lunes 11 de noviembre de 2024 01:00:49

Desde los inicios de la revolución Industrial, la humanidad ingresó en un proceso de modernización, que tímidamente primero y aceleradamente más tarde (progreso, que no ha alcanzando por igual a la humanidad en su conjunto), fue produciendo cambio de hábitos, que aunque mejoraron la calidad de vida presente de las distintas generaciones que nos separan de aquella época, también y producto de no tener en agenda la evaluación del impacto ambiental que produciría en las generaciones futuras sus modos de consumo, nos condujo a este principio de siglo XXI, donde el deterioro del ecosistema resulta evidente, amenazado además por una creciente población mundial, demandante de distintos tipos de energía y a la vez generador de desechos a los que no se da a vasto procesar de modo tal que resulten inocuos.

A diferencia de lo ocurrido en los primeros tiempos de este proceso industrial, donde no se tenía en cuenta la necesidad de ser moderados en los consumos de energías y materias primas y en las emanaciones contaminantes de los procesos productivos, en este otro extremo de la línea de tiempo existe un universo de entidades y particulares que motorizados por las condiciones de vida que propone para el futuro nuestro planeta, realizan estudios y ponen en práctica distintos métodos que plantean la utilización de energías limpias y procesos de saneamiento que permitan un equilibrio entre las comodidades propuestas por la modernidad y la necesidad de proveer condiciones saludables de vida.

En estas latitudes hemos tenido la posibilidad de encontrarnos con gente que en esa línea de motivaciones ha llevado a la práctica lo que hace diez años constituían utópicas anotaciones y dibujos de diseños que proponían cambios en los procesos de tratamiento de los residuos sólidos urbanos, como un aporte para mejorar la calidad de vida de la población y a la vez obtener de estos desechos, biocombustibles y elementos recuperables aprovechables económicamente que permitieran reutilizar materias primas y simultáneamente este procesamiento no comprometiera el ambiente donde se desarrollaran estas acciones.

Es así que dimos con Antonio Armando Nieto, conocido en la actualidad por su accionar político, más precisamente como Senador Provincial en la legislatura platense, que haciendo gala del conocimiento de su oficio de tornero ha tenido estrecha intervención (en conjunto con un destacado equipo de colaboradores) en el armado y montaje de un equipamiento a tamaño de escala, que propone el tratamiento de los residuos sólidos urbanos que, luego de procesos de selección y molienda y por medio de un proceso de termólisis obtiene gases (capaces de alimentar equipos de generación de energía eléctrica) y líquidos combustibles de segunda generación que, a diferencia de los biocombustibles obtenidos mediante otros procesos de recursos vegetales, éstos no compiten con la generación de alimentos para la humanidad, puesto que surgen de sus desechos.

La vehemente convicción que transmite Armando Nieto de estar generando un importante aporte en pos de la disminución de gases contaminantes productores del efecto invernadero (generados por la incineración de los residuos) o la desaparición de riesgos de contaminación de la tierra (como es el caso del enterramiento de estos desechos) nos pone frente a una posibilidad potencialmente tangible de estar parados sobre un punto de inflexión en el modo en que se tratan los residuos sólidos urbanos y de imaginar que en un futuro no muy lejano esta sea una respuesta contundente a la pregunta que hoy nos planteamos sobre ¿qué hacer con la basura?.

 

Por Jorge Zarate y Fotografia de Antonio Infante del multimedios Prisma.

1 pensamiento sobre “SALUD: La solución a los residuos es una realidad

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