AL FILO DE UN ENFRENTAMIENTO FATAL
«El abismo puede ser más profundo que votar a un candidato que crece culpando a todo el resto del sistema político»
Nublado por la desesperación, una parte significativa del país busca soluciones rápidas para sus traumas más complejos. No es una simple definición electoral. La idea del hachazo que corta los problemas y los separa de nuestras vidas predomina en una corriente en apariencia creciente que podría llevar a la presidencia a Javier Milei.
Ese mismo enérgico signo de los tiempos tiene expresiones tenebrosas para nada adjudicables al dirigente libertario. En las últimas horas, una operación política de origen desconocido quiso impulsar a miles de marginados al saqueo.
El fin último de un estallido no terminaba de consumarse, entrada la segunda mitad de esta semana. Algunos se lanzaron a la solución fácil de robar algo metido dentro de un grupo. Miles de comerciantes, en distintos puntos del país, se armaron para defender su propiedad de eventuales saqueadores.
«El abismo puede ser más profundo que votar a un candidato que crece culpando a todo el resto del sistema político»
Ambas actitudes, una delictiva y la otra como acción de defensa violenta, muestran la tensión social extrema expuesta a una semana de las elecciones primarias y apenas cinco días después de la devaluación del peso que agregó velocidad a la inflación.
Es por lo menos una paradoja, y quizás también una razón de la provocación de estos ataques contra la propiedad privada, que de esas elecciones haya surgido un ganador que promete el dominio de lo privado por sobre lo público. Milei fue a la vez escoltado por otra candidata presidencial que también promete torcer el recurrente empecinamiento kirchnerista por extremar el estatismo.
El país camina sobre un piso quebradizo hacia un límite que hace pensar a muchos argentinos que su salvación puede ser el arrebato, el robo y el saqueo. Otros se arman para defender a los tiros la razón de su subsistencia, un almacén de barrio, un comercio de electrodomésticos, una tienda de ropa. El abismo puede ser más profundo que votar a un candidato que crece culpando a todo el resto del sistema político.
¿Quién instigó para hurgar en sectores propensos a pasar de la civilización al salvajismo? Con la responsabilidad de un chisme, pero la representación de la vocería del Gobierno, Gabriela Cerruti tiktokeó contra Milei y al día siguiente agregó a Patricia Bullrich como responsable de la agitación en las redes. Mientras los gobernadores afectados por los robos grupales alineaban sus discursos con Aníbal Fernández, apareció el pseudo piquetero Raúl Castells haciéndose cargo de hechos que no estaba en condiciones de generar.
«La historia no se repite ni regresa; entre nosotros, la recurrencia de desgracias como los intentos de saqueos empeoran por acumulación»
Su aparición es un intento burdo de desviar la atención de las hipotéticas investigaciones para llegar a quienes contactaron en principio a decenas de jefes de bandas de delincuentes en Neuquén, Mendoza y Córdoba, tres provincias que no gobierna el kirchnerismo. Una de las investigaciones abiertas en el interior del país tiene como elemento que los chips telefónicos usados para instigar los robos tenían su origen en La Matanza. Recién al quinto día los robos salpicaron de dramatismo el conurbano bonaerense. Ahí, por fin, se borró la indiferencia original del oficialismo.
Los detalles a partir de los cuales nos asomamos a ese infierno no son irrelevantes. Aun cuando el contexto mande por sobre las infamias políticas que puedan construirse a partir del empobrecimiento y la inseguridad.
La historia no se repite ni regresa; entre nosotros, la recurrencia de desgracias como los intentos de saqueos empeoran por acumulación.
La agitación en las redes sociales y los mensajes de WhatsApp con las que se pretendió incendiar un bosque reseco elevaron muy rápidamente la temperatura del país. En apenas horas, se supo que decenas de bandas de jóvenes delincuentes habían sido movilizados para encabezar robos con la obvia intención de transformarlos en saqueos generalizados.
Empezaron el viernes de la semana pasada en una zona empobrecida del Gran Mendoza, el departamento Las Heras, y en la neuquina Cutral Co, donde en 1996 empezaron los primeros piquetes por los despidos de las privatizaciones de Carlos Menem.
Un día después, decenas de motociclistas aterraron una zona de Río Cuarto, en Córdoba. El tercer día, siempre con el mismo estilo, una decena de comercios chicos y medianos de la ciudad de Córdoba sufrieron los intentos de asaltos grupales.
La llegada de policías o la advertencia de que había comerciantes armados en esas tres provincias impidieron que esos hechos se convirtieran en saqueos. Una ola de mensajes viralizados trató de levantar a barriadas pauperizadas sin conseguirlo.
Los ministerios que reparten ayuda social en Mendoza y Córdoba no habían recibido ningún mensaje previo del sistema de alerta temprana que tienen con los supermercados que avisan de inmediato cuando grupos de piqueteros van a pedir comida.
Mientras en las provincias se improvisaban operativos de protección, en el Gobierno empezaba una nueva escalada de sus propias contradicciones.
El presidente Alberto Fernández llamó a una víctima de los robos en Rio Cuarto sin que previamente ninguno de sus funcionarios ni él mismo hayan atinado a comunicarse con las autoridades cordobesas. Fue llamado “hipócrita” por un diputado nacional de Juan Schiaretti que nunca dice nada sin hablar antes con el gobernador.
Luego, arrancó un show de contradicciones. Aníbal Fernández hizo una ronda de contactos con los gobernadores afectados para coordinar discursos e intercambiar información. La vocera Cerruti lo contradijo con su inefable aporte y recibió de Sergio Massa un tajante mensaje de rechazo desde Estados Unidos. El ministro y candidato le había agradecido a Milei su colaboración por el acuerdo con el FMI. Una causa se abrió en contra de la vocera en una secuencia judicial de la misma queja.
La banalización de la tragedia mediante el uso de la chicana politiquera desde lo que queda del Gobierno explica mejor que nada a la tragedia misma. Por Guillermo Suppo. LN. Fte. Identidad Correntina