*A ULTIMO MOMENTO APARECIO COPPERFIELD* POR EL CONSULTOR POLÌTICO CARLOS FARA
Lo cierto es que el espacio por tercera vez lleva un candidato a presidente que no es un leal cristinista. Primero Scioli, luego Alberto y ahora Massa. Pero esta es la primera vez que el segundo no es un condicionante del uno de la fórmula
Cuando ya se terminaba el partido, reapareció Sergio Tomás Copperfield y cambió todo. Aunque había rumores desde el propio Instituto Patria respecto a que nada estaba cerrado, iba ganando la incredulidad sobre un golpe de timón. Eso solo lo podía hacer un distinto -para bien o mal-, un audaz.
En este pase de magia quedó conformada una fórmula particular, donde finalmente no habrá ningún cristinista (como Zanini con Scioli) ni Ella misma, ni un gobernador. Algo totalmente distinto al fugaz experimento Wado – Manzur vigente durante 24 horas. ¿Por qué hubo semejante cambio? Veamos varios detalles.
La jefa Cristina hizo doble juego hasta último momento. No quería aparecer de vuelta dando el dedazo y la solución se la daba el tándem Scioli / Alberto. Efectivamente Ella quería que Massa sea candidato, pero El no quería pasar por una primaria, y mucho menos con el ex motonauta.
¿CFK no podía convencer a Alberto/Scioli que no haya primaria? ¿o no quería? ¿Tampoco pudo convencer a Axel que sea candidato presidencial? Para una persona que siempre se jactó de tener la suma del poder dentro de su espacio, suena des-empoderada con esos limitantes. ¿O fue sin querer queriendo? ¿O realmente tienen razón los que dicen que “ya no es la de antes”, que está sobre todo preocupada por proteger su cueva familiar?
Lo cierto es que el espacio por tercera vez lleva un candidato a presidente que no es un leal cristinista. Primero Scioli, luego Alberto y ahora Massa. Pero esta es la primera vez que el segundo no es un condicionante del uno de la fórmula. ¿Así ella resigna poder? Faltan muchos detalles aún para responder a esa pregunta. Teniendo en cuenta que hasta acá UP muy probablemente pierda la elección nacional, lo que importa es cómo será la composición de los futuros bloques opositores. Siendo el renovador cabeza de fórmula, es más probable que resigne muchos espacios en las listas legislativas y comunales. Nada es gratis.
¿Cristina relegó a sus más leales? ¿Ella está fastidiada con La Cámpora? No por nada desempolvó la frase de Perón respecto al bastón de mariscal que cada militante llevaría en la mochila. Parece que muchos carecen de semejante atributo o lo perdieron por el camino, ya que la propia jefa veladamente se quejó de que no hubiera alternativas dentro del propio cristinismo, que sirvieran para mantener competitivo al proyecto. ¿Es la elección de Massa una advertencia a sus soldados? El tiempo pasa y hasta Ella se cansa de algunas cosas. Los admiradores del Tío Cámpora se quedan sin el pan. Veremos la torta.
¿Logrará el ministro un consenso amplio interno para legitimarse? Dadas las características del personaje –que todo el mundo reconoce como hábil, astuto, rápido y seductor- es más probable que logre juntarle las cabezas a los gobernadores, los sindicalistas, los intendentes, los albertistas y los cristinistas. En eso seguro tiene un hándicap sobre de Pedro. Debe ser el político que tiene la agenda telefónica más diversa de la política argentina. Los renegados –Grabois et all- no tienen ninguna significancia electoral.
¿Mejora esta fórmula la capacidad competitiva de UP? Al menos, tiene más potencialidad sin duda que el novel Wado. Si hay alguien dentro del oficialismo que posee más cintura para volver a atraer moderados independientes es Massa, aun con todas las limitaciones que le impone ser el ministro con una inflación angustiante y heredero de una gestión desastrosa. ¿Es un problema para su amigo Larreta? En teoría sí.
¿Y si Massa pierde, pierde todo? Quienes conocen al líder renovador saben que no necesita cargos para conducir y ser protagonista (cosa que pocos pueden esgrimir en la política argentina). Ya lo demostró en la fase 2017-19. No es ese el punto, sino cómo hacer lucir su peso específico dentro de Unión por la Patria. Por ahora parece que mantendrá su rol de ministro.
En Juntos por el Cambio el juego central estaba bastante definido hace mucho tiempo. Hasta acá hay tres cuestiones relevantes para señalar:
1) La candidatura de Manes, quien en teoría dispersar votantes moderados que le pertenecen a Larreta. ¿Está auspiciado por el “Emir de Cumelén”? ¿Quién será su vice? ¿Qué estructura radical lo acompañará? Un misterio teniendo en cuenta que no viene superando los 2/3 puntos de intención de voto.
2) La figura de Petri como acompañante de “Patricia Reina”, quien no tiene proyección nacional, no es ganador (viene de perder la interna con Cornejo), no es muy conocido y proviene de una provincia ya muy favorable a la cabeza de fórmula. En definitiva, más de lo mismo. Solo es el acompañante de ella.
3) El rol de Gerardo Morales, “el rey del litio”, como segundo de Larreta. Se generaron muchos interrogantes respecto a si los hechos de Jujuy en estos días lo favorecieron o no. Para el público de Juntos por el Cambio sin duda que sí, ya que lo pone a) como víctima de “un ataque kirchnerista” y b) sacó patente de duro. Así, “el pelado” hizo dos fichajes de “duros” –Morales y Pichetto- frente a las acusaciones de tibieza que recibe de Bullrich.
En el campamento libertario hubo pujas internas que lo asocian más al estilo de la casta, que uno que viene a oxigenar la política. Esos conflictos volvieron a despertar dudas sobre el real potencial de Milei, disparando especulaciones respecto a una caída en su intención de voto. Ya lo analizamos en esta columna la semana pasada: es para tomar con pinzas, teniendo en cuenta el perfil despolitizado / desideologizado de la mayor parte del voto que aparece en las encuestas. Son sufragantes que elegirán lo que les venga en gana en cada ocasión, sin sentirse compelidos por apoyar ningún proyecto en bloque.
De las 4 fuerzas principales –UP, Juntos, Libertad Avanza y Hacemos se registrarían 6 presidenciables. De esos seis, cuatro se formaron en la matriz peronista: Bullrich, Larreta, Massa y Schiaretti. A 50 años del regreso definitivo de Perón a la Argentina, el general podría reconfirmar con picardía que “peronistas son (casi) todos”.