de niños desaparecidos y es el momento de comenzar a reclamar a nuestras autoridades que se arbitren todas las medidas necesarias para saber dónde están los niños que desaparecieron en un número que supera los 200.

Los medios ponen en conocimiento de la comunidad lo que está sucediendo con esta nena, y nosotros desde este medio, no podíamos estar ajenos al análisis de los acontecimientos y fue así que intercambiamos opiniones, apreciaciones y evaluaciones entre quienes estamos en este medio y personalmente manifesté que había cierta información que no cerraba, ya que no apreciaba que se trataba de un caso de los viejos caratulados Fuga de Hogar, pero tampoco veía que se tratara de un caso de pedofilia o de trata de personas. Había algo que no alcanzaba a entender, ya que valiéndome de la información mediática pude escuchar a la mamá de la nena reclamar la liberación de su hija, con un mensaje que a los oídos de los profanos, tampoco resultaba claro, porque parecía que le estaba hablando a alguien y que no se trataba de su hija, sino de quienes tenían privada de la libertar a la niña. Todo esto llevaba a la población en general a elucubrar mil teorías respecto de lo que estaba sucediendo y fue así que comenzamos a dar nuestras apreciaciones y sostuve que para saber dónde está la nena, hay que realizar un rastrillaje en un radio no inferior a diez cuadras a la redonda del domicilio de la niña desaparecida. Se trataba de una situación difícil y dolorosa, pero para poder encontrar la punta del ovillo, resultaba necesario iniciar toda una serie de tareas tendientes a procurar el esclarecimiento de lo que estaba sucediendo que es nada mas y nada menos que la desaparición de una nena de 11 años que puede llegar a ser nuestra hija, nuestra hermana o nuestra nieta y ello en cualquier sector de la sociedad golpea de manera muy fuerte porque nosotros también decimos en nuestros hogares, con los chicos no, porque entendemos que nuestros niños no tienen por que pagar culpas o errores de adultos.

Todos y cada uno de nosotros, en esta sociedad y a medida que transcurrían las horas y los días, nos preguntábamos sobre que es en realidad lo que está sucediendo en este caso de la desaparición de una criatura de 11 años de edad. Comenzamos a convertirnos en árbitros o directores técnicos, que en nuestro país abundan, ya que siempre nos encontramos con los entendidos de la nada, pero que aún así, pueden marcar, según sus dichos, el rumbo de una investigación para esclarecer un hecho como el que motiva esta reflexión.

Los medios de comunicación informaban sobre la investigación según los informes que recibían de sus mobileros o de datos brindados por fuentes oficiales de la investigación y así se veía el movimiento frente al domicilio de la familia de la niña y el movimiento de agentes policiales afectados en la investigación. Había muchas hipótesis y muy pocas certezas. Un Agente Fiscal que informaba que se estaba trabajando conforme a la carátula de secuestro extorsivo y el Fiscal de Cámara a la postre superior del primero nombrado, negaba la existencia de un secuestro extorsivo y afirmaba que se estaba frente a un caso de desaparición de persona pero que se estaba aplicando el protocolo que se utiliza en el supuesto de secuestros extorsivos. Este mismo funcionario colocaba en números porcentuales el optimismo o no para ubicar a la nena que se estaba buscando.

Se llegó a lo peor, es decir encontrar el cuerpo de la niña, sin vida, en bolsas de residuos. Con ello una conmoción generalizada, estupor, bronca, impotencia y toda una sociedad conmovida por el desenlace que veía como se renovaban las diligencias investigativas en lugares cercanos a la vivienda de la niña muerta y casi de manera inmediata se conoce el audio de una comunicación telefónica que hacía referencia a un dinero que alguien debía informar donde se encontraba el mismo y a partir de allí, nuevos canales de investigación que despiertan en la sociedad una serie de sospechas en razón de la poca claridad de la información que se brinda y donde ya se especula con la reticencia de brindar información por parte de la familia de la menor víctima.

Creo, sin pretender ser el portador de la verdad, y con la mayor humildad que pueda presentar, frente a este caso, abundó la inexperiencia, ya que un fiscal ordinario, capacitado para investigar conductas ilícitas de adultos, se abocó a ello, con un gran esfuerzo y con la apoyatura logística que el Poder Ejecutivo de la Provincia le brindaba, pero esta investigación, mas allá de las múltiples hipótesis que se puedan sostener, se encontró con contradicciones que difícilmente puedan ser admitidas, ya que el Fiscal ordinario decía una cosa y su jefatura es decir el Fiscal de Cámara, decía otra. Se notó desde afuera que no había coherencia entre lo que se presume directivas de la Fiscalía (única responsable de la investigación) y la respuesta policial y como si todo ello fuera poco, apareció la Sra. Cristina Fernández, a cargo del Registro Nacional de Personas Desaparecidas Menores de Edad, responsabilizando a los medios de prensa por todo lo sucedido. Cabe entonces la pregunta, ¿dónde estaba esta funcionaria mientras se estaba investigando?, acaso, recibiendo directivas de lo que se debía decir?.

Acá no fracasó el sistema como dice el Sr. Fiscal de Cámara de Morón, lo que en realidad fracasó, es el accionar de los medios llamados por ley para llevar adelante una profunda investigación, es decir fracasaron los operadores del sistema (Dr. Rodolfo Brizuela)

Trabajé muchos años como Juez de Menores y nunca tuve un intercambio de opinión con tal funcionaria y tal vez sea porque como Juez de Menores no importaba al sistema porque el nuevo paradigma político decía que los Jueces de Menores deben desaparecer y ser suplantados por Agentes Fiscales, porque en la Provincia de Buenos Aires la justicia que se encarga de proteger los derechos de los niños es la que analiza la conducta de menores en conflicto con la ley penal pero no sobre los niños víctimas, porque parece que los niños victimizados deben ser tratados por organismos que dependen del Poder Ejecutivo que no muestran ni tienen un programa o proyecto para trabajar con esta problemática.

Estoy fuera del sistema, porque me jubilé. Ello no impide que pueda decir que es lo que pienso respecto de ciertas cosas que nos suceden, pero el caso que nos ocupa es decir el expediente de CANDELA es algo que va mas allá de cualquier especulación política. Acá no fracasó el sistema como dice el Sr. Fiscal de Cámara de Morón, lo que en realidad fracasó, es el accionar de los medios llamados por ley para llevar adelante una profunda investigación, es decir fracasaron los operadores del sistema y ello no debe significar que una persona en particular es la responsable de lo sucedido, sino que todos nosotros debemos asumir la cuota parte de responsabilidad que nos cabe, ya que desde lo individual o lo colectivo, todos tenemos una responsabilidad de sumar voluntades para resolver nuestros conflictos. Candela ya no está, todos debemos trabajar para que no haya mas Candelas, porque un niño nacido en esta comunidad, es hijo de todos nosotros, y no podemos ni debemos permitir que sigamos hablando de niños desaparecidos, porque cada niño que perdamos en manos del delito, es parte de nuestro cuerpo que se paraliza y no nos permite reaccionar para cuidar y defender a nuestros, hijos, sobrinos o nietos.