EL BILLETE DE MIL PESOS EN DECADENCIA EN SOLO CUATRO AÑOS SE VE EL DERRUMBRE DE COMPRA
El billete de más alta denominación del país permite comprar cada vez menos cantidad de alimentos de la canasta básica. Proyecciones a 12 meses
El peso se encuentra bajo la lupa detdo ahorrista, debido a que en las últimas décadas perdió un sostenido poder de compra por la alta inflación y, en consecuencia, credibilidad como moneda de respaldo para los argentinos. Algo que se observa en la menor cantidad de productos de la canasta básica que se puede comprar en el supermercado, a medida que pasa el tiempo, con el billete de máxima denominación, el de $1.000.
De hecho, hoy se pueden adquirir 7 veces menos de un mismo producto respecto a diciembre de 2017, cuando salió por primera vez a la calle el papel que hoy tiene un hornero como imagen.
La supresión de varios ceros se realizó en determinados momentos históricos del país para restaurar una relación numérica de la moneda, que la suba de precios deterioró significativamente, con los consecuentes perjuicios al momento de realizar una transacción, con cifras nominales muy extensas.
Y completa su idea: «Se advierte que diversos países tienen relaciones de cambio con el dólar superiores (como el caso de Chile), o aproximadas (Japón), pero todo parece indicar que la paridad de sus monedas no resulta un inconveniente para su economía. En cambio, sí es preocupante la dinámica en nuestro país por la cifra a la que ha crecido».
Billete de $1.000: equivale a menos dólaresEl problema de fondo es que la inflación genera que cada vez se necesite más cantidad de pesos para poder comprar los mismos productos, algo que también incluye al dólar.
Así, el papel demàxima denominaciòn argentina (1.000), equivale apenas a 4,76 dólares, si se toma en cuenta el precio actual que tiene el dólar informal de $210.
En base a este escenario inflacionario, para Méndez, todo indica que la paridad del dólar libre se ubicaría entre $332 a $368 en junio de 2023. Por ende, el billete de mayor cifra puede llegar a significar apenas 2,72 dólares.
Frente a esta situación, dos aspectos están generando cortocircuitos en la economía: «Uno es la falta de una estrategia antiinflacionaria por parte del Gobierno, y el segundo es cierta reticencia a adecuar la nominalidad de los billetes de mayor denominación a las necesidades transaccionales», menciona el analista.
Es decir, cada vez se hace más necesaria la emisión de billetes de una mayor cifra, como puede ser la inclusión de papeles de $5.000 y $10.000, para poder hacerle frente a las necesidades monetarias para efectuar transacciones cotidianas y dar mayor capacidad a la entrega de dinero desde los cajeros automáticos.
En el supermercado, el billete de $1.000 ya no alcanza
La reticencia oficial de aumentar la nominalidad del billete de mayor denominación puede profundizar distintos problemas vinculados: desde logísticos relacionados a abastecer bancos y retirar dinero de comercios, como también de impresión de mayor cantidad de unidades.
Al mismo tiempo, por el efecto inflacionario, se precisa una mayor cantidad de billetes de $1.000 para la compra de un mismo producto. Un problema que se estima entre los economistas que empeorará dentro de un año.
A su vez, la compra de dos o más productos de primera necesidad está demandando varios billetes de la más alta denominación.
«Esta cantidad de dinero crecerá año a año si no se adoptan medidas tendientes a emitir un billete de mayor denominación y/o a encarar una estrategia antiinflacionaria. Por lo tanto, cada vez más productos van a ir ingresando en el club del ´deme dos´ billetes«, sostiene Méndez.
Un efecto que comienza afectar a aquellos artículos de primera necesidad, y a empezar a considerar envases más chicos para poder ser adquiridos con apenas una unidad de máxima denominación, como es el caso que puede ocurrir con un paquete de yerba de 500 gramos, a mediados del año que viene.
En concreto, la coincidencia del mercado es que la evolución futura del IPC Nacional seguirá en niveles elevados y, por ende, la capacidad de compra del billete de $1.000 seguirá reduciéndose.
«Más allá de lo impredecible de la realidad argentina, queda claro que esta situación indica que la quita de ceros es un problema de segundo plano. En tanto, la emisión de un billete de mayor denominación y la adopción de una estrategia antiinflacionaria constituyen problemas urgentes», concluye Méndez Por Mariano Jamoovich.-Fte. iP