INFLACIÓN Y DÓLAR: LA «MAQUINITA» RECOBRA SU PODER HASTA LAS PASO
A juzgar por la marcha de los precios, la inflación arrojaría 9% este mes en medio de un aumento de la emisión. Massa prefiere recurrir a la maquinita antes que reestructurar cualquier deuda pública
La canasta de alimentos consumida dentro de los hogares subió 2,6% en la tercera semana de mayo, el mayor aumento de las cuatro semanas previas.
Con ese resultado se consolidan los pronòsticos de una suba del costo de vida orden del 9% este mes de la mano de otro salto en los precios de los alimentos.
El relevamiento de EcoGo, que dirige la economista Marina Dal Poggetto, destaca que este mes, además, se caracteriza por la suba de los precios regulados.
Taxis (+20%), prepagas (+3,43% para aquellos que cobran menos de seis salarios y +4,76 para el resto de los usuarios), peajes en el AMBA (entre +40 y +50%), combustibles (+4%), colectivos y trenes (+7,7%), subte y Premetro (+15,5%), tarifas de luz (27% en promedio) y de gas (+25 %) constituyen un piso de arranque fuerte para explicar por qué algunos pronósticos esperan dos dígitos para la inflación de mayo.
Las encuestas indican que la inflación es por amplio margen la mayor preocupación de la gente y la historia más reciente demuestra que cada episodio de inestabilidad cambiaria, por el salto de 7,7% del costo de vida de marzo o por la decisión del Banco Central de no intervenir más en los dólares financieros, deja una brecha cambiaria más amplia.
Eso, a su vez, reaviva una polémica, cada vez menos valedera, sobre por qué, si las importaciones se pagan a dólar oficial de $ 234, a la hora de fijar precios las empresas y los comercios toman como parámetro el contado con liquidación de $ 493.
La polémica perdió validez porque la escasez de dólares en las arcas del Gobierno es manifiesta (los pagos atrasados de importaciones superarían los US$12.000 millones) y porque además crece la expectativa de que antes de fin de año habrá una devaluación entendida como un salto cambiario.
Con las cartas dadas vuelta, y el ministro de Economía Sergio Massa negociando el desembolso anticipado de US$ 10.000 millones del Fondo Monetario Internacional y la ampliación del swap de China para favorecer el pago en yuanes de las importaciones de ese país, la incertidumbre sobre qué hacer para cubrirse del temporal está en el orden del día.
En la reunión mensual de la Fundación Capital que ahora conduce el economista Carlos Pérez, se presentó un esquema basado en lo que el gobierno «quiere y puede evitar», en lo que «quiere y no podrá evitar» y en lo que «quiere pero no se sabe si podrá evitar».
Entre los temas que seguramente el Gobierno podrá evitar está el del financiamiento del déficit fiscal y una reestructuración de la deuda pública.
El objetivo que alguna vez tuvo el gobierno de no emitir para financiar el déficit fiscal quedó en el olvido. En los primeros cuatro meses del año, la asistencia del Banco Central al Tesoro explicó «casi en su totalidad el financiamiento del déficit fiscal».
Entre los Adelantos Transitorios, la intervención en el mercado de bonos y la caída en los depósitos del Tesoro en el Central, el financiamiento superó con comodidad el billón de pesos.
Pero es precisamente ese aumento de la emisión el que permite suponer que el gobierno recurrirá a la «maquinita» antes que reestructurar cualquier deuda pública.
Eso incluye la totalidad de los depósitos tanto en dólares (siguen en baja) como en pesos que ahora en los plazo fijo ofrecen 97% anual.
Entre lo que el gobierno quiere evitar, pero no puede, se ubican dos resultados palpables y dolorosos: el salto de la inflación y la caída de la actividad económica en la segunda parte del año.
Los aumentos del costo de vida de 7,7% en marzo y 8,4% en abril aceleraron el proceso de huida del dinero, la plata le quema en la mano a los argentinos en la búsqueda de protegerse.
Y la decisión de «consumir en el intento de ganarle algo a la inflación» cobró vigor en medio de la caída de los ingresos reales de la gente.
Además, entre «lo que no puede evitar» está la ampliación de la brecha cambiaria: el Central dejó de intervenir en el mercado y la distancia entre el oficial y los dólares libres (Mep y contado con liquidación) superó 100%, un indicador de que el tipo de cambio sigue bajo presión.
Por último, el informe pone el foco en lo que el gobierno querría evitar, pero no se sabe si podrá: un salto del tipo de cambio en el intento para despejar las expectativas cambiarias hasta fin de año.
Las últimas compras de divisas por parte del Central no llegan a compensar el dato de que las reservas del Central se mantienen en el campo negativo (-US$ 1.400 millones) y el equipo económico mantiene su posición dual con relación a lo que viene en materia de estabilidad cambiaria.
Por un lado, subió seis puntos la tasa de interés para ubicarla en 97% anual en el intento de que los ahorristas no se vayan al dólar.
Por otro, reduce las tasas de interés del Ahora 12 y anuncia la ampliación de los márgenes de financiación de las tarjetas de crédito para moderar la caída del poder de compra por la inflación y alentar el consumo.
Las señales hacia la estabilidad económica y las contrarias que demandan las necesidades políticas del gobierno en el año electoral, se chocan de frente en un momento de alta sensibilidad cambiaria.Textual. Por Daniel Fernado Canedo. Fte. Identidad Correntina