LA VICEPRESIDENTE CRISTINA FERNÀDEZ DE KIRCHNER NUEVAMENTE ARREMETIÒ CONTRA EL PRESIDENTE POR LA CUESTIÒN ECONÒMICA Y LE HIZO UN GESTO A SERGIO MASSA
La Vicepresidenta cuestionó las políticas nacionales en materia inflacionaria y energética. Sus irónicas críticas cayeron mal en la Casa Rosada, donde mantienen firme que será el Presidente quien tome las decisiones y rechazan cambios de Gabinete
“No pasó nada nuevo, esta es la nueva convivencia en la coalición, hoy”. Con voz neutra en su día de descanso, un importante hombre del círculo del Presidente le restaba importancia ayer por la tarde al cargado y sugerente discurso que brindó Cristina Kirchner en su casa, el Senado, y que marcó la agitada agenda política del Frente de Todos.
Además de reivindicar el reclamo por Malvinas -entre encomios a su propia experiencia al respecto en lo personal y en la gestión-, la Vicepresidenta chicaneó a Alberto Fernández y a su equipo de comunicación; apuntó contra la gestión en materia económica -en particular en referencia a la inflación y las políticas energéticas-; y le envió una contundente señal de apoyo a Sergio Massa. Evidenció, de esa forma, la profundización de la interna flagrante del Frente de Todos, donde el kirchnerismo culpa a la Casa Rosada por la disputa, y viceversa; mientras que el presidente de la Cámara de Diputados, que tiene sus propias ambiciones, se mantiene neutral.
Como anfitriona, con sus legisladores afines en la primera fila, llamó “Presidente” a Massa -en un juego de palabras que nadie en el salón percibió como inocente-, y se abalanzó con sarcasmo sobre la Portavoz de Alberto Fernández, Gabriela Cerruti, con una referencia al natalicio de Alberto Fernández. “Hoy le mandé el libro (por Diario de una Temporada en el Quinto Piso, de Juan Carlos Torre) de regalo al Presidente (en referencia, esta vez, a Alberto Fernández) para que después la vocera no diga que soy mala y no le hice un regalo de cumpleaños”, deslizó, picante, la Vicepresidenta. Cerruti había dicho dos veces, en sus conferencias de prensa de los jueves, que no hay diálogo entre el Presidente y su vice.
Según reveló Cristina Kirchner, le recomendó el mismo ejemplar, también, a Massa, y estableció así otro paralelismo entre ambos dirigentes de la coalición.
En el Frente Renovador recibieron con sorpresa -y cierta satisfacción- el gesto de la Presidenta del Senado. A medida que el kirchnerismo lima el poder de Alberto Fernández y su Gabinete, en sus filas se renuevan las esperanzas de que se concrete el intento por ocupar un lugar de importancia la gestión, en lo posible en el ámbito económico, una movida que se vio frustrada en los agitados días posteriores a la derrota en las PASO. Sin embargo, Massa, que a veces, en privado, admite sus ambiciones presidenciales, no se cansa de repetir, para suavizar cualquier especulación, que “estará donde requieran que esté”. En su entorno, políticamente correctos, aseguran que “no está ni estuvo” en sus planes ir al Ejecutivo, y por ahora mantiene su lugar de articulador político tanto dentro del FDT como ante la oposición de Juntos por el Cambio. Festejan su rol en la aprobación del acuerdo con el FMI en el Congreso a pesar del rechazo del kirchnerismo y lo posicionan como un líder “enfocado en la gestión para mejorarle la vida a la gente”. Ayer estuvo tanto en el acto de Cristina Kirchner como en el que encabezó Alberto Fernández, con diferencia de horas, en el Museo Malvinas.
Mientras tanto, en la Casa Rosada hacen caso omiso a las pretensiones de cambios que emanan desde el kirchnerismo, sea en las figuras o en el plan de políticas públicas (aseguran que no tienen claros sus planteos). “No fue nada nuevo. Ella estaba de local, en un ámbito propio, que domina, y siempre acapara la escena. Honestamente, no nos sorprende y hasta diría que estaría muy bien que nos vayamos acostumbrando a esto”, dijo un ladero presidencial.
Según pudo saber Infobae, al Presidente le cayó muy mal el gesto sobre el libro que le mandó Cristina Kirchner, y ayer por la tarde se colaba, en el ala moderada del oficialismo, cierta alarma por el desafío que planteó la Vicepresidenta. “Lo preocupante es si se llega a la gestión. Mientras tanto, cada uno le habla a los suyos, o a los que creen tener. Tanto Cristina, como Massa, Alberto, La Cámpora, los gobernadores y los sindicalistas”, sostuvo un funcionario del círculo de la Casa Rosada.
En Balcarce 50 no pierden la calma y aseguran que ahora, a diferencia de los primeros dos años de mandato, cualquier movimiento dependerá exclusivamente de la lapicera del jefe de Estado. Las jugadas discursivas del kirchnerismo serán consideradas como meras palabras, y en el Ejecutivo seguirán desoyéndolas, como ocurrió en las últimas semanas ante las embestidas de altísimos referentes de La Cámpora, entre ellos el propio Máximo Kirchner y el ministro bonaerense Andrés “Cuervo” Larroque. Como respuesta, seguirán apelando a la necesidad de unidad para ganar en 2023, y en privado mantendrán la discrecionalidad sobre la gestión.
Un dirigente de peso que tiene diálogo con ambos sectores coincidió con la primera parte : “Alberto Fernández está fortaleciendo su autonomía como decisor. Lo ha construido y creo que se está percibiendo”, aseguró el actor, de alta relevancia en el Frente de Todos.
Hasta el momento, Alberto Fernández está decidido a mantener su equipo tal cual está e incluso empodera a sus ministros de confianza. De hecho, el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, hombre de Cristina Kirchner, quedó relegado de las negociaciones con los sindicatos y los gremios de las últimas dos semanas, centrales en su agenda; mientras que su jefe, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, sube el perfil como principal espadachín en la “guerra contra la inflación” y en los diálogos con la UIA y la CGT, que terminaron con la firma de un principio de acuerdo el viernes para seguir discutiendo 5 de abril. Mientras que Guzmán, el funcionario más vapuleado por el kirchnerismo, empezó a abrirse de su rol como negociador de la deuda para sumergirse, también, en los diálogos con los factores de poder económico locales.
Con la suba de precios en el centro de las preocupaciones del oficialismo, el libro de Torre, muy comentado por políticos opositores y oficialistas prácticamente desde que se publicó, este año, fue destacado por Cristina Kirchner por su “extraordinaria actualidad”. “No tiene desperdicio, tiene que ver con esto de los conceptos empaquetados que le venden a los argentinos, que le venden a la clase dirigente argentina”, lanzó, tras hacer referencia a la cifra de inflación durante las postrimerías de la dictadura. Fue, sin dudas, una crítica solapada a la administración de Alberto Fernández y a su ministro de Economía, Martín Guzmán, que se manifestó en varios tramos del discurso ante veteranos de Malvinas donde la Vicepresidenta hiló, durante media hora, una conexión entre la guerra de 1982 y el presente y el futuro de la Argentina.
“Hay una dimensión política y geopolítica de Malvinas. Esa decisión (de intentar recuperar las islas), tenía que ver con una derrota que ya venía en el Gobierno y la economía. 1981 termina con una inflación del 131 por ciento”, sentenció Cristina Kirchner, e hizo un breve silencio. “Hola, ¿qué tal? Argentina”, agregó, coloquial y sugerente. Y siguió con más guiños al Presidente: “Siempre es bueno acordarse de la historia. Si no, uno no puede construir un presente, o un futuro”, dijo.
En otro pasaje, tras desestimar la ideología como rectora de las relaciones internacionales y reivindicar el pragmatismo, deslizó: “Seguimos yendo al almacén a comprar con el manual del almacenero (…) El problema no es de Estados Unidos. El problema somos los argentinos. Ellos defienden sus intereses. Ojalá todos tuviéramos esa misma actitud”, lanzó.
Tan sólo tres horas antes, Alberto Fernández había encabezado su propio acto oficial, en el Museo de Malvinas, con su gabinete y, también, ex combatientes. Después de homenaje a familiares de los caídos, el jefe del Estado también hizo una referencia a la ex presidenta, al reivindicar la difusión del informe Rattenbach, hace 10 años. Después, la Vicepresidenta también destacó esa política, entre otras, también propias, vinculadas a Malvinas.
Las referencias mutuas mostraron el afianzamiento de la nueva dinámica en la relación, caracterizada por los diálogos en público y en diferido, pero sin contacto en privado. La Presidencia, había invitado a Cristina Kirchner. Y desde la Secretaría General del Senado habían convidado a Alberto Fernández. Pero ninguno de los dos asistió al acto del otro, y nuevamente, una fecha de importancia histórica para el país, a pesar del slogan oficial “Malvinas nos une”, dejó de manifiesto la interna en el Frente.
Lo mismo había ocurrido en la forma en que encaró el gobierno nacional la fecha histórica más reciente, el Día de la Memoria, cuando el kirchnerismo marchó con fuertes críticas al Gobierno desde la ex ESMA a la Plaza de Mayo mientras el Presidente hacía un homenaje institucional en el Ministerio de Ciencia rodeado de los ministros. La diferencia es que la Vicepresidenta, entonces, no habló más que por Twitter, aunque con un mensaje claro a favor de la manifestación de su hijo.
Algunas voces, tanto en la Casa Rosada como en el Senado y en Diputados, creen que la actual disputa va a subsanarse indefectiblemente, aunque sea de manera superficial, pero nadie sabe cuándo ni cómo. Dependerá, dicen en el kirchnerismo, de la efectividad de las políticas que implementa el Presidente. El principio de acuerdo firmado el viernes con empresarios y sindicalistas tuvo cierto aval del ala dura. “Esto se va a resolver cuando nos pongamos de acuerdo en cómo hacer frente a los desafíos y tengamos en claro cuáles son nuestros impedimentos”, dijo un alto referente, sin mayores precisiones en el confuso escenario de tribus en guerra.
“El de Cristina fue un llamado al pragmatismo”, opinó un hombre del oficialismo, que admitió el tono crítico de la alocución, pero también consideró las palabras de la Vicepresidenta como una señal para abrir las puertas para una eventual reconciliación, siempre que se cumplan sus expectativas. Un importante dirigente del Frente de Todos asoció los deseos de Cristina Kirchner con la necesidad de “reacción” del Presidente ante la crisis económica, agravada por el contexto internacional, con una inflación proyectada para marzo del 6 por ciento que podría ser mayor aún en el segmento de los alimentos, como ocurrió el mes anterior. En la Casa Rosada creen que ya tomaron cartas en el asunto, y todos sus cañones están apuntados a lograr mejoras económicas, especialmente en el poder adquisitivo, pero no con el objetivo de contentar a la Vicepresidenta, sino de fortalecer la imagen del Gobierno, y en particular, del Presidente, con la mira en las próximas elecciones.