EN EL MERCADO DE BONOS YA JUEGA SI CRISTINA KIRCHNER SERÁ O NO CANDIDATA
Los bonos repuntaron en medio de la definición de Máximo Kirchner acerca de que Cristina no sería candidata. También influyó la baja de la tasa de los bonos del Tesoro de EE.UU
¿Alcanza que Máximo Kirchner haya dicho que cree que «Cristina no va a ser candidata» en las presidenciales de 2023 para explicar un salto en los precios de los bonos valuados en dólares?
En los últimos dos días esos alicaídos bonos argentinos subieron entre 2% y 4% mostrando estar vivos después de largos meses de agonía en los que sólo ocasionalmente le brindaron algún alivio a sus tenedores.
Para los operadores más experimentados la suba de los dos últimos días respondió a, por lo menos dos motivos de cierta contundencia aunque en el fondo existe un tercero que sería el más potente.
Cabe recordar que una suba en los precios de los bonos genera una baja de la tasa de riesgo país y es un indicador de mejora en el crédito público del país. Bonos públicos más caros son la contracara de la mayor confianza que despierten esos títulos.
Uno de los argumentos más potentes, tal vez el más poderoso, es que la tasa de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos bajó después de meses de presión alcista como consecuencia de la fuerte suba de la tasa de interés de la Reserva Federal con el fin de combatir una inflación anual de 8,2%.
El Central de EE.UU, apostó a subir fuerte la tasa para darle una señal a los mercados y ellos respondieron llevando muchos dólares a su refugio.
Así en los últimos días los bonos del Tesoro subieron y la tasa de interés de los títulos de 10 años, que había llegado a tocar 4,30% anual, cayó hasta 4,06% dando la señal de que, una parte de los operadores, desconfía de que el gobierno pueda seguir sacando dólares de circulación sin provocar una recesión importante.
La baja de la tasa de los bonos nortemaericanos podría alentar a algunos fondos de inversión a buscar títulos, como los argentinos, que aún con alto grado de desconfianza ofrecen rendimientos altísimos.
El otro argumento que estarían considerando los compradores es, efectivamente, el de la política y el próximo año electoral que ya juegan su partido sobre la expectativa de los mercados.
Esa posibilidad encuentra su base en la que constituye la más conocida y potencialmente potente de las causas para explicar una suba: los precios de los bonos argentinos están por el piso aún cuando el piso pueda llegar a ser más bajo.
Cuando en junio de 2020 el ex ministro Martín Guzmán concluyó el canje de bonos que implicó un alivio de US$35.000 millones y era considerado exitosos, los bonos argentinos cotizaban a entre 45 y 50 dólares.
Cuatro meses después, el precio de esos títulos rondaba los 35 dólares con una caída de 30% y claros síntomas de debilidad pero la caída no se detuvo.
Los bonos argentinos en dólares y con legislación de Nueva York (esos son los buscados ahora) llegaron a costar menos de US$20 y ahora rondan entre US$21 y US$25. ¿Se terminó la debilidad?
Una movida técnica , y que contribuye a explicar la suba de las últimas 48 horas, es que hubo fondos de inversión que le vendieron al Banco Central (el mayor comprador del mercado) bonos en pesos en el intento de conseguir pesos para participar en la licitación de bonos del Tesoro de esta semana apostando así a conseguir una tasa de interés más alta.
Es un juego financiero que busca obtener un rendimiento mayor apoyado en la necesidad del Tesoro de conseguir fondos para no tener que pedirle al Banco Central que emita y al Central, a absorber después el dinero excedente para que no vayan a comprar dólares.
En medio de esas apuestas, hubo compradores que se sentirían seguros teniendo bonos en dólares con legislación Nueva York para cubrirse de cualquier posible devaluación.
Hasta ahora el mercado cambiario se muestra estable manteniendo la brecha entre el dólar oficial y los libres entre 90% y 100% pero, también con la base de un cepo cambiario mucho más estricto que cuando asumió el ministro Sergio Massa.
Un dato que circula en el mercado es que el atraso en el pago de importaciones representaría unos US$8.000 millones, una cifra importante si se considera que las importaciones alcanzarían US$70.000 millones este año.
El gobierno insiste en que no habrá una devaluación y el dólar oficial sigue creciendo por debajo de la inflación que este mes los nuevos pronósticos la ubican entre 6,5% y 7%.
¿Serán el dólar retrasado y las importaciones reprimidas parte de la herencia que el gobierno le empieza a preparar al que surja de las elecciones de fines de 2023?
Parece prematuro pensar en una estrategia con ese contenido cuando, después del dólar soja, que fue la única jugada que le adelantó la liquidación de dólares, el Banco Central tiene una situación de empate en un mercado cambiario que lo tiene como el único oferente neto de divisas.
Dice el último informe de la economista Marina Dal Poggetto: el objetivo de «devaluar en cuotas para distintos sectores» es intentar patear la pelota para la próxima administración sin un salto devaluatorio discreto apuntando a contener la inercia inflacionaria dentro de los niveles actuales. ¿Alcanzará, por lo menos, hasta que lleguen los dólares de la soja en abril? El gobierno dice que sí. El puente aún parece largo. Por Daniel Fernández Canedo. Fte, Identidad Correntina