EL MINISTRO DE ECONOMÍA NEGOCIA CON EL FMI Y EL KIRCHNERISMO EN EL SPRINT FINAL DEL CIERRE DE LAS CANDIDATURAS
El ministro de Economía monitorea las conversaciones con Washington, insiste con la “unidad” y su figura sigue en la danza de nombres. Los antecedentes de 2015 y 2019
No hubo fin de semana largo de descanso para los flamantes accionistas de Unión por la Patria, más bien todo lo contrario. Hasta ayer, nadie sabía con precisión si la vuelta de Cristina y Máximo Kirchner desde el sur podía precipitar la definición o si todavía había que esperar 24, 48, 72 o hasta casi 96 horas para la oficialización de la fórmula principal de la ex coalición de gobierno. “Está todo trabado, todo puede pasar”, resumió sincero este lunes un dirigente de los más activos en la ronda de negociaciones del frente que cree, como buena parte de la dirigencia K, que no habrá, como en el 2019, “una jugada no vista” por parte de Cristina Kirchner, similar a aquella con la que, cuatro años atrás, sorprendió en las redes una mañana de sábado de mayo con la candidatura de Alberto Fernández, un experimento exitoso en lo electoral pero traumático para gobernar.
En el laboratorio actual del oficialismo, Sergio Massa, uno de los elementos mas importantes de la serie de ensayos electorales del ex Frente de Todos de estas últimas semanas, espera y negocia hiperactivo de cara al cierre de candidaturas del sábado 24 por la fórmula presidencial del peronismo kirchnerista, para terminar de confirmar qué rol tendrá a partir del próximo fin de semana y empezar a vislumbrar su futuro político.
“Sergio tiene tres habilidades claves para un momento como este: operación mediática, temple y astucia”, reflexionó en estos días frente a este medio un alto funcionario que años atrás estuvo bien cerca de él y que en las últimas 96 horas se vio al menos una vez con la ex Presidenta.
Hasta este lunes, Massa todavía seguía posicionado junto a Eduardo “Wado” de Pedro y, en menor medida, Axel Kicillof, en el pelotón de postulantes de Unión por la Patria en medio de una interna feroz con Daniel Scioli y Alberto Fernández, que desoyeron los pedidos de “unidad” que tuvieron -y aún tienen- en el ministro de Economía a uno de los principales abanderados.
Este fin de semana, Massa volvió a hacer una ronda de consultas con sus confidentes más cercanos -hizo lo propio en el 2019, antes de confirmar el acuerdo con el kirchnerismo- y la dirigencia del Frente Renovador se resguardó en un prudente silencio a la espera de la definición final. Las semanas previas habían estado atravesadas por una feroz ofensiva massista que incluyó serias advertencias, operaciones cruzadas y una embestida compartida con el kirchnerismo para tratar de que Scioli y Victoria Tolosa Paz desactiven sus precandidaturas. Por ahora, sin éxito.
“Sergio sigue parado en el pedido de unidad”, resaltaron este lunes desde el equipo del ministro, que repartió su tiempo el fin de semana entre la política y la economía: Massa y sus colaboradores negocian con el board del Fondo Monetario el adelanto de desembolsos y el programa económico, frente al vencimiento de 2.700 millones de dólares previsto para este miércoles y jueves. En algún encuentro en Washington, en el verano, los jerarcas del organismo quisieron saber de boca del propio funcionario sus expectativas personales para estas elecciones.
Es que, sin una renegociación exitosa con el FMI, la performance electoral, ya no solo del jefe del Palacio de Hacienda si no de la coalición en su conjunto, corre serios riesgos. Fue uno de los issues que sobrevoló el encuentro que el ministro mantuvo el sábado con Paolo Rocca y Marcelo Mindlin en la previa de la apertura de la válvula y el comienzo del proceso de llenado del gasoducto Néstor Kirchner, previstos para este martes patrio.
Massa está acostumbrado a este tipo de encrucijadas electorales que, en este caso, definirá qué rol tendrá dentro del peronismo a partir del 10 de diciembre, tras la experiencia fallida de Fernández. Dicen en el massismo que el ministro incluso disfruta de estas horas de tensión extrema, y que no se fatiga. Un dirigente que pivotea entre todos los sectores lo describe con aquel refrán del burro: “Sergio va a llegar por insistidor, no por lindo”.
Para las elecciones presidenciales del 2015, el círculo rojo ejerció una presión fenomenal para que el jefe del Frente Renovador sellara un acuerdo electoral con Mauricio Macri. Existió, de hecho, una cena de cuatro que casi nadie conoció junto a sus parejas, Malena Galmarini y Juliana Awada, en el departamento que el ex Presidente habitaba por entonces sobre la avenida Libertador. El menú fue de milanesas con puré. Massa y Galmarini, según trascendió, se fueron con hambre. En el 2019 hubo un coqueteo previo a las elecciones entre el ex intendente de Tigre y un sector del PRO que tampoco arrojó un resultado exitoso: el ministro de Economía se alió al final con el kirchnerismo como broche de oro de la reconstrucción del vínculo con la familia Kirchner que llevó horas eternas de conversaciones con el jefe de La Cámpora desde el 2016 en adelante.
Ahora, como en el 2019, el futuro electoral de Massa divide aguas puertas adentro. En la última charla del catalán Antoni Gutiérrez-Rubi en Economía, frente al equipo de comunicación del FR, el consultor pidió ordenar el mensaje, y empoderó la gestión de su cliente, y pidió repasar la historia desde que llegó al gabinete hasta estos días: “Sin Massa no se llegaba a ningún lado”, tradujeron al gurú. “Massa es clave como garantía de gobernabilidad, es un tipo que ordena”, insistieron desde el massismo -el intendente Jorge Ferraresi había utilizado hace algunos meses la parábola del helicóptero-, a pesar del fulero panorama económico en el que naufraga el Gobierno, acorralado por la escasez de dólares. Los detractores del funcionario subrayan que su propia candidatura, en un escenario de inflación récord, es inviable. Los encuestadores más distinguidos explican que el solo hecho de mencionarlo como potencial precandidato, en este contexto de crisis, es un dato en sí mismo.
En ese rompecabezas electoral al que todavía le faltan piezas, el nombre de Massa acumula interrogantes. “Nosotros venimos bien. El problema es encontrarle el lugar a Sergio”, dejaban trascender cerca del fin de semana en el entorno del ministro del Interior, confiados en que, con Scioli en cancha, y sin ninguna sorpresa sobre el final, la candidatura principal de Unión por la Patria debería terminar en manos de De Pedro.
Massa mantiene una relación muy fluida con Cristina Kirchner y su hijo Máximo. Los tres comparten la necesidad de bloquear la postulación de Scioli. La ex Presidenta monitorea los movimientos y analiza su próxima jugada. El líder del Frente Renovador exhibió su fastidio, una vez más, con el comunicado partidario del sábado por la noche en torno al reglamento electoral firmado en territorio bonaerense, y objetado en el campamento de Scioli y Tolosa Paz. Desde el massismo y el kirchnerismo harán, en estos días, los últimos intentos -por ahora, en vano- para obligar a esa dupla a desistir de sus aspiraciones.
Esta semana, la puja podría terminar en los tribunales.
Las negociaciones inquietan a los intendentes. En los grupos de WhatsApp de los jefes comunales bonaerenses del ex Frente de Todos apareció este fin de semana cierto malestar frente a la imposición de la conducción del PJ provincial, que ordenó que cada uno de ellos debe elegir una sola boleta de cara a las elecciones de agosto. Varios salieron a reclamar, en masa, que Kicillof se quede en la Provincia, un reclamo contrario a las pretensiones que trascienden desde la jefatura de La Cámpora. Este lunes, el Movimiento Evita pidió, en tanto, “abrir las puertas y regarlas con libertad y participación”, según opinó Fernando “Chino” Navarro, uno de sus líderes.
El ex intendente de Tigre conserva su mayor fortaleza territorial en la provincia de Buenos Aires: lidera 16 diputados y senadores provinciales y una docena de intendentes, en su mayoría del interior. Desde AYSA, Galmarini lleva invertidos más de 638 mil millones de pesos, de los cuales más de 46 mil millones corresponden a Tigre, el distrito que quiere administrar. El segundo municipio con mayor inversión es La Matanza, con poco más de 25 mil millones de pesos. La última semana, el nombre de Cecilia Moreau, presidenta de la Cámara baja, sonó dentro del massismo como una potencial candidata a vicegobernadora bonaerense.
Son parte de las especulaciones, solo algunas, a contrarreloj del plazo de cierre. En este sprint final, cada minuto vale. Fte. I