REENCUENTRO MILEI MACRI Y PATRICIA BULLRICH EN LA CENA ANUAL DE LA FUNDACIÓN LIBERTAD
Los tres volvieron a verse juntos después de varios meses en el marco de la cena de la Fundación Libertad y del armado libertario de cara al 2025 que divide aguas entre ambos partidos
Muy custodiado, pasadas las 21:30, cuando Javier Milei ingresó por el costado del escenario al enorme salón del primer piso del complejo Goldencenter, con las luces acondicionadas para la ocasión y un pedido especial para silenciar los teléfonos celulares, Mauricio Macri y Patricia Bullrich ya esperaban sentados desde hacía un buen rato en la mesa 5, la principal, acompañados por Luis Lacalle Pou y José María Aznar, entre otros asistentes, además del anfitrión, Gerardo Bongiovanni, el presidente de la Fundación Libertad.
“¡Presi!”, lo abrazó Milei a Macri minutos después de las 22:30 y de un discurso encendido, atravesado por monólogos dignos de un stand-up de la avenida Corrientes, una vez que bajó del escenario. Enseguida, una marea de dirigentes, empresarios, funcionarios, lobistas y curiosos rodeó al presidente para saludarlo. A Maximiliano Pullaro, por ejemplo, parado al costado de su mesa, Milei le dedicó solo un apretón de manos. Con Federico Sturzenegger, por el contrario, que había divisado antes desde el escenario -”Coloso”, lo definió-, se estrujó en un sentido abrazo. Lo mismo con Bullrich, a la que encaró al grito de “¡mi ministra!”. Ya había notado su presencia en el inicio de sus palabras: “¡La doctora Bullrich, genia Patricia!”.
La peor parte se la había llevado Carlos Melconián, que una hora antes había conversado por unos minutos con Guillermo Francos, uno de los ministros que, con excepción de contadas ausencias -Nicolás Posse fue la más notoria-, no se quiso perder el evento. El economista se fue mientras hablaba Aznar. Se perdió la burla que Milei propició desde el escenario cuando se refirió a los “fideos con tuco”, uno de los latiguillos del ex funcionario del PRO durante la campaña presidencial, y el plato principal que los comensales debieron esperar para degustar a que el presidente finalizara su mensaje, y dejara el lugar por la misma puerta por la que entró, sin tomar ni siquiera un sorbo de agua. Algunos invitados aseguraron que Melconián se había retirado, fastidiado, justo cuando el jefe de Estado lo mencionó elíptica y socarronamente.
Los tres, Milei, Macri y Bullrich, no se veían, ni en público ni en privado, desde el balotaje, en noviembre pasado, la noche en la que el presidente, el ex presidente y la ministra de Seguridad celebraron en conjunto el triunfo libertario, y la integración entre el PRO y la Libertad Avanza parecía fluir con normalidad.
La cena anual de anoche de la Fundación Libertad, que cada año suele reunir a la elite liberal de este país, que siempre estuvo signada mayoritariamente por presencia de dirigentes macristas y que esta vez aglutinó a casi todo el gabinete libertario y un buen número de funcionarios y legisladores oficialistas, arrastraba en la previa el morbo del reencuentro entre el presidente, su antecesor y la ex candidata presidencial del PRO, en momentos de extrema sensibilidad partidaria y de cara a la potencial fusión entre ambos espacios que cada día despierta mayor incógnita en ambos campamentos.
“La verdad es que nadie sabe nada”, se sinceró antes de los discursos, mientras subía las escaleras para enfilar al salón principal, un dirigente del PRO que trabaja codo a codo con Macri.
La cena -a diferencia de otros años, contó con un mayor dispositivo de seguridad, con efectivos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria apostados en la entrada y una requisa individual por la presencia de Milei- implicaba además el primer cara a cara entre Macri y Bullrich tras varios meses de disputas, de un distanciamiento público y privado insalvable por el rol del PRO y el contrato de relacionamiento con La Libertad Avanza y después de que la ministra aceptara, según el ex presidente de manera unilateral e inconsulta, incorporarse al gabinete.
El reencuentro entre ambos fue demasiado protocolar. Macri ya esperaba sentado en la mesa principal, frente al escenario, junto a su mujer, Juliana Awada, cuando Bullrich se acercó a saludarlo. Según algunos testigos, ella lo felicitó al pasar por quedarse formalmente con la presidencia del PRO, a pesar de la durísima puja que protagonizaron puertas adentro por la estructura del partido; intercambiaron alguna palabra de rigor y la ministra fue a ubicarse en compañía de su pareja, Guillermo Yanco, del otro lado de la mesa. No volvieron a cruzar saludos.
Parado, algo incómodo, Macri aprovechó más tarde la marea de invitados que se apiñaba para conseguir un apretón de manos o un abrazo con el presidente para irse del salón por uno de los accesos laterales. Milei hizo lo propio, casi en el mismo momento, por la misma puerta por la que entró una hora atrás, flanqueado por su hermana Karina, cada vez más influyente. Bullrich esperó a que se disiparan los asistentes para sentarse y probar la carne con puré que los mozos empezaban a servir.
El futuro político y electoral del PRO y la LLA en términos de la fusión de cara al 2015 que dirigentes de ambos espacios plantean desde hace meses es todavía una hipótesis demasiado lejana.
Se discute, en definitiva, el fondo de la cuestión. Es decir, la representación del electorado de centroderecha, que el PRO perdió con LLA el año pasado, en el 2025.
El estilo estrafalario de Milei le presenta al PRO de Macri un desafío complejo: el sistema de toma de decisiones del presidente incomoda a su antecesor. “Cada uno tiene su estilo, y (a Milei) no le va tan mal”, confesó anoche un dirigente del riñón macrista que salía de conversar con el ex jefe de Estado en el VIP improvisado para la ocasión, y que suele reflejar a la perfección el pensamiento del ex mandatario.
Macri medita cada uno de sus pasos. Anoche, por caso, ensayó un discurso muy breve y formal, sin ninguna definición sobre la coyuntura, y homenajeó a su ex colega Sebastián Piñera, fallecido en febrero, consciente de la atención que concentraba su reaparición pública después de meses de silencio mediático, de los cortocircuitos con el gobierno por la integración del gabinete, horas después de la enorme marcha de estudiantes y rectores de universidades públicas que desbordaron la Plaza de Mayo y sus alrededores. Fue uno de los temas de conversación obligado de la cena.
Milei, por el contrario, ni midió ni un solo pasaje de su discurso: volvió a desdeñar la Ley de bases que este jueves tendrá, de no mediar imprevistos, dictamen de comisión en la Cámara baja en paralelo al paquete fiscal, y se divirtió con imitaciones y chicanas para todos los gustos frente a un salón que festejó sus ocurrencias, mientras defendía su programa económico.
Macri, además, había aterrizado hacía algunas horas de un viaje por Dubai y arrastraba todavía los efectos del “jet lag”. En la madrugada tenía previsto, por caso, volver a subirse a un avión para volar a un par de destinos pendientes para aterrizar definitivamente en el país a partir del próximo 6 de mayo, cuando sí hará base por un tiempo, para asumir, días después y de manera formal, la presidencia del PRO.
El puntapié inicial para empezar a pensar cómo, desde dónde y con quiénes reconfigurar el partido que fundó hace más de dos décadas, para las elecciones del 2025. Mientras Karina Milei, la decisiva secretaria General de la Presidencia, se entusiasmó con la posibilidad de que La Libertad Avanza obtenga la personería legal en todo el país para, en todo caso, no tener que depender de nadie el próximo año: para eso necesita que LLA sea reconocida primero en cinco distritos. “Una vez que tenés los cinco, después es un trámite casi automático”, explicaba anoche un referente del PRO que conoce de los temas electorales. Milei ya consiguió la aprobación de la Justicia electoral en Córdoba y La Rioja, y avanza, por ejemplo, sobre la ciudad de Buenos Aires. El bastión más caro al sentimiento de los Macri.