SE ENCENDIERON LAS ALARMAS PERO SOLO LLEGARON ADVERTENCIAS Y MAS PARCHES AL PLAN LLEGAR
Las nuevas medidas buscarán contener, pero no cambian la dinámica
No es un plan para bajar la inflación. La batería de medidas anunciadas por el Gobierno hoy son nuevos parches defensivos para que las distorsiones sobre los precios -y sobre todo, el tipo de cambio- no se terminen de descontrolar antes de las elecciones. No hay garantía de que esto finalmente ocurra.
Podrán funcionar para contener, pero no para cambiar una dinámica que tiene como escenario de fondo la inexistencia de dólares en el Banco Central (BCRA), el exceso de pesos como consecuencia de una salvaje emisión monetaria para financiar el déficit fiscal, y un vacío de poder en el Gobierno en medio de un proceso electoral que no crea más que incertidumbre. Por lo tanto, no modificarán las expectativas del mercado.
La suba de tasas de interés que se anunciaría ya llega a un límite riesgoso. Por un lado, el Gobierno deberá lidiar contra el fuerte incremento de pasivo cuasifical -ya llega a 13 billones de pesos- que generará automáticamente y las expectativas que esa bola de leliqs y pasivos remunerados crea, pero además frenará el ya escaso financiamiento a las empresas en el ingreso a un estancamiento económico.
Por el otro lado, con una dolarización en ciernes por las elecciones -en promedio llega a unos US$5000 millones en los segundos semestres de los años en los que hay comicios- es posible que alargue sólo un poco lo que al exministro de Economía, Martín Guzmán, le gustaba criticar del gobierno de Macri: el carry trade. Ganar tiempo ante una inestabilidad que ya se avizoraba cercana y que puede patearse un poco más. Cada vez son más los argentinos que temen quedarse en pesos, más allá de los que se les pague, sobre todo teniendo en cuenta una inflación que sorprendió el viernes pasado por su fuerte aceleración.
El ministro de Economía, Sergio Massa, seguirá buscando dólares en todos los organismos internacionales posibles, lo que incluye el posible adelanto de más deuda del Fondo Monetario Internacional (FMI). El Fondo ya ha mostrado enormes flexibilidades con un Gobierno que ha incumplido metas de un nuevo programa y que no muestra consenso político. Massa intentará incrementar el uso de yuanes para el comercio exterior. Ya usó lo cinco tramos previstos en su último viaje a China. Irá por más. ¿Brasil? Apoyo político, por ahora.
No habrá, por ahora, un nuevo tipo de cambio para los sojeros, pese al lento avance del dólar especial. El tipo de cambio se seguirá interviniendo a través de bonos con los que se pactan los dólares financieros. Esta fue un compromiso que había asumido Massa con el FMI en marzo e incumplió dos meses después en medio de la corrida cambiaria. Las metas de acumulación de reservas ya se habían cambiado por la sequía.
Se lanzará una nueva moratoria impositiva con la intención de cubrir la fuerte baja de ingresos por retenciones producto de la sequía; será para las pymes, quienes ante la falta de financiamiento y efectivo hoy probablemente ya se cubrían de la falta de cash postergando impuestos. Para completar se subsidiará más el crédito en cuotas en medio de una fuerte represión financiera y con elevadas expectativas de devaluación, lo que puede impulsar el consumo de bienes durables (en dólares). Es más IVA y menos pesos sueltos. El BCRA sueña con que ese consumo, tarde o temprano, achique la bola de leliqs. Difícil.
Las últimas son medidas simbólicas dentro del universo kirchnerista, pero serán poco efectivas: el gobierno bajará aranceles para la importación de insumos difundidos (envases, plástico, vidrio, conservantes, aditivos, piezas, fungicidas) con el objetivo de bajar los costos de lo que venden las alimenticias. Es una queja recurrente de estas empresas a la hora de asimilarse y mantener los Precios Justos. La sostenibilidad de ese sendero sigue en jaque ante las expectativas de salto brusco del tipo de cambio y la aceleración de la inflación. El Gobierno ofrece este anzuelo para que las empresas se queden dentro del poco efectivo control de precios. Habrá que seguir de cerca negociaciones y abastecimiento.
Además, buscarían importar alimentos del exterior a través del Mercado Central vía un fideicomiso. Una admisión de que es carísimo comer en la Argentina. ¿No afectarán estos ingresos del exterior el trabajo en las fábricas nacionales? Una voltereta retórica más, después del FMI y las cerealeras, para los Kirchner en el poder. En el resumen distribuido por el Ministerio de Economía todo parece condicional; todo suena a amenaza y no a instrumento aplicable. El ejemplo que proponen son las canastas que nunca vieron la luz en pequeños supermercados y almacenes; donde se generan las subas de precios más elevados ante la imposibilidad de control oficial. Serviría para sentar a ese sector otra vez en la mesa.
Por último, se promoverá a Unidad de Análisis de Comercio, otra mesa de discusión entre organismos, como la que ya existe para las SIRA, sin mucho éxito vale decir, según las empresas que trabajan en el comercio exterior. Estará toda la mesa chica de Sergio Massa y Cristina Kirchner, y habrá una silla para Alberto Fernández (sinónimo de su actualidad desdibujada): AFIP, CNV; Aduana, Comercio, UIF y BCRA.
El objetivo de esta batería de medidas que juntó a los referentes económicos del Gobierno en el Palacio de Hacienda este fin de semana es hacer llegar al Plan Llegar. Nada más. No hay una decisión de apagar los motores de la inflación: el déficit fiscal y su financiamiento (deuda indexada o emisión), de dar señales sobre las distorsiones de precios para frenar la indexación, o de controlar los costos vía cepos a la importación. La dinámica, quizás más contenida, seguirá siendo la misma esperando al próximo Gobierno.lanación. Fte. MNews