POLÍTICA: SOLO CON LAS MILANESAS NO ALCANZA
Luego de varias reuniones y cenas Milei parece haber escuchado consejos de Macri. Intentará ordenar las fuerzas en el Congreso luego de sucesivas derrotas.
El gran problema es la enorme crisis libertaria. Y el pleito con Villarruel, que no cede
Por: Eduardo Van Der Kooy.Durante 16 meses, poco antes de declararse la pandemia en el mundo, Bélgica funcionó sin gobierno. La política falló recurrentemente para conformar una mayoría parlamentaria. Hasta que lo consiguió. La vida cotidiana de esa sociedad europea no se alteró en aquel tránsito largo. Como contracara, la Argentina lleva 9 meses de un ensayo político inédito, libertario, con el presidencialismo de un líder irascible (Javier Milei), un sistema político desmembrado y una comunidad que padece profundos sobresaltos en medio de la crisis. Pero no hay eclosiones y la democracia sobrevive. Algo de magia existiría.
Parte de ese fenómeno estaría reflejado en un estudio cualitativo de la consultora ARESCO. Los entrevistados sostienen, mayoritariamente, que la están pasando mal. Los ingresos son muy insuficientes. Admiten que la inflación ha bajado, aunque menos de lo que asegura el Gobierno. Temen por el desempleo. Pese a eso, un 40% mantiene expectativas de que aquel cuadro se modifique en los años de poder que le restan a Milei. Un 10%, aproximadamente, estaría apostando a una mejora en un plazo mucho menor. La sumatoria explica el principal activo que posee el líder libertario para continuar operando en su laboratorio.
Aquel conglomerado social no repara demasiado en los avatares de la política. Salvo que tengan vinculación con el bolsillo. La mayoría de los que depositan su confianza en Milei observan de mala forma el veto a la compensación jubilatoria (35%). Del mismo modo, la decisión de disponer $ 100 mil millones para gastos reservados de la Secretaria de Inteligencia del Estado (SIDE). Esos registros figuran también en el trabajo de ARESCO.
El Gobierno acaba de resignar una ventaja. Los conflictos en las fuerzas opositoras prosiguen. El pero-kirchnerismo no abandona el estado de confusión en que lo tiene sumido el escándalo por violencia de género que la ex primera dama, Fabiola Yañez, denunció contra Alberto Fernández. Los radicales nunca controlan la diáspora. El PRO no termina de definir su perfil y pugna por defender la identidad propia, pese a la colaboración que mantiene con el oficialismo. El gran problema radica ahora en la implosión que se verifica en La Libertad Avanza. Ocurre en Diputados y el Senado. Consecuencia del origen improvisado y opaco que tuvo la formación de la fuerza. Allí llegaron oportunistas, peronistas marginales y dirigentes acercados aviesamente por Sergio Massa. El ex candidato y ex ministro conjeturó, equivocadamente, que su ayuda a Milei mellaría a Juntos por el Cambio y franquearía las puertas de su ambición suprema.
Aquel estado de cosas motorizó los últimos cuatro encuentros de Milei con Mauricio Macri, matizados con las buenas milanesas y alguna carne asada que se cocinan en Olivos. Ambos tienen una misma percepción que no saben todavía de qué manera podría ser encaminada: el amplio espectro social que representan no tendrá destino si no logran converger en un mismo cuerpo. Dicho de otro modo: hay un 40-45% de la oposición que estaría dispuesta a amalgamarse, sin esfuerzo extremo, para enfrentarlos en la elección legislativa del año próximo. De nuevo un dato de ARESCO que puede tenerse en cuenta: en su pico de expectativa y con la hipótesis de una alianza, difícilmente la LLA y el PRO vencerían hoy al peronismo en Buenos Aires. El Conurbano, a diferencia de lo que ocurre en varias provincias, revela los peores índices de popularidad de Milei.
El Presidente está en una encrucijada. Como estuvo después de las elecciones generales del 2023. En aquel momento fue clave el pacto que selló con el ingeniero. Significó el traslado casi absoluto de los votos que había cosechado Patricia Bullrich. Así se coronó en el balotaje. El entorno del libertario -y él mismo- presume que la marca PRO dispondría ahora sólo del 10% de los votos nacionales. Sin ellos, sin embargo, el Gobierno correría riesgo de perder los comicios del año próximo. En esa debilidad aparente se esconde la fortaleza de Macri para intentar negociar.
Después del traspié con la compensación jubilatoria y los fondos reservados de la SIDE, que serían crucificados en el Senado, Milei habría comenzado a entender el grado de desprotección que soporta en el Congreso. Dio una vuelta de campana: recibió a los jefes de bloques de Diputados. Esos que dijo que si trabajaran gratis serían caros. La “casta” pura. Lo hizo también por insistencia del ingeniero. El Presidente anhelaría la formación de un interbloque con el PRO. Sugiere que debería ser conducido por el diputado Cristian Ritondo. El deseo atendible resulta por ahora impracticable debido a la descomposición que envuelve al bloque libertario. Ni siquiera logra ordenarlo el titular de la Cámara baja, Martín Menem. Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, por igual motivo, dejó de frecuentar el Congreso. Ritondo le habría confesado a Macri: “No puedo hacerme cargo de un loquero”.
La punta de la enorme crisis se advirtió en febrero. Ocurrió cuando cayó en Diputados la Ley Bases que provocó el alejamiento del entonces titular del bloque, Oscar Zago. Fue impulsado a ese lugar el cordobés Gabriel Bornoroni. Con la bendición de Karina Milei. El descontrol se acentuó después que una delegación de libertarios realizó la visita al penal de Ezeiza donde cumplen prisión represores de la última dictadura. Entre ellos Alfredo Astiz. Nadie se quiso hace cargo de la decisión. Se repartieron culpas que rozaron desde Patricia Bullrich, cuya cartera tiene a cargo el Servicio Penitenciario Federal (SPF) hasta Victoria Villarruel, la vicepresidenta.
La crisis terminó derivando en la renuncia de la diputada Lourdes Arrieta, que estuvo en Ezeiza, aunque acusó a sus colegas de haberla llevada engañada. Se sacó una foto con los represores. Confesó que no sabía quién era Astiz. Presentó un proyecto de resolución para que la Cámara de Diputados condene aquella visita que, a juicio suyo, pondría en duda los valores de la Argentina en materia de derechos humanos. Sucesión de disparates imposible de ser descifrados.
Tampoco lo de Arrieta representa un caso aislado. El senador Francisco Paoltroni cuestionó la postulación de Ariel Lijo para la Corte Suprema. Citó al joven asesor Santiago Caputo como artífice de la maniobra. Con la crisis en curso aseguró que votará incluso en contra de los fondos reservados para la SIDE y a favor de la compensación jubilatoria. Fue echado del bloque de senadores. La nota pidiendo ese relevo resultó elevada a la titular del Senado. Villarruel explicó que técnicamente no le corresponde tomar una medida de ese carácter. Le asiste razón. ¿Fue una provocación del bloque libertario hacia la vicepresidenta? ¿O un error por desconocimiento del reglamento? La diputada Lilia Lemoine, por suerte, admitió estar estudiando las normas del Congreso. La hojarasca no ocultaría, sin embargo, la diferencia de fondo que Villarruel mantiene con el entorno presidencial. Santiago Caputo y Karina Milei.
El Gobierno no dudó en desautorizarla cuando planteó que deberían reabrirse las causas contra los terroristas de la década del 70. Soslayó que fueron indultados junto a los jerarcas militares por Carlos Menem, el espejo donde se reflejan los libertarios. Néstor Kirchner canceló el perdón sólo a los dictadores. El portavoz Manuel Adorni aclaró que no se trata de “una agenda del Gobierno”. Que Villarruel, como sucedería en La Libertad Avanza, tiene el derecho a pensar distinto. Habría que pedirle una opinión al senador Paoltroni.
Llamó la atención cómo el dirigente de Formosa jugó tan a fondo contra Santiago Caputo y las decisiones de Milei. Los malpensados suponen que la ofensiva no fue inocente. Habría respondido a una iniciativa de su protectora en el Senado, Villarruel. Paoltroni se ha ido a un monobloque y dispondrá ahora de todas las facilidades para seguir marcando diferencias. Quizá ponga en la agenda un conflicto que Macri le acercó al Presidente. El papel de Santiago Caputo y la Secretaria de Inteligencia del Estado.
Milei demostró, al menos una vez, sensibilidad. Ordenó echar a dos abogados de la SIDE que habían indagado en un par de causas judiciales pendientes que tiene el ex presidente. Habló personalmente con Sergio Neiffert, a cargo del organismo, para que se disculpara con Macri. El discípulo del joven Caputo brindó una cándida explicación: en medio de un intento de ordenamiento jurídico en la SIDE aquellos profesionales habían carecido de celo. Descuidados. El ingeniero sonrió ni bien se lo contaron.
Macri volvió a machacar en sus últimos encuentros con Milei sobre la necesidad de dinamizar la gestión y ordenar la política. Los mileístas del “no se puede” descifran entre líneas la intención del ingeniero de cooptar áreas de la administración. Aseguran que pregunta con frecuencia sobre la demora para la adjudicación de la Hidrovía del Paraná.
Milei y Luis Caputo, el ministro de Economía, continúan apostando al único caballo que, a juicio de ellos, podría acercarlos al disco: la baja de la inflación y el equilibrio fiscal. No atinan por ahora a imaginar otras medidas que incentiven la producción y el consumo. Se aleja la esperanza de un rebote en V y asoma el fantasma de una L. De acuerdo con un relevamiento de la consultora Scentia, la caída del consumo en supermercados registró hasta mediados de agosto una marca del 22.6% interanual.
Esa realidad y los interrogantes sobre el porvenir de la política monetaria y cambiaria de Milei son obstáculos que impiden la regeneración de confianza. Los inversores vacilan. El RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones) parece un imán. La vigencia del cepo, un freno.
En ese contexto la desarticulación de la política, ahora en el oficialismo, solo agudiza el complicado panorama.Clarin. Fte. Identidad Correntina