viernes 22 de noviembre de 2024 19:49:52

Por Carlos Sena.Estamos viviendo tiempos complicados para la Argentina, no es una novedad y de hecho, siempre lo son en este bendito país. Sin embargo, hemos sido avisados por el oficialismo durante su campaña de camino a la casa rosada y en el discurso inicial quedó más que claro cuál es la situación reinante: Hoy podemos hablar de un cambio de paradigma.

Ahora bien, debemos observar la situación con detenimiento y siendo objetivos, no nos dejemos llevar por las emociones y mucho menos por las aspiraciones políticas de ciertos sectores que se disfrazan de “defensores mártires”, tratando de sacar ventaja cuando las papas queman. No es un momento feliz y todos deberíamos entenderlo. Por ejemplo, es bien sabido que la inflación está a un ritmo frenético y no va a desacelerarse hasta pasado el primer trimestre, según los expertos. Pero, más allá de los datos concretos, deberíamos preguntarnos  ¿de verdad vamos a responsabilizar al nuevo Poder Ejecutivo de todo lo malo que nos está pasando?, ¿no les parece que deberíamos reflexionar un poco y entender que aún quedan rezagos de las decisiones tomadas por la conducción saliente?

Por otro lado, en este momento que se está debatiendo la famosa Ley ómnibus, veamos las intencionalidades de todo el aparato político. Seamos críticos y no fanáticos. Se puede ver a simple vista un grupo por un lado, “solo contra el mundo”, con pocos acuerdos y con muchas ganas de modificar rápidamente la situación imperante y buscando la salida de tantos años de estancamiento y deterioro. En contrapartida está el armado político antecesor, que sin mucho fundamento busca obstruirle el camino a cualquier idea que pudiera marcar un rumbo hacia el éxito.

Vale decir que para el argentino de bien, no es un momento de elección, porque eso ya lo hicimos en las urnas. Ahora, es un momento de aceptación y no cualquier aceptación, es tomar conciencia del modelo que aceptamos para nuestros descendientes, para nuestros hijos y nietos. Si de protestar se tratara, todos debiéramos estar en la calle… pero reflexionemos, callaron por mucho tiempo los que hoy gritan y lloran por el costo de los productos y servicios.  Esta nueva gestión se podrá equivocar y lo vamos a pagar entre todos, pero… pensemos un momento ¿qué modelo aceptamos? El modelo de libre mercado, con un Estado que no interviene en lo que tenés que comprar. O nos quedamos con el modelo que hace cada día más grande al Estado, que te ayuda mediante subsidios porque el sueldo no alcanza, que destroza las instituciones y además adoctrina a los más pequeños a que si no trabajas, estamos obligados a “ayudar”, viciando de esta manera a los potenciales trabajadores del futuro.

 

Finalizando, resta saber si las condiciones para los inversionistas que generen empleo auténtico y producción genuina, serán establecidas en un futuro no muy lejano, porque la situación en esas cuestiones apremia y es de carácter urgente producir en mayores proporciones, con el fin de acrecentar el PBI.