viernes 22 de noviembre de 2024 18:26:49

EL VERDADERO MOTIVO DETRÀS DE LAS MEDIDAS QUE NO SE GATILLE UNA NUEVA CORRIDA CAMBIARIA PORQUE SERÌA EL FIN

Las tres patas para evitar un nuevo salto de la brecha. Preocupación por una espiralización inflacionaria. Qué se espera del FMI

El principal objetivo de Sergio Massa con las medidas anunciadas el domingo a primera hora es evitar una nueva corrida contra el peso, que haga temblar los flojos cimientos de una economía ya atribulada.

El 8,4% de inflación de abril sorprendió a los propios funcionarios del equipo económico; un calco de lo que había sucedido un mes atrás, cuando el 7,7% de marzo disparó una corrida cambiaria que recalentó la dinámica inflacionaria, agrandó la brecha cambiaria y puso al borde del fracaso al «dólar soja 3», que todavía prácticamente no arrancó y difícilmente lo haga si las cotizaciones de los dólares siguen para arriba.

Massa cree que la nueva suba de la tasa de interés -la tercera en menos de un mes- servirá para evitar un agravamiento de la dolarización, vía una salida de los depósitos bancarios.

El nuevo rendimiento -del 97% nominal anual, un 152% efectiva anual- tentará a los ahorristas a mantener los pesos en los bancos a pesar de la aceleración inflacionaria.

Al mismo tiempo, queda claro que ese 152% anual se transforma ahora en la nueva expectativa de la inflación. No quiere decir que el IPC llegue a ese nivel este año, pero sí que empieza a tomarse como referencia hacia adelante.

Junto a la fuerte suba de la tasa de interés -se elevó del 78% anual al 97% anual en apenas tres semanas-, el Banco Central promete una mayor intervención en el mercado cambiario. Aseguran masivas ventas de bonos dolarizados en forma cotidiana, algo que ya se vio en las últimas semanas, y que sirvió para mantener en calma al contado con liqui y al MEP.

La tercera pata de este paquete se vincula con el «crawling peg» del dólar oficial, las minidevaluaciones diarias que realiza el Banco Central.

Allí también habrá un reacomodamiento al nuevo ritmo de la inflación. Massa no quiere que la cotización del dólar oficial se retrase (más).

Obviamente, la contracara de esta decisión vuelve sobre la cuestión de los precios: a nadie le escapa que una suba más acelerada del dólar también retroalimenta la inflación. Hace rato que la economía argentina entró en este círculo vicioso.

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Un ajuste para evitar el peor escenario

Hasta ahora, Massa -y también Miguel Pesce- evitaban un ajuste violento en el costo del dinero, a sabiendas de los perjuicios sobre la actividad económica pero, sobre todo, en la emisión monetaria adicional por el rendimiento de las Leliq.

Todo cambió tras la corrida contra el peso del mes pasado, cuando el blue y los dólares financieros «en blanco» se acercaron a los $500.

Sin dólares suficientes en las reservas, el Gobierno tiene pocas herramientas para defender el embate.

Por un lado, se ve obligado a estas medidas indeseables (suba de la tasa, intervenciones con bonos devaluados y aceleración del crawling peg) y también a efectuar un bloqueo adicional sobre las importaciones.

Esta última decisión no hace más que recalentar la inflación. Está claro que, bajo las actuales circunstancias, Massa ya tomó la decisión de soltar el objetivo inflacionario y focalizarse en la cuestión cambiaria.

Una devaluación abrupta en este contexto tendría un desenlace imprevisible. ¿Hasta qué nivel subirían el tipo de cambio y la inflación si se soltaran los controles?

Ese escenario es el que Massa quiere evitar cueste lo que cueste. Hace rato que, para él, evitar una devaluación disruptiva se trata de una «cuestión de Estado».

¿Llegará la bendición del FMI?

Entre las medidas anunciadas el domingo a media mañana figura una «aceleración del acuerdo con el FMI«.

Sin embargo, el organismo no ha mostrado ninguna señal de que eso sucederá, más allá de que las negociaciones no se han interrumpido. Las buenas intenciones están sobre la mesa, pero el reclamo de la Argentina de que el Fondo Monetario adelante desembolsos previstos para la segunda parte del año siguen en un limbo.

¿Habrá novedades en las próximas jornadas? No hay ninguna señal de que eso se concretará. No hay información oficial, pero es cierto que Washington reclama una devaluación para admitir el pedido del Gobierno.

Por eso mismo, las próximas dos semanas serán clave. Los tiempos se aceleran, básicamente, porque el BCRA no tiene un resto de divisas y Massa depende de que las cerealeras y los productores aumenten sus liquidaciones de divisas.

Ahí también está la clave de los anuncios de las últimas horas. El Gobierno necesita extender la estabilidad de los dólares financieros para que los dólares de la magra cosecha de soja aparezcan.

Es la condición necesaria. ¿Será suficiente? Ver para creer.