martes 30 de diciembre de 2025 12:57:19

EDITORIAL: EL PERONISMO ANTE SU PROPIO ESPEJO: ¿ES EL FIN DE UNA ERA O UNA PAUSA EN LA HISTORIA»

Hoy, el movimiento que fundó Juan Domingo Perón enfrenta su crisis de identidad más severa: sin un liderazgo claro, sin una propuesta económica que enamore y, lo más grave, con una desconexión evidente con las nuevas generaciones

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Por la Redacción: La Argentina que despedimos este 2025 no es la misma que conocimos durante casi cuarenta años. Las piezas del tablero político, aquellas que parecían pegadas al suelo con la fuerza de la tradición y el aparato, finalmente se han movido. Por primera vez desde el regreso de la democracia, el peronismo —en todas sus variantes— asiste a un escenario de derrota casi total a lo largo y ancho del mapa nacional.

Desde los grandes centros urbanos hasta las provincias más feudales, el mensaje de las urnas fue un grito de agotamiento. No se perdió solo una elección; se perdió la narrativa de que el Estado era el único motor posible y que el peronismo era su único conductor. Hoy, el movimiento que fundó Juan Domingo Perón enfrenta su crisis de identidad más severa: sin un liderazgo claro, sin una propuesta económica que enamore y, lo más grave, con una desconexión evidente con las nuevas generaciones.

¿Qué pasó? La respuesta no está solo en la economía. El peronismo dejó de leer la calle. Mientras el mundo y la tecnología cambiaban la forma de trabajar y de soñar de los argentinos, el discurso oficial se quedó atrapado en fórmulas del pasado. La «justicia social» se convirtió, para muchos, en una promesa vacía frente a una inflación que devoró salarios y una inseguridad que se adueñó de los barrios, especialmente en nuestro Conurbano.

Hoy el peronismo no sabe qué pasará. Algunos apuestan a la resistencia desde la Provincia de Buenos Aires, el último bastión; otros, a una renovación que barra con las caras del fracaso reciente. Pero el desafío es mayor que cambiar nombres: es entender que la sociedad argentina cambió sus valores. El mérito, la libertad individual y el hartazgo frente a la intermediación política le han ganado la pulseada a la estructura.

El 2026 asoma como el año de la gran introspección. El peronismo deberá decidir si quiere seguir siendo un museo de grandes éxitos o si es capaz de reinventarse para una sociedad que ya no le teme a vivir sin él. La historia dirá si estamos ante un certificado de defunción política o ante el nacimiento de algo nuevo. Por ahora, lo único seguro es que el «monopolio de la gobernabilidad» ha terminado. Y eso, para bien o para mal, es una noticia que cambia la Argentina para siempre.