viernes 22 de noviembre de 2024 05:22:49

Y POR LA OPOSICIÓN COMO ANDAMOS? POR EL CONSULTOR POLÍTICO CARLOS FARA

Un experimentado dirigente político de los ´80 y los ´90 decía estos días que Juntos permanecía unido porque había aroma a triunfo en 2023 y el Frente no se rompía porque hay aroma a derrota

Carlos Fara. Tantas semanas hablando sobre qué pasaba en el oficialismo, se le dedicó mucho menos tiempo a analizar qué estaba pasando en Juntos por el Cambio (JxC). Pero más allá de las partidas de bridge de Macri, también hay mucha tela para cortar (o cartas para barajar).

Repasemos 3 datos claves:

  1. Macri dejó el gobierno con más votos que apoyo en la opinión pública;
  2. su paso por la presidencia dejó un mal recuerdo económico en el “santo grial electoral” de la Argentina: el 20 % moderado / independiente que oscila de comicio en comicio según la coyuntura; y
  3. si bien hubo amplio triunfo opositor el año pasado, JxC también perdió votos absolutos, debiendo interpretarse el resultado más como derrota oficialista.

A favor de la principal oposición debe computarse:

  1. el mal balance de la gestión de Alberto Fernández –de la que será difícil recuperarse- sumado a la alta conflictividad política;
  2. la alta demanda de cambio de cara a 2023;
  3. la existencia de candidaturas presidenciales competitivas (Larreta, Bullrich, Manes, para empezar a listar); y
  4. una funcionamiento interno no exento de conflictos –algunos mayúsculos- pero claramente más ordenado y disciplinado que el oficialismo (el debate sobre el acuerdo con el Fondo los puso a prueba).

Sin embargo, ante esta nueva oportunidad que se le presenta a los Juntos, hay 5 dilemas pendientes que vienen demorados (en parte por la pandemia, en parte porque ganaron el año pasado):

  1. Un debate sobre el liderazgo: difícil que se zanje antes de las PASO de 2023. La pregunta sería ¿sin liderazgo no se puede? Si saben coordinarse, la no definición no es un problema. Además la definición de liderazgo lo establecerá la opinión pública, no el espacio, ya que nadie respetará otro tipo de criterio. Nadie reconocerá a otro antes de tiempo, porque falta una eternidad. También debe computarse que algunos de los competidores no tienen apuro en liderar para no sufrir un desgaste prematuro (a esto le teme particularmente Larreta). En todo caso, solo habrá liderazgo de pronto despacho si a medida que pasan los meses uno de los aspirantes presidenciales se consolida claramente en el consenso de las encuestas, lo cual irá arriando el ganado hacia un lado naturalmente.
  1. Un debate metodológico sobre cómo debería ser un futuro gobierno “juntista”: si el gobierno de un sector con coalición parlamentaria o un auténtico gobierno de coalición. Está claro que ya nadie aceptará un revival del modelo Macri, aunque más no sea porque el balance terminó mal. Durante mucho tiempo resonarán los pases de factura como sucedió últimamente con el acuerdo con el FMI: quién tomó la decisión, quién debe hacerse cargo. El radicalismo en especial va a ajustar clavijas.
  1. Un debate ideológico: si hay que mantenerse más hacia la derecha, o correrse hacia el centro. Por un lado están los que creen que el rumbo fue correcto pero el problema fue de velocidad (Macri, Tetaz, Bullrich), y por el otro los que piensan en otro enfoque (Manes, Lousteau, Morales). El radicalismo en su gran mayoría, más la Coalición Cívica y los que están más cerca de Larreta prefieren un corrimiento al centro (de hecho, Manes y Lousteau se refieren a una orientación social demócrata). Sumado a ellos, Pichetto habla de un “centro nacional”. Teniendo en cuenta lo que sucedió en 2019, el desequilibrio está en el centro más que en los extremos. Pero claro, la dinámica puede cambiar.
  1. La amplitud de la coalición: ¿hay que seguir ampliando a riesgo de que quede una bolsa de gatos, o es preferible concentrarse en algunos denominadores comunes fuertes? En este sentido, hay dos miradas: a) sumar a peronistas no K (Schiaretti, Randazzo, lavagnistas, etc.), y b) qué hacer con Milei y los libertarios. En este debate cada uno se ubica según el posicionamiento que más le conviene en la gran interna, más que la mirada estratégica de conjunto. Esto da para largo análisis, pero si solo se mira a Milei por su progresiva instalación nacional, habrá que ver cuánto dura eso y qué tipo de votos junta el nuevo diputado más allá de la CABA. Porque si es por lo que acumuló en la capital, es un perfil que sobrepasa largamente el eje clásico izquierda – derecha. Y si la coalición trata de contener por derecha, quizá no corra el riesgo de los que los moderados independientes se queden en el FdT, pero sí que se arriesgue a que aparezca una nueva opción peronista de centro (tipo Lavagna, Randazzo, Urtubey, Schiaretti).
  1. Una propuesta sobre cómo harían para sacar al país de la crisis. Hasta acá el relato es “no al kirchnerismo, CFK, etc.”. Con eso alcanzó para ganar en 2021. Pero 2023 será naturalmente distinto. De modo que deben prepararse para convencer sobre que serán algo diferente al modelo Macri, el cual ya perdió el plebiscito en las urnas. Sobre esto tampoco hay mucha actividad pública. Todos dicen que tienen equipos técnicos, lo cual algo tiene de verdad a partir de lo que comparten las respectivas fundaciones de los 4 espacios políticos.

Todos estos debates no se resolverán ni en el corto, ni en el mediano plazo. Primero porque todo lleva tiempo, aún en circunstancias normales. Segundo, porque nadie quiere jugar fuerte y quedar descolocado. Tercero, porque el escenario mundial parece poco previsible (la pandemia no terminó, la invasión en Ucrania viene para largo, Biden tiene dificultades domésticas, etc.). De modo que sería muy raro si alguno de estos cinco dilemas se empezasen a responder antes de un año (falta un siglo!). Claro que todo lo puede acelerar una crisis política e institucional debido a la tensión entre Alberto y Cristina.

Un experimentado dirigente político de los ´80 y los ´90 decía estos días que Juntos permanecía unido porque había aroma a triunfo en 2023 y el Frente no se rompía porque hay aroma a derrota. Pero que en definitiva, lo que caracteriza a la política argentina hoy es una cuestión de aromas. Aromas que necesitan de un buen olfato.