DIFÍCIL DE CUMPLIR: MASSA ACORDÓ UN AJUSTE EN PLENA CAMPAÑA
Para que el déficit no supere el 1,9% del PIB, debe subir tarifas y seguir bajando el gasto social hasta fin de la gestión. Hasta ahora, se incumplieron todas las metas
Es raro. El FMI publicó el viernes la letra chica de la quinta y sexta revisión del Programa de Facilidades Extendidas que tiene con Argentina, ese que dio pie para que el organismo esta semana desembolsara U$S 7.500 millones.
El staff report describe en 116 páginas y con una minuciosidad extrema la situación argentina: “El programa se ha descarrilado”, admite sin eufemismos en sus primeros párrafos. Es así: ninguna de las metas acordadas se cumplió.
¿Y entonces? ¿Fingen demencia las partes acordando algo que ambos saben que no se va a cumplir?
¿Podrá el ministro candidato Sergio Massa hacerlo? ¿Querrá?
“Me imagino que un ministro de economía candidato a presidente al que le quedan dos meses para la elección y cuatro para el cambio de gobierno tiene poco incentivo para hacer un ajuste fiscal”, dice Fernando Marengo, economista jefe de BlackToro Global Investments.
Da la sensación de que Massa podrá hacer poco y que el Fondo lo sabe. Pero si el FMI no estuviera tan encima de las cuentas locales el derrape podría ser peor. La Argentina vendría a ser una país en el rincón de la penitencia: no sirven para cambiar conductas, pero al menos por un rato estará en el rincón.
Tampoco tiene demasiado margen: aun si Massa quisiera desmarcarse de la pisada del FMI, la realidad hoy es extremadamente frágil.
De los US$ 7.500 millones que giró el FMI, el Gobierno tiene que usar mil millones para devolverle a la CAF y 775 millones para devolverle a Qatar. Además, tiene que separar US$ 3.500 millones para los pagos de capital e interés al FMI entre septiembre y octubre.
Le quedan entonces disponibles U$S 2.225 millones para administrar entre intervenciones en el mercado de cambios y pago de importaciones. Pero debería juntar reservas por U$S 8.000 millones para reponer lo que le falta y llegar a la meta de diciembre. El campo bajó sus liquidaciones pos elecciones: insólitamente, quedó con un dólar a $340, por debajo del oficial.
La Argentina necesita importaciones, mínimo, por U$S 7.000 millones para sostener el nivel de actividad. En julio fueron 6.709 millones y todo indica que en agosto se ralearon al extremo, en especial después de la devaluación post-Paso.
Entre enero y julio la Argentina exportó por 39.534 millones e importó por 44.676 millones. El rojo de 5.142 millones salió de las reservas. En los últimos tres años el saldo comercial fue positivo, incluso el año pasado, cuando la guerra en Ucrania disparó el precio de la energía. El enorme problema fue la sequía, que privó al Central de ingresos por U$S 21 mil millones. El Fondo reconoce eso, pero objeta que el Gobierno atrasó peligrosamente el tipo de cambio, por lo que terminó rifando los escasos dólares que tenía. La suba del tipo de cambio del 22% de hace dos semanas apunta a cuidar los pocos dólares que hay, pero la promesa de mantenerlo fijo a $350 hasta octubre ya lo volvió barato. El traspaso a precios y salarios se hizo en apenas una semana y se espera una inflación de entre el 14 y el 18% para agosto.
AJUSTAR GASTO SOCIAL
Si Massa cumplió las metas del 2022 y la primera revisión del 2023 fue porque licuó el gasto previsional y social, a fuerza de inflación.
“El ajuste fiscal que viene haciendo Massa desde que asumió es inflacionario: en la medida en que acelera la tasa de inflación y el ajuste del gasto social siga siendo trimestral, cierra; porque el primer día ajusta por inflación pasada, pero al día siguiente y durante los 90 siguientes va bicicleteando. Como no toma las decisiones de fondo y hace sólo ajuste vía licuación de gasto, necesita una tasa de inflación cada vez más elevada para ajustar”, dice Marengo.
Por esta vía, se llegaría al 1,9% de meta de déficit acordada con el FMI.
No obstante, el Fondo autorizó el pago de los bonos de suma fija como se vienen dando y, si se mantienen los objetivos dentro del déficit estimado, autorizaría también refuerzos de la AUH, asignaciones familiares y tarjeta Alimentar.
Un dato que revela el reporte del organismo es que por el momento, 130 mil beneficiarias se anotaron en la moratoria previsional de las 800 mil potenciales que podrían hacerlo.
En síntesis: en tiempos electorales el Gobierno está acotadísimo para reeditar algún plan platita o similar.Fte. LV
SUBIR TARIFAS
La reducción de subsidios energéticos debe representar 0,5% del PIB en este 2023. En pos de eso, la segmentación energética quitó subsidios a un tercio de los usuarios pero congeló las tarifas para el resto.
Esto hace que la segmentación no alcance para cumplir esta meta, por lo que el FMI señala que “aún se requieren mayores esfuerzos para alinear los aranceles con los mayores costos de producción tras la devaluación del tipo de cambio”.
Significa que habrá un aumento en el costo de la energía mayorista que Flavia Royón, secretaria de Energía, dijo que rondará el 10%. Debiera ser desde septiembre, por lo que esta semana se conocerán detalles.
Esa suba para los usuarios N1 que ya pagan el 100% del costo de la energía representaría en Córdoba alrededor del 7% sobre la factura final. Los N2 y N3, en tanto, tendrían una suba del 4%, más el 16% para todos que Epec aplicaría desde septiembre.
Mirado en retrospectiva, la segmentación tarifaria se quedó a mitad de camino por dos motivos. El primero es que para los N2 y N3 el aumento de la energía fue cero, lo que significó un abaratamiento en términos reales muy significativos en un país que vuela con una inflación del 113% interanual. En Epec, una familia típica de clase media consume 300 kWh al mes. Por ese concepto, con impuestos y tasas, pagaba en agosto pasado del 2022, $ 5.080.
Una familia N1 al que le quitaron los subsidios paga hoy $15.341 por igual consumo: 202% más en términos nominales pero 40% más en términos reales, descontando la inflación. Pero los N3 (clase media), que en agosto del 2022 pagaban también $5.080, hoy están pagando $6.807 porque el aumento en todo el año fue del 34% con una inflación del 113. Para estos usuarios, la luz se les abarató 38%. En tanto, los N2 que arrancaron con $5.080, hoy está pagando $5.740, dado que el aumento en el año fue de apenas 13%. Si se deflacta la inflación, en términos reales, el mismo consumo cuesta $2.692, es decir, 47% menos de lo que pagaba hace un año. Todo esto sin tener en cuenta la inflación de agosto.
El segundo motivo es que el costo de generación cambió tras la devaluación y eso hay que actualizarlo. De todos modos, el panorama acá no es tan grave porque bajaron los precios internacionales de la energía y Argentina ya está reemplazando algo del GNL que importaba por barcos por el gas de Vaca Muerta que llega con el gasoducto recientemente inaugurado.
Da la sensación de que el Fondo reconoce que Argentina es un caso perdido y que no hará ninguna reforma de fondo en estos meses, pero tampoco se resigna a que desbarranque en materia de gasto en el último tramo de gobierno. Es, en el fondo, fingir demencia y apostar a que el plan “llegar”, llegue.