MÁXIMA TENSIÓN EN EL SENADO: EL OFICIALISMO NO PRESENTÓ UNA ESTRATEGIA PARA ENCARAR LA SESIONES POR LOS JUECES DE LA CORTE SUPREMA
El Gobierno llega al jueves sin una hoja de ruta clara ante el debate por los pliegos de Lijo y García-Mansilla. Crece la incertidumbre en la Cámara alta.

La pulseada por las vacantes en la Corte Suprema entró en zona crítica. A cuatro días de la sesión convocada en el Senado para tratar los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, el oficialismo llega sin una estrategia definida. Legisladores aliados y opositores denuncian la falta de coordinación del Ejecutivo, que podría exponerse a una derrota institucional de alto impacto político y financiero, justo cuando intenta consolidar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En silencio y con una estrategia pasiva, La Libertad Avanza (LLA) dejó librada la suerte de sus candidatos a los vaivenes del recinto. “Tanto esfuerzo para mostrar que leyes impensadas podían salir en el Congreso para que nos emboquen con esto”, reconocieron desde un despacho oficialista. “Dejaríamos una pésima señal. Lo único que falta es que hagamos revivir al kirchnerismo”, sentenció otro legislador.
Los riesgos de un traspié sin plan B
La situación más comprometida es la de García-Mansilla, quien ya juró en la Corte por decreto y ocupa su cargo de manera provisoria. Si el Senado rechaza su pliego, se abriría una crisis institucional sobre la validez de su función. Desde el Gobierno aseguran que continuará en funciones hasta noviembre, cuando venza su designación “en comisión”. Pero ese escenario amenaza con tensar aún más la relación entre poderes y profundizar el rechazo en la oposición.
Ariel Lijo, en cambio, aún no asumió. Su candidatura también será votada, pero algunas bancadas deslizan que podría recibir más apoyo que su colega. El kirchnerismo duro anticipó que rechazará ambos nombramientos, en línea con su rechazo al decreto presidencial que designó a García-Mansilla sin el aval parlamentario.
El peronismo juega sus cartas con cautela
El interbloque del Frente de Todos, encabezado por José Mayans, tiene un rol clave. Según fuentes legislativas, el bloque mayoritario planea dar quorum y votar en contra, cumpliendo con la advertencia hecha meses atrás al jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Pero no todos los senadores comparten esa estrategia. Algunos estarían dispuestos a votar a Lijo si su designación corre riesgo.
El foco está puesto ahora en el nuevo bloque Convicción Federal, que reúne a cuatro senadores que se escindieron parcialmente del FdT. Ya habrían comunicado a la vicepresidente Victoria Villarruel su intención de bajar al recinto el próximo jueves. Sus votos podrían ser decisivos.
“Estamos hablando de dos candidatos a la Corte, con uno que ya juró y otro que podría asumir. Nadie quiere quedar pegado a una derrota evitable”, confesó un senador dialoguista. La incógnita es qué harán los indecisos: ¿darán quorum pero se ausentarán durante la votación? ¿O directamente no se presentarán?
Incertidumbre en la Cámara alta
Con 37 bancas necesarias para habilitar la sesión, la atención estará centrada en cada rostro que cruce las puertas del recinto. El desconcierto es tal que ni siquiera los propios senadores tienen certeza de lo que ocurrirá. “Las definiciones sobre la hora, a veces, no terminan como uno espera”, deslizó una fuente oficialista.
En este escenario, el oficialismo no ofreció ninguna señal clara. Legisladores que se consideran cercanos al Gobierno aseguran que nadie del Ejecutivo se acercó para negociar. Solo preguntan “cómo vas a votar”, pero no ofrecen acuerdos ni propuestas. Mientras tanto, el clima se enrarece.
La tensión interna también se respira en el peronismo. Aunque el discurso público apunta a un rechazo contundente, hay diferencias en torno al perfil de Lijo. Algunos sectores preferirían evitar un conflicto directo con la Corte y resolver la votación sin rupturas.
La Corte, el Gobierno y el costo político
Más allá del resultado, el trasfondo institucional es espeso. El decreto presidencial que nombró a García-Mansilla dejó en evidencia una estrategia unilateral que incomodó incluso a los aliados. Si el Senado finalmente rechaza los pliegos, el Gobierno enfrentará una fuerte embestida política. Si, en cambio, la sesión fracasa por falta de quorum, la Corte mantendría su nueva integración sin aval legislativo.
Desde Casa Rosada minimizan el escenario. Apuntan al kirchnerismo y preparan el terreno discursivo para responsabilizar a la oposición de “desestabilizar” las instituciones. Pero en el Congreso hay otra lectura: “Todos los partidos fomentaron esta judicialización de la política, incluso los libertarios. Ahora nos explota en las manos”.
¿Habrá votos suficientes?
A esta hora, nadie puede asegurar que haya 37 senadores sentados el jueves a las 14. Algunos, incluso, esperan que el Gobierno retire los pliegos antes de la sesión para evitar una derrota. Otros, más escépticos, creen que el desconcierto del oficialismo es tal que ni siquiera barajan esa posibilidad.
El resultado de la votación, si ocurre, tendrá consecuencias políticas, judiciales e institucionales. No solo se pondrá en juego el futuro de dos jueces, sino también la capacidad del Gobierno de Javier Milei de manejar una de las principales herramientas del poder real en la Argentina: la integración de la Corte Suprema. Fte.Ei