ECONOMÍA: POR QUÉ LOS INVERSORES SE NIEGAN A SOLTAR LOS DÓLARES, PESE A LA EUFORIA EN BURSÁTIL
En la jornada post electoral, la baja del dólar fue menor a la esperada, mientras las tasas siguen altas. No se prevén medidas de corto plazo
El mensaje post electoral del mercado fue ambiguo: por un lado, la previsible euforia por la recuperación de las pérdidas que habían sufrido las acciones y bonos de deuda soberana; pero también un dólar con mucha más demanda de lo esperado, y tasas de interés que siguen en niveles impagables. Como si los inversores le estuvieran advirtiendo a Javier Milei que ganar la confianza del mercado puede ser más difícil que ganar en las urnas.
Lo cierto es que los pronósticos de un desplome en el tipo de cambio estuvieron lejos de producirse. En otras palabras, que los «mandriles» que habían tomado una masiva cobertura por el temor a una devaluación no cambiaron su actitud, ni siquiera después de ver la desaparición del «riesgo kuka».
Es algo que se vio reflejado en el volumen relativamente alto -unos u$s400 millones- y, sobre todo, en la volatilidad que hizo subir $90 entre las 11 de la mañana y las 3 de la tarde. En la apertura, en medio de la euforia oficialista, la cotización mayorista cayó a $1.340, pero empezó una sostenida suba que, sobre el cierre, llevó al dólar hasta $1.430.
Lo positivo del impacto post electoral: prácticamente desapareció la brecha entre el tipo de cambio oficial y el «contado con liqui», que quedó en menos de 2%, eliminando el atractivo de arbitrajes y «rulos» varios que se vieron en el mercado durante las últimas semanas, en las que la brecha llegó al 10%.
Lo peor: no hay atisbos de un abaratamiento del crédito en lo inmediato. La tasa de caución -la que usan las empresas para liquidez de corto plazo- siguió muy alta y cerró en 66%, mientras que la «repo» -interbancaria- está en 85% y los adelantos en descubierto en torno de 100%. Y en los bancos se percibe la ansiedad por ver señales del BCRA en el sentido de un alivio para los encajes, que siguen en 53%.
Y lo que se discute entre los analistas es si esta situación está dentro de la estrategia planeada por Toto Caputo o si debe ser interpretada como un síntoma de desconfianza remanente.
Por lo pronto, no se esperan medidas. El ministro debe renovar deuda por $12 billones esta semana, buena parte de la cual está en bonos «dólar linked». Esto implica que una caída en el tipo de cambio hará menos costoso los pagos y que en la licitación del Tesoro se podrá bajar la tasa de interés para el «rolleo» de los bonos.
Claro que hubo festejos, sobre todo por parte de quienes estaban comprados en bonos y acciones. La caída del riesgo país -que estaba encima de 1.000 puntos la semana pasada y ahora volvió a la zona de 650- da un margen de confianza para los inversores en el sentido de que no se tratará apenas de un «efecto rebote», sino que los activos pueden seguir ganando valor.
También festejó fuerte Santiago Bausili, después de su apuesta de casi u$s7.000 millones en el mercado de futuros. Con el desplome que se registró este lunes -más de $60 en casi todos los contratos-, se genera una diferencia a favor del vendedor, es decir del BCRA. Hablando en plata, los que habían tomado el «seguro de devaluación» tienen que pagarle unos $500.000 millones, según estimó el economista Federico García Martínez.
Aun así, no se elimina la pérdida acumulada en el año por las intervenciones de Santiago Bausili en el mercado de futuros, pero se achicaron considerablemente hasta el entorno de $300.000 millones.
Ese es, además del vencimiento de bonos dolarizados, el otro incentivo potente que tiene el gobierno para inducir a una baja del dólar, o al menos para contenerlo hasta fin de mes.
Bessent, ganador en todas las canchas
Y, a la hora de hablar de ganadores, el nombre de Scott Bessent estuvo en boca de todos. Su «compra de pesos» se reveló tras las elecciones como una buena inversión, que en un solo día le rindió 16% en dólares. Una ganancia que, en términos dolarizados, llega a 5.700%, según estimó el economista Fernando Marull.
Además, ganaron -o, al menos, recuperaron las pérdidas previas- los inversores amigos del secretario del US Treasury, como los fondos como Discovery, BlackRock, Pimco y Fidelity, que habían hecho compras de bonos argentinos en 2024.
De hecho, una de las teorías que discuten los operadores es que estos grandes inversores podrían estar aprovechando el momento para desarmar sus posiciones en pesos y recomprar dólares. Algunos argumentan que eso explicaría la fuerza de la demanda en un mercado que sigue sufriendo una aguda falta de liquidez. Aunque también están los que argumentan que, para que el negocio les cierre a estos fondos, el precio de la salida debería ser a una cotización más baja.
En todo caso, Bessent obtuvo una ganancia en el plano político. Ahora puede refutar a quienes le decían que su apoyo a Toto Caputo implicaría un costo financiero para los contribuyentes estadounidenses. El tema adquirió una trascendencia inédita, al punto que estuvo en el centro del debate político en el país del norte. Un editorial del influyente The New York Times fue elocuente sobre la visión crítica de los opositores: «Bessent se juega su credibilidad y el dinero de los contribuyentes en su apuesta por Argentina», era el título.
El dólar baja: ¿hay que festejar?
Claro que, así como había quienes se habían generado la expectativa de un desplome en el tipo de cambio, a tono con la caída del riesgo país, también hay muchos -la mayoría de los economistas, en realidad-, que prefieren la situación inversa.
Desde hace meses hay un clamor para que el Tesoro compre reservas y que deje flotar el tipo de cambio. De esa manera, aseguraría su solvencia a la hora de enfrentar el calendario de pagos, sin tener que depender de nuevas ayudas del Fondo Monetario Internacional.
Ese reclamo, que ya era fuerte antes de que, en septiembre, el dólar tocase el techo de la banda de flotación, se hizo más intenso en los últimos días, cuando se supo que la pulseada de Caputo contra los compradores de dólares había tenido un costo de más de u$s5.200 millones -sumando ventas del Tesoro, del BCRA y del «Tío Scott», y sin contar los bonos dólar linked-.
El resultado electoral no sólo no debilitó ese pedido, sino que, por el contrario, lo hizo más fuerte, porque los economistas creen que es justamente en un momento de fortaleza política de Milei cuando se debe aprovechar para flotar el tipo de cambio. Sin embargo, en la primera jornada, el Tesoro no compró dólares, algo que ya generó un efecto de decepción.
«El gobierno no debería salir a defender al tipo de cambio si se acerca al techo de la banda. A mí me gustaría que lo dejaran flotar, porque saca la necesidad de usar reservas para defender el peso y eso permite al Banco Central acumular. Y también elimina la necesidad de usar la tasa de interés para defender al tipo de cambio, y eso le daría oxígeno a la economía», sostuvo Miguel Kiguel, ex secretario de Hacienda, y uno de los más críticos del sistema de banda de flotación.
Por su parte, Héctor Torres, ex representante argentino ante el FMI, argumentó: «Hoy sería un momento oportuno para dejar flotar al peso, remover los controles de capitales remanentes y, sobre todo, acumular reservas». El economista recordó que esa es, además, la principal medida que el FMI le está haciendo a Milei. La ex vicedirectora del organismo, Gita Gopinath, planteó explícitamente la necesidad de abandonar una política de apreciación del peso.
Los analistas internacionales, como los del Financial Times, han calificado como «insostenible» la política cambiaria del gobierno. Y en los reportes de los bancos de inversión hubo un optimismo cauto tras la victoria electoral de Milei. Así, el Bank of America pronosticó que el tipo de cambio podría estabilizarse en torno de $1.450 y que las tasas de interés podrían caer rápidamente.
El JP Morgan -de donde proceden Caputo y la plana mayor de su equipo-, no eliminó del todo sus dudas. «Mientras las recientes semanas expusieron las vulnerabilidades del sistema de bandas, que carece de flexibilidad ante shocks, podría ser necesario algún ajuste cambiario para restaurar la acumulación de reservas», señala el reporte post electoral.
¿Calma solo de corto plazo?
Lo que parece claro es que, en el corto plazo, el gobierno no tomará medidas drásticas. Dado que tiene por delante el vencimiento de deuda, la licitación del Tesoro y el cierre del mes para el mercado de futuros, no puede arriesgarse a un salto devaluatorio en los próximos días.
Más bien al contrario, los analistas creen que hay más chances de que haya un movimiento a la baja, como consecuencia de las ventas de dólares que pueda hacer las empresas necesitadas de liquidez, y que no quieren pagar el alto costo de las tasas.
El público minorista, en cambio, no tiene incentivos para desdolarizarse, aunque es posible que haya una menor presión, tanto por la menor incertidumbre política como por la baja liquidez en pesos.
Pero los economistas creen que esa tregua cambiaria podría ser pasajera. La oferta de divisas está muy baja, y dado que el campo ya adelantó exportaciones por u$s7.000 millones aprovechando el «tax holiday», los próximos meses serán de escaso aporte.
Esto podría llevar a que el tipo de cambio que hoy es considerado «de equilibrio» resulte insuficiente en poco tiempo. De hecho, hay advertencias de que en el mercado de futuros podría ocurrir -como ya pasó en varias oportunidades- que luego del desplome vuelva la demanda de cobertura por parte de quienes creen que, más tarde o temprano, la devaluación será inevitable.Fte. iP