viernes 6 de diciembre de 2024 09:00:35

EL GOBIERNO PROPONE A ARIEL LIJO PARA LA CORTE CON DOS OBSTÀCULOS EN EL SENADO Y SOSPECHAS SOBRE EL PLAN DE MILEI

El juez tiene una larga trayectoria con causas sensibles para el poder político. El nombre de García Mansilla sorprendió. Cómo es el debate que se viene

563718

La decisión del gobierno de Javier Milei de proponer al juez federal Ariel Lijo para cubrir la vacante que hay en la Corte Suprema de Justicia se topa desde el inicio con un escenario incierto en el Senado, donde el oficialismo está muy lejos del número para aprobar el pliego, y con múltiples sospechas e interpretaciones en el ámbito de la política sobre el nombre elegido.

Con la nominación de Lijo el Gobierno busca cubrir la vacante que dejó con su renuncia en 2021 la jueza Elena Highton de Nolasco en el máximo tribunal que integran Horacio Rosatti (presidente), Carlos Rosenkrantz (vice), Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti, para completar la conformación de cinco magistrados.

La posibilidad de que el Gobierno avanzara con este paso institucional empezó a sonar un día antes de que la Oficina del Presidente confirmara este miércoles, con un comunicado oficial, el envío al Senado del pliego de Lijo, uno de los jueces más influyentes del fuero federal. Pero a ello sumó la sorpresa de que propondrá también al académico Manuel García Mansilla para cubrir la vacante que dejaría Maqueda en diciembre, cuando cumpla 75 años, edad máxima para ejercer el cargo.

Si el primer obstáculo para Milei es la difícil mayoría de dos tercios que necesita en el Senado para aprobar estas designaciones, entre los dos nombres propuestos asoma un segundo escollo que sin dudas aparecerá en el debate: la ausencia de mujeres en la Corte Suprema, que hasta hace poco tuvo dos juezas.

Además a ello se suman las suspicacias políticas que rodean al nombre de Lijo, relacionadas con su participación en numerosas causas judiciales sensibles para el poder y que involucraron tanto a Cristina Kirchner como a Mauricio Macri y con el rol que jugaría puertas adentro de la Corte en caso de ser designado.

En la gestión anterior, el ex presidente Alberto Fernández nunca propuso un nombre para cubrir la vacante que dejó Highton. Eso tuvo que ver con que ni siquiera pudo cubrir la Procuración General de la Nación porque para eso se necesita la misma mayoría calificada: dos tercios, 48 votos si estuvieran presentes los 72 senadores. La falta de número y la interna con el kirchnerismo le volvieron imposible alcanzar ese número.

Ahora, Milei tiene un problema similar. La única vez que el oficialismo pudo armar una mayoría en el Senado fue en diciembre para asegurarse el control de las comisiones para La Libertad Avanza y los aliados del PRO y la UCR. Alcanzó en ese entonces 39 votos con los que superó a los 33 que tiene Unión por la Patria. No solo fue un número muy inferior a los dos tercios, sino que además la situación hoy es muy distinta.

En aquel momento, la presidenta del Senado, Victoria Villarruel, contó con el apoyo del PRO, de toda la UCR y de los bloques provinciales, pero el rechazo del «mega DNU» de Milei en el Senado dejó al descubierto que esas alianzas se resquebrajaron y que tanto en el radicalismo como en la bancadas que responden a los distintos gobernadores hay resistencias frente al oficialismo.

En este escenario, aún si lograra reconstruir aquella mayoría de 39 el ofialismo necesitará sí o sí que una parte de la bancada kirchnerista acompañe el nombramiento, algo que dependerá primero del ánimo de Unión por la Patria -donde abundan los fieles a Cristina Kirchner- frente al Gobierno y también de la evaluación que hagan sobre Lijo como juez de la Corte.

¿Por qué la cuestión de género puede ser un segundo escollo para el Gobierno?
 Los números del Senado son un tema sobre el cual deberán trabajar mucho mucho el oficialismo y sus aliados. En la Comisión de Acuerdos que se encarga de analizar los pliegos judiciales todavía no saben cómo será el proceso del debate pero aseguran que la construcción de una mayoría será clave antes incluso de firmar un dictamen y no descartan que sea largo.

«Para el debate falta que ingrese formalmente el pliego, todavía no sabemos cómo va a transitar el proceso, pero está claro que nadie llega al recinto con un nombre si sabe que va a ser rechazado», indicó un senador cercano al oficialismo que integra esa comisión.

En ese marco, influirá además la cuestión del género. Lijo fue propuesto por el Gobierno para reemplazar a una mujer en una Corte Suprema que, además, hasta hace pocos años tenía dos mujeres en su composición: Highton de Nolasco y Carmen Argibay, que integró el máximo tribunal entre 2005 y 2014.

La mayoría que se requiere en el Senado y la cuestión del género son dos temas clave para la propuesta de Milei
Las fuentes consultadas por iProfesional indicaron que «es inevitable que en el debate sobre el máximo tribunal haya una discusión sobre la representación de mujeres» porque «en todos los fueros hay mujeres en distintas instancias y la Corte también tiene que reflejar eso». Este será con seguridad un escollo para la propuesta del Gobierno tanto de Lijo como de García Mansilla.

¿Por qué el anuncio del Gobierno generó sospechas políticas y versiones?
En las horas previas al anuncio del Gobierno el nombre de Lijo había trascendido junto con versiones sobre un supuesto malestar entre los jueces de la Corte. Si bien históricamente nunca los magistrados se expresan sobre ningún candidato propuesto por el Ejecutivo en el uso de sus atribuciones constitucionales, el rumor existió y se relaciona con la situación actual del máximo tribunal.

En muchas de las últimas sentencias Rosatti, Rosenkrantz y Maqueda conforman una mayoría de la cual Lorenzetti está distanciado. En minoría. En el ámbito judicial (y también en el ambiente político) se comenta hace mucho años que Lijo está en la misma línea jurídico-política que Lorenzetti.

Por esa razón los rumores previos sobre su nombre dispararon las versiones que giran en torno a la Corte. El interrogante que asoma es si Milei estaría buscando equilibrar la balanza entre los jueces del máximo tribunal. Y en esas elucubraciones cobra importancia la propuesta adicional de García Mansilla, actual decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral, como eventual reemplazo de Maqueda.

El perfil que muestre el abogado y académico (mucho menos conocido que Lijo) que el Gobierno lanzó anticipadamente a la jubilación de Maqueda también hará que la lupa se pose sobre las relaciones internas de la Corte, más allá de que éstas no suelen ser lineales y en cada tema sobre el cual deben resolver pueden variar.

Inevitablemente, las múltiples lecturas que se hacen cuando un Gobierno propone a un juez para la Corte siempre se vinculan con la cuestión central del ejercicio del poder y la relación futura entre el Ejecutivo y el Judicial. En el contexto actual, esto todavía está por verse dado que la Corte tiene pendientes fallos sobre temas muy importantes para Milei, como son los reclamos por parte de las provincias de los fondos que le fueron recortados o reducidos.

Pero además, el nombre de Lijo genera suspicacias en la política por tratarse de un juez que siempre estuvo precisamente muy vinculado a temas de impacto para dirigentes del más alto nivel como los ex presidentes Cristina Kirchner y Mauricio Macri.

El titular del Juzgado Federal 4 de Comodoro Py tuvo a su cargo la causa por la denuncia del fallecido fiscal Alberto Nisman contra Cristina Kirchner por presunto encubrimiento del atentado a la AMIA, el caso del Correo Argentino que involucró a la gestión de Macri y el procesamiento del ex vicepresidente Amado Boudou por el caso Ciccone.

Este derrotero lo convirtió en blanco de críticas de uno y otro lado de la grieta. Por ejemplo, en la Coalición Cívica, la diputada Marcela Campagnoli lo acusó de «cajonear expedientes de la corrupción K», pero en el kirchnerismo también genera cierta desconfianza porque en algún momento lo vieron como parte del «lawfare» que tantas veces mencionó Cristina Kirchner.

Lijo es, en efecto, un hombre importante de del establishment judicial al que cuestiona sin pausa el kirchnerismo. No obstante, su injerencia en tantas causas sensibles para el poder político y transversales a los distintos partidos puede ser también un «valor» para ocupar la Corte Suprema de Justicia, que debe resolver precisamente asuntos de muy alta importancia.

Según supo se conoció en el Senado hay quienes piensan que «los candidatos para esos lugares son personas que han tenido que mostrar su aplomo y su templanza para decidir en situaciones conflictivas» y Lijo cumpliría, según creen, con ese perfil.

De todas formas, para que sea nombrado juez de la Corte Suprema falta todavía mucho. La decisión del gobierno de Javier Milei de impulsar el nombre de Ariel Lijo llevará a un debate difícil en el Senado donde tanto la mayoría, como la cuestión de género y la política serán factores influyentes.