ECONOMÍA: DEVALUACIÓN INMINENTE «EL NUEVO CICLO DE DEUDA Y FUGA QUE SE REPITE EN ARGENTINA
El Banco Central vendió ayer 215 millones de dólares para sostener los tipos de cambio paralelos y en apenas tres días dilapidaron 745 millones. A pesar de la fuerte intervención, el dólar blue subió 30 pesos y cerró a 1.265 pesos. El fin de la colosal «bicicleta» financiera, la otra cara de la urgencia por el acuerdo con el FMI

Mientras en el Congreso se debate este miércoles la toma de un nuevo préstamo multimillonario con el Fondo Monetario que endeudará por años a las nuevas generaciones de argentinos, lo que para el presidente Javier Milei, antes de asumir la jefatura de Estado era «inmoral», y en las afueras se producirá una nueva manifestación popular, hay algo que ya se rompió en la economía argentina.
Otra vez nuestro país se encamina, sólo siete años después del último capítulo durante el gobierno de Mauricio Macri, a un nuevo ciclo de toma de deuda, por la que el Gobierno no quiere mostrar el destino de ese dinero fresco: un probable seguro para que los grandes jugadores especulativos puedan cerrar sus negocios y dolarizar sus carteras.
El Gobierno está dispuesto a todo y los números de las últimas jornadas cambiarias marcan la situación de alerta en los mercados que, lejos de tranquilizar con su entrevista de ayer con Antonio Laje, el ministro de Economía Luis Caputo avivó, causando la alarma de una inminente devaluación.
Los números del cierre del martes siguen la espiral de drenaje de dólares que sufre el Banco Central: desde el viernes ya se llevaron puestos 745 millones de dólares. La autoridad monetaria vendió ayer 215 millones de dólares para sostener los tipos de cambio paralelos.
A pesar de la fuerte intervención, el dólar blue subió un 4 por ciento. Fue un alza de 30 pesos y cerró a 1.265 pesos. A esto se sumó el derrumbe de acciones y bonos argentinos. Las letras capitalizables (Lecap) perdieron entre un 3% y un 7% de su valor solo en la jornada de ayer martes. Es decir, nada se calmó, sino todo lo contrario.
Ni Caputo, artífice del último acuerdo por 44 mil millones de dólares en 2018 con el FMI, ni el secretario de Finanzas Pablo Quirno pudieron dar precisiones del monto que incluirá el nuevo acuerdo con el organismo multilateral.
«Uno va al Fondo, típicamente cuando la situación macroeconómica está desordenada, cuando no tiene financiamiento, hay déficit fiscal, hay desorden monetario. Entonces, el Fondo pide ciertas condiciones, que esencialmente son el orden fiscal y el orden monetario, y da un tiempo para eso, típicamente pueden ser 2, 3, 4 años para que se llegue a un equilibrio fiscal primario, y contra eso te da plata para que mientras tanto puedas seguir con tus operaciones», describió Caputo con Laje.
Los argumentos «novedosos» giran en torno al “orden fiscal y monetario” que exigiría el FMI. «Esta vez es diferente porque todo ese ajuste fiscal y monetario que pide el Fondo nosotros ya lo hicimos el año pasado. Entonces estamos con un caso atípico, al FMI no le pasó nunca de ir a un programa donde el presidente y el equipo económico del país sea más ortodoxo que ellos», aseguró «Toto».
Con el caballito de que la administración «libertaria» secó la plaza de pesos durante su primer año de gestión, a fuerza del ajuste por motosierra y licuación, explicado por el golpazo a los ingresos de los jubilados, el corte de la obra pública, las transferencias a las provincias y otros subsidios del Estado nacional, el Gobierno cree que tiene crédito para arribar a un acuerdo que hace semanas anuncian y queda en la nada.
«Hoy la cantidad de pesos y pasivos del BCRA alcanza a 6,5 puntos del PBI. Típicamente eso va del 12 al 14% del PBI. Ahora viene una segunda parte. Hay muchos menos pesos y falta que estén bien respaldados por oro, dólares y no por papelitos de colores que hay hoy en el BCRA». Lo que sigue en el plan oficialista es conseguir el financiamiento del Fondo, que en teoría, el ministro expresó que serán para sanear al Banco Central, sumar reservas y respaldar los pesos.
Pero eso implica negociar con el FMI para hacerse de dólares frescos más rápido que nunca. En este contexto, los grandes fondos especulativos quieren saber qué pasará con la política cambiaria, por la que hasta solo unos días el Gobierno parecía inconmovible de asegurar que seguiría el ritmo de devaluación oficial del 1 por ciento .
«Eso es parte del acuerdo y no lo puedo decir. Lo que sí puedo dejar claro es que lo que hagamos no va a afectar a la gente», afirmó Caputo.
«Ahora estamos recapitalizando el Banco Central para crear las condiciones y para que, cuando liberemos las restricciones cambiarias, puedan estar seguros que no va a haber ningún problema para la gente, ni va a haber un salto devaluatorio», indicó.
El Gobierno quiere cerrar filas y no mostrar las diferencias que el economista estrella de Milei Ricardo Arriazu dejó al descubierto: el Presidente quiere «flotar», pero desde el Ministerio de Economía son más reacios.
Las versiones de apertura del denominada «cepo» cambiario, con el que se controla la entrada y salida de capitales, y de una intervención del Banco Central por bandas en un esquema de «flotación» de precios implica una devaluación que en la Argentina significa sí o sí un aumento en los precios de todos los bienes y servicios.
Los rumores que circulan desde el viernes, cuando comenzó la corrida, marcan la crispación en los mercados que buscan adelantarse a los hechos y cubrirse frente a un nuevo escenario devaluatorio. En esa situación están las empresas y bancos que aún no dolarizaron sus activos, pero que ante el preludio que narra Caputo pueden comenzar a desarmar sus fastuosas inversiones de carry trade.
Parece que a Caputo no se le crispan los nervios, y en la calle ve «un apoyo fenomenal” al Gobierno. «El apoyo de la gente del campo me llamó la atención”, en alusión a la convocatoria en Expoagro. Reafirmó el rumbo de la gestión, y sostuvo que la gente «votó ese cambio” y que “hay un montón más para hacer”.
El escenario de volatilidad ante una devaluación inminente, con una estampida inflacionaria incluída, pueden hacer que el «apoyo de la calle» hoy esté más en duda que nunca.
Justo en una jornada en la que la manifestación callejera en el Congreso volverá a ser el centro de las miradas mientras los legisladores le dan otro cheque en blanco al Gobierno.