LAS TENSIONES, DESAFÍOS Y CATARSIS CON LOS GOBERNADORES EN EL VÍNCULO CON JAVIER MILEI TAMPOCO ARRANCA
Los mandatarios de todo el país advierten por el impacto que podría tener en sus distritos el ajuste que plantea Javier Milei. Esperan mayor empatía del Gobierno y una alternativa a la quita de fondos
Desde la llegada del nuevo Gobierno de Javier Milei el país atraviesa un tiempo frenético, signado por la falta de definiciones en materia económica, política y social. Casi 40 días de un presidente que no ha dejado de repetir, como un mantra, la esencia de lo que viene ofreciendo desde que se incorporó a la política: ajuste en el Estado, reducción del déficit y orden en las calles.
Pero esas propuestas -aunque necesarias en un país que desde hace décadas gasta más de lo que tiene y ha cedido el control de las calles a cambio de una paz social ficticia-, carecen de la sensibilidad que exige un tiempo de urgencias cotidianas que afectan esencialmente a las clases más postergadas y a la bendita clase media argentina.
Con una inflación del 211,4% y niveles de pobreza históricos, da la sensación de que la desocupación y la marginalidad deberían ser también parte de ese mantra presidencial que el Gobierno resume, casi irónicamente, en el hit del verano «No hay plata». Un plan que parece resumirse solamente a dejar que la inflación erosione los gastos, mientras muchos sectores de la economía, como el automotriz, por ejemplo, enfrentan un parate preocupante.
Gobernadores piden decisiones y sube la temperatura por la crisis económica
Los niveles de pobreza se profundizan.
En medio de este tiempo de profunda incertidumbre se abre, además, un abanico de muchos problemas que exceden la geografía de la Ciudad de Buenos Aires y grafican la postal de un país donde los gobernadores comienzan a ver con preocupación el impacto local de las medidas de ajuste y recesión que plantea el Gobierno de Milei y que, según advierten, ponen a la Argentina al borde de un peligroso riesgo de implosión.
Ese desvelo tiene explicación. Aunque la gran mayoría de los mandatarios recogió el guante de la necesidad de achique en el gasto público y activó recortes de entre el 20% y el 40% en el presupuesto de este año, la ecuación no cierra porque, dicen, la gestión nacional no arranca y las economías regionales se deterioran día a día.
Un espacio de catarsis y «terapia de grupo»
La centralidad política, supeditada a la discusión en el Congreso de la ley ómnibus, inquieta a los gobernadores que aún no encuentran interlocutor válido para sus demandas y para los aportes que desde las provincias podrían hacerse. Por caso, ese desasosiego los llevó a crear el grupo de WhatsApp «Ajustar», un espacio de catarsis y terapia de grupo diario en el que comparten sus inquietudes los jefes de los estados subnacionales, entre los que está el entrerriano Rogelio Frigerio, exministro del Interior y una de las voces más activas de ese chat.
«Rogelio no deja de ser ministro de Interior», refiere irónicamente un gobernador patagónico para explicar la dinámica de esas charlas que nacieron unas horas después de la reunión que Javier Milei tuvo el 9 de enero con todos los mandatarios en la Casa Rosada.
Aquel día, entre otros temas, los gobernadores transmitieron su preocupación por las dificultades que persisten para cubrir con dólares propios el 60% de los vencimientos de deuda. Es, en rigor, una preocupación que arrastran desde la gestión anterior, luego de que el Banco Central limitara, a causa de las restricciones que pesaban sobre las reservas, el acceso a la divisa para los compromisos de deuda subnacionales.
«Toto (Caputo) es el mago, es el Messi, puedo pedirle que los asesore gratis», dicen los gobernadores que respondió Milei ante la mirada absorta de muchos que trataban de transmitirle al presidente las profundas dificultades para hacer frente a esos pagos en un contexto de profunda opacidad económica.
Raúl Jalil (Catamarca), Gustavo Sáenz (Salta), Guillermo Francos y Martín Llaryora (Córdoba), en conferencia de prensa después de la reunión que encabezó el presidente. FOTO: Presidencia
La fragilidad social es otro de los asuntos que desvelan a las provincias. Condicionadas a hacer frente a las próximas paritarias estatales, ese martes pusieron sobre la mesa la necesidad de recuperar la recaudación que perdieron por el recorte en el impuesto a las Ganancias, pese a que muchos de los sindicatos alineados con el peronismo ponen el grito en el cielo ante la posibilidad de que les repongan ese impuesto sobre los sueldos. “No queremos que los trabajadores financien y solventen el déficit fiscal de las provincias”, repiten.
«La idea no es que repongan Ganancias en los mismos niveles, pero quizás que el Gobierno coparticipe otro impuesto, como el impuesto al cheque. Se avecinan tiempos en los que no podemos movernos ni un milímetro de lo presupuestado», sostiene un gobernador norteño de fluido diálogo con la terminal del ministro del Interior, Guillermo Francos, el primero en escuchar de boca de los mandatarios la plañidera por la necesidad de recuperar los fondos de coparticipación cedidos por Ganancias.
El vínculo entre Javier Milei y los gobernadores es tan sensible como frágil e inestable. El presidente los identifica con la casta política y ese desdén que no oculta se traduce en un riesgoso escenario para la aprobación de la Ley Base. En vez de asegurar el respaldo de los mandatarios, de la mano de una estrategia de acuerdos y de seducción, Milei atiza el descontento y arriesga los delicados puentes que intentan construir sus aliados en el Congreso.Fte.mdz